En 1966, Gonzalo Arango —el escritor de Andes que inventó el nadaísmo— definió a Jaime Jaramillo Escobar: por su soledad, lo comparó con un ombligo. En esas fechas no lo llamó por su nombre de pila, utilizó el seudónimo que le dio fama al poeta nacido en Pueblorrico: X-504. El texto se publicó en la revista Cromos y le mostró al país a un autor que al año siguiente ganaría el premio de poesía Cassius Clay con un libro tremendo: Los poemas de la ofensa.
Ese conjunto de versos —escrito con la fuerza de los versículos bíblicos— significó una ruptura con los asuntos y las formas de la lírica nacional. La obra abre con un epígrafe que marca un rumbo, el de un misticismo risueño, el de una exploración estética que no se limita a ser una broma —como asumieron los nadaístas el ejercicio de la escritura—, pero tampoco se despeña por los precipios de la solemnidad.
Ese equilibrio está presente en todos los poemas, los impregna de principio a fin. Por ejemplo, el de apertura es una invocación a Nzamé, el dios supremo de una tribu africana. “Dame una palabra antigua para ir a Angbala,/ con mi atado de ideas sobre la cabeza./ Quiero echarlas a ahogar al agua”. Con los años, la crítica académica consideró el libro como la mejor muestra de poesía de una generación que quiso cambiar las costumbres de Antioquia, pero que a la postre recaló en las nóminas de los grandes medios noticiosos de Bogotá y en las oficinas de las agencias de publicidad.
Jaime murió en Medellín el 10 de septiembre de 2021, tras un largo periodo a cargo de un taller de poesía y de convertirse en un artista cuyos recitales tenían un alto grado de histrionismo, de lectura con tono hipnótico y envolvente. Además de Los poemas de la ofensa publicó tres libros de poemas, dos volumenes de traducciones de los versos de Geraldino Brasil y dos tomos del Método fácil y rápido para ser poeta, un sesudo y divertido ensayo sobre el oficio de la poesía en tiempos en los que todo en el mundo asumía las rasgos del show y el espectáculo.
También ejerció las funciones de antologista: recopiló una muestra del ensayo en Antioquia y de la poesía en Medellín en los siglos XIX y XX. Sus versos recibieron laureles: los premios nacionales de poesía Eduardo Cote Lamus y el de la Universidad de Antioquia.
En la extensión y en la forma de sus poemas se percibe la influencia de la voz de Álvaro Mutis, de quien Jaime editó dos antologías: Sesenta cuerpos (1985) y Antología poética (1990). Durante años fue colaborador habitual del Boletín Bibliográfico del Banco de la República, una de las publicaciones más serias de Colombia en lo que respecta al comentario de libros.