El rap en Colombia es un asunto, en parte, de familia. No es coincidencia que los dos proyectos más consolidados e importantes de rap nacional sean familiares: los miembros de Alcolirykoz son primos (Kaztro y Gambeta) y los de La Etnnia son los hermanos Pimienta. Estos últimos acaban de lanzar La Etnnia, En la puta casa, un libro que recoge parte de su historia .
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La historia del grupo es la historia de una casa, la del 5-27 en el barrio Las cruces, en Bogotá. Esa nomenclatura le dio título a una de sus primeras canciones, su himno Manicomio 5-27, un clásico del rap colombiano. El libro empieza ahí.
“La atmósfera de la casa era otra, ni lúgubre, ni oscura, ni vieja, era como un portal (...) Desde adentro se era testigo del afuera, pero nunca había visto algo como lo que pasaba en esa casa, entrar afuera... Entrar en ese manicomio 5-27 era entrar en la calle, en la memoria, en el tiempo, en el frío de esta ciudad”, dice el primer texto del libro, sin firma.
Más adelante hay otro texto narrado en primera persona por Flor Elia Buitrago, la mamá de los Pimienta. Ella cuenta la historia de la casa, que la compró su esposo, Víctor Pimienta en 1975, que valió, en ese entonces, $90.000 pesos. “Una casa vieja, viejísima. Esa casa yo creo que existe desde antes de 1899. Imagínese que un día, a las diez de la mañana, estaban arreglando y cuando tumbaron los techos salió un poco de monedas de 1899”, escribió.
Ella cuenta su historia de desplazamiento: de la vereda Palchacual al Cocuy, Boyacá, y de ahí a Bogotá. En la capital conoció a Víctor Pimienta, que era de Dibulla, La Guajira, pero había llegado a Bogotá después de prestar servicio militar en la Dorada, Caldas.
“Esa casa tenía algo de locura. Era muy pequeña, cuando la compraron arrendaban algunas habitaciones para ayudar a solventar las necesidades, entonces todos los hijos, que éramos seis, dormíamos en una habitación. Por allá pasó mucha gente, por la nobleza de mi mamá y por la forma de ser de mi papá. Él tenía muchas amistades y era muy solidario con la gente, entonces siempre lo buscaban. Él trabajó en el Seguro Social, era auxiliar de citas médicas, pero también sabía mecánica dental, entonces le ayudaba a mucha gente que no tenía acceso a un odontólogo. La gente iba y le llevaba cosas, a veces traguito y terminaban escuchando música y hablando”, dice César Alejandro Pimienta, El Kaiser.
Ese amor de ustedes por la música viene mucho de ahí...
“Si, claro. A nosotros nos marcó mucho ese amor de mi papá por la música, por los vinilos, él era coleccionista, sabía mucho de música, sobre todo de los boleristas, como nos sucede a nosotros con el rap, que sabemos quien es el productor de tal álbum, en que año se produjo, dónde se grabó”.
Él también les puso los apodos con los que los conocemos hoy en el rap...
“Si, es que él era muy alegre, muy dicharachero, entonces a cada uno le puso su apodo a partir de como lo veía”, dice El Kaiser.
El libro también incluye textos de varios periodistas musicales que han estado al tanto de la trayectoria de La Etnnia, entre ellos Gustavo ‘Chuky’ García, Ricardo Durán, José Gandour, Lance Scott Walker y del editor del libro, Diego Carreño. Hay una galería con los dibujos de Ata (Eduardo Pimienta), que ha ilustrado gran parte de la discografía de la banda. También están la discografía completa, una pequeña reseña de cada trabajo, los formatos en que se publicaron y una cronología sobre la historia de la banda, desde sus inicios en 1984 hasta 2024, cuando se terminó de imprimir el libro.
Ese recorrido, año a año, presenta datos de todo tipo. Entre otras, cuentan que fue su hermano mayor, Carlos, el que llevó a Kany (José Danilo Pimienta), El Kaiser y Ata a ver la película Breakin en el Teatro Embajador, y ahí empezó todo, porque empezaron a bailar Break Dance y de ahí pasaron al rap, un par de años después.
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Se habla también de la primera formación de la banda, del bar Homeboy, que montaron entre los hermanos y donde pusieron a sonar sus primeros temas antes de ser lanzados. De sus primeras apariciones en medios, de los premios que han recibido, los conciertos dentro y fuera del país, sus colaboraciones. Cuentan, incluso, que una de las máquinas que compraron para su estudio fue la misma donde Shakira grabó Pies Descalzos. En el libro se concentra la historia, la música y todo lo que han hecho por el rap. Abrirle puertas, montar bares, hacer programas de radio, editar con su propio sello discográfico a otros artistas locales – por ejemplo, Tres Coronas–, establecer relaciones y colaboraciones con artista de afuera. De todo. Mucho de lo que han hecho hasta ahora es lo que ha posibilitado el buen momento que vive el rap colombiano.
La cronología está acompañada de fotos de los casettes, los flyers, las máquinas en que grababan, las boletas de los eventos. Un trabajo de archivo que se desprende, en parte, del museo itinerante que creó el grupo y que se ha presentado en el Museo Nacional y en Casa Amen Gallery.
¿Qué creen que los enamoró del rap?
“Yo lo veo como un regalo divino, nos tocaba. Nosotros no fuimos los primeros, ni somos los únicos, pero sí hemos sido un epicentro. Es algo muy místico, en medio de las carencias y necesidades, estaba esa atracción por el arte, la música. Entonces, cuando conocimos esto yo sentí que ahí iba a pasar algo importante”.
¿Cómo ven el rap ahora?
“Hay mucha gente trabajando, los grandes festivales ya cuentan con artistas de rap y eso hace unos años era totalmente inimaginado, porque cuando nosotros empezamos eran puras tarimas de la alcaldía o en el barrio, y la gente no tenía mucho conocimiento del género, era como un bicho raro. Nosotros y muchOs grupos hemos trabajado para que esa brecha se cierre. A nosotros no nos tocaron las redes sociales, no existían, y si uno se iba a presentar en una discoteca había que ir a pegar los cartelitos por todas partes, ir a los grandes almacenes y llevar nuestra música para que nos la compraran...”
En tantos años en el rap hay algún momento particular que atesore...
“Lo primero que se me viene a la mente es haber rechazado las propuestas de las disqueras por firmarnos recién empezando. Haber tenido el coraje y la valentía de decir que no a un dinero que nosotros no teníamos y a mantenernos fieles a lo que somos, porque las disqueras llegaban queriendo transformar las cosas, pero nosotros queríamos narrar las cosas a nuestra manera. Eso ha sido de lo más importante”.
¿Qué le aporta al grupo el hecho de ser hermanos?
“Yo creo que se logra compenetrar más esa esencia y ese amor a la música, al barrio. Uno ya tiene sus compañeros de lucha, de causa, pa’ las que sea. También creo que te da más confianza y sólidez”, dice Kaiser.