Ha pasado un año de la muerte de Fernando Botero en Mónaco, a los 91 años y después de una pulmonía; así, le legó al mundo una obra monumental compuesta por pinturas, dibujos y esculturas que cualquiera detecta a puro ojo (como sucede con los grandes de todos los tiempo: Picasso, Dalí, Miró, Monet y tantos). En 2012, cuando EL COLOMBIANO cumplió cien años de existencia, el maestro pintó una mujer de gran vestido de colores y una sombrilla en la primera página de un periódico, así se quiso unir al centenario de un diario en el que él mismo participó: “Lo que pinté para el centenario, ‘Una mujer con paraguas’, es fácil de explicar. La razón de hacerla es que en las cinco semanas que pasé en Rionegro llovió casi todos los días. Debió ser por eso”.
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Recuerdo que de esa obra, todos los empleados tuvieron una copia oficial, hermosa, se entregó adentro de un tubo de cartón muy bien producido. Otra reproducción circuló con el periódico aquel 6 de febrero: el legado de unos los grandes antioqueños rotó por las ciudad.
La obra de Botero está presente en la cotidianidad de Medellín y Antioquia: desde las grandes esculturas en la Plaza Botero hasta las versiones piratas que se venden en las esquinas del centro y en almacenes de bisutería. Como suele suceder, esa fiebre se extendió después de la muerte y las grandes casas de subasta, museos y ciudades importantes hicieron exposiciones y ventas —rompió un récord en noviembre del año pasado en la subasta de arte del siglo XX en Christie’s, en Nueva York, donde se vendió Los músicos (1979) por USD5.132.000—.
Ahora, el Palacio Bonaparte de Roma homenajeará a Fernando Botero con una exposición que tendrá más de 120 obras entre pinturas, acuarelas, sanguinas, carboncillos, esculturas y algunas obras inéditas, excepcionalmente prestadas únicamente para esta exposición.
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Lina Botero, hija del maestro y una de las personas a las que se les comisionó la muestra, dice desde Roma: “Esta exposición narra de manera excepcional el gran dominio de Botero en las diversas técnicas artísticas, desde la pintura hasta la escultura, al mismo tiempo que recorre toda su vida artística. Es una oportunidad extraordinaria para celebrar el primer aniversario de la muerte de mi padre en Italia, un país que significó mucho para él y su trabajo”.
Esta exposición nació por invitación del grupo Arthemisia, con quien Lina Botero y la familia ya había organizado tres exposiciones en España y Roma. “Esta es la cuarta exposición que organizamos con Arthemisia, que se quería unir a la celebración del primer aniversario del fallecimiento de mi padre con esta exposición. Ellos tienen el uso exclusivo del Palazzo Bonaparte donde vivió la madre de Napoleón Bonaparte, un palacio de gran importancia donde recientemente se llevó a cabo una muestra de Van Gogh. Se organizó en apenas en 4 meses y medio. Soy curadora de la exposición junto con Cristina Carrillo de Albornoz, gran experta en la obra de Fernando Botero”, dice Lina Botero.