Una mamá incompleta, ¿alguna mamá está alguna vez completa? Quién sabe. Entre una mujer que escoge serlo y otra que debe dejar de serlo, ¿alguna es más que la otra? Entre las aguas del río Atratonavega una blanca, repleta de preguntas, de inseguridades, de amor. Su hijo es negro y ambos navegan, convencidos, de que son suyos (y quizá eso sea más importante que todas las preguntas anteriores).
Esta herida llena de peces es la primera novela de Lorena Salazar Masso, quien nació en Medellín pero narra con maestría un Chocó que la acogió con todo el cariño cuando tenía 9 años.
No nació en un hogar negro, pero entre su narración se cuelan los alabaos y gualíes, la hermandad hecha trenzas entre las mujeres y un respeto absoluto por ese territorio donde creció y se percató de que existen olvidos inmensos frente a un lugar como ese, donde la violencia respira muy cerca.
El libro conduce con sutileza al lector hacia preguntas sobre la pertenencia y los lazos, tanto entre los humanos como con las tierras que habitan y las aguas que navegan. La novela, que se presentará este jueves en compañía de José Ardila, hace parte de la más reciente colección de Angosta, Ópera Prima, un espacio para la publicación de las primeras obras de autores novelles, tanto en novela como en cuento (ver Radiografía).
EL COLOMBIANO charló con la autora, cuya carta de presentación ya se publicó en España con la editorial Tránsito. La novela será traducida al italiano, inglés, francés, checo y polaco.
¿Cómo fue ese encuentro con Chocó y esa relación con el departamento?
“Llegué a los nueve años y a esa edad creo que uno está pendiente de muchas cosas, está dispuesto a ver mucho más allá y a hacerse muchas preguntas. Fue especial para mí porque el recibimiento que tuve como niña que quiere jugar y hacer parte de grupos fue muy bueno. Eso me marcó mucho y por eso está esa relación con la pertenencia y sentirse parte de algo. Si bien en la novela hay muchos detalles, es ficción y hay muchas cosas que están deformadas o no están completas. No se trataba de un calco ni una etnografía. Es una invitación o un abrebocas a la cultura afro del Chocó colombiano”.
¿A Chocó le hace falta una madre? ¿Colombia lo dejó huérfano?
“Más que necesitar una madre, Chocó es la madre, es su propia madre. La necesidad principal que hay frente al territorio es visibilización y estar allí, hay un abandono total por parte del estado colombiano, de muchas instituciones y de los medios, que hace que se vaya quedando a la sombra un territorio inmensamente rico, no solamente lleno de paisajes y riqueza, sino de personas, de talento y otros factores que han sido descuidados. Yo uso la palabra abandono que está ligada a la maternidad y que también está en la novela. Es como una cadena, cuando tienes que dejar algo porque sientes que de todos lados te han abandonado. Si el estado abandona al territorio, las madres tienen que abandonar a sus hijos porque de alguna forma no tienen como mantenerlos y cuidarlos a todos. El territorio y las mujeres son los que lo sufren principalmente”.
A pesar de que se ficcione a ratos sobre Chocó en el libro, ¿qué esencia del departamento quiso conservar en el texto?
“Cuando uno está escribiendo ficción eso es lo que lleva el hilo: la esencia y lo que hay detrás. A mí, personalmente, me movían las mujeres, esa solidaridad de raíz, esa forma como se comportan y como actúan desde que las niñas son pequeñas. Ellas crecen con esa forma de actuar, de cuidarse, con esa solidaridad. Además, como la naturaleza está tan ligada a las personas, como en alguna parte dice que alguien puede ser hermano del río y cómo es el río el que va tejiendo las relaciones desde algún punto. Eso era lo principal, lo que estaba de fondo, además del tema de la pertenencia y cómo hacerlo desde esta mirada, que no es la única ni la más importante, pero que es la que ofrezco como autora”.
El río está presente de muchas formas, ¿es el que otorga esa condición de igualdad, ese lazo?
“El río es, más bien, un eje, es lo que hila la vida de todos. Es el que alimenta, es el medio de transporte, es el que da historias porque los paseos y los momentos están alrededor de él, pero el río también es por donde llega el conflicto armado, es el que sube e inunda las casas. Para muchas comunidades a lo largo de la historia, el agua y establecerse al lado del agua es lo que ha permitido el desarrollo. En este caso, más allá del desarrollo, ha condicionado esa forma de vida, esas posibilidades y también los problemas a los que se van enfrentando, por eso el río es tan importante. Así mismo, la estructura de la novela está construida a partir del río, va avanzando en tiempo presente y a medida que avanza van llegando recuerdos que son como el agua cuando llegue, que se cuela en ese río y aunque puede hacer que se desborde, sigue avanzando. El río está presente tanto en la estructura como en la vida de los personajes y el territorio”