x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

Las cartas de Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa y García Márquez, los compadres de la literatura latinoamericana

Un libro recopila la correspondencia de los novelistas más leídos y respetados de la lengua castellana del siglo XX.

  • Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa (de izq. a der.), fíguras indiscutibles del llamado “boom” de la literatura latinoamericana matuvieron correspondencia entre ellos, ahora publicada en libro. Foto: GETTY
    Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa (de izq. a der.), fíguras indiscutibles del llamado “boom” de la literatura latinoamericana matuvieron correspondencia entre ellos, ahora publicada en libro. Foto: GETTY
17 de julio de 2023
bookmark

El boom esa una etiqueta comercial para hablar de uno de los momentos brillantes de la literatura en castellano. Quizá el más importante. En cuestión de veinte años un grupo de escritores publicó una serie de novelas que llamó la atención de la crítica académica y de los lectores de a pie. Este auge demostró que el arte podía ser complejo y atractivo para todos los públicos. Tanto los profesores con doctorado como los estudiantes y las amas de casa cayeron flechados por historias sobre dinastías condenadas a vivir el eterno retorno del subdesarrollo o de amantes perdidos en las entrañas de una capital europea. En su momento “los cuatro mosqueteros del boom” fueron el destilado de lo que significaba estar a la moda y ser talentoso. Ahora son los abuelos que a los lectores les toca leer en el colegio o en la universidad.

Le puede interesar: “Los seres humanos se han convertido en mercancías”: Juan Villoro

El libro Las cartas del boom reúne una muestra significativa de la correspondencia entre Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa. La publicación es muchas cosas al tiempo: una muestra de compadrazgo, una clase de literatura, un laboratorio de escritura y una radiografía de la cultura de América Latina. EL COLOMBIANO conversó con uno de los editores del volumen, el profesor Carlos Aguirre.

Lo que este libro confirma es que los más importantes novelistas del siglo XX en América Latina eran profundamente amigos. Podríamos decir que este libro es la historia de una amistad...

“Sí, este libro es la historia de cómo se fue forjando la amistad y luego cómo esa amistad permitió consolidar las respectivas trayectorias literarias, intelectuales, políticas de cada uno de ellos y también es la historia de cómo la amistad luego se fue resquebrajando. Esto último pasó sobre todo a partir de los primeros años de la década del 70 con los problemas que hubo en Cuba y las diferencias al interior del grupo respecto de la situación cubana.

El volumen de cartas que hemos podido recuperar refleja ese proceso. Es decir, empiezan gradualmente, luego hay unos años de máxima correspondencia, que luego va disminuyendo hasta casi extinguirse. En parte porque esa amistad se fue resquebrajando, pero, también, porque cada uno fue tomando rumbos diferentes. Algunos eran grandes escritores de cartas, otros no tanto. Cortázar, por ejemplo, mantuvo una correspondencia con ellos, pero también con otros. Hay cinco tomos de cartas de Cortázar. García Márquez, por su lado, escribía menos cartas. De manera que la segunda parte de la correspondencia es mucho menos numerosa y yo diría incluso menos trascendente en términos de la historia de este grupo de escritores”.

¿Estas cartas también podrían ser el laboratorio del boom o simplemente son una tertulia entre amigos?

“Sí, efectivamente, estas cartas son una especie de laboratorio, de cocina. Es decir, sobre todo en los años iniciales, en la década del 60, hay ahí reflexiones, lecturas mutuas que incluyen, por supuesto, elogios, a veces superlativos, entusiasmos, pero también hay reservas y críticas. Hay algunas cartas que son ejemplares en la transparencia de aquello que permite la amistad. Es decir, decirle lo que me gusta y lo que no me gusta. Por ejemplo, hay una carta de Cortázar a Fuentes cuando lee el manuscrito de Cambio de piel, que tiene observaciones de un lector entusiasta, pero también con algunas reservas.

Y Fuentes le contesta y le agradece y dice “voy a incorporar algunas de tus sugerencias”. De hecho, Cambio de piel termina siendo dedicada a Julio Cortázar y a Aurora Bernárdez. Aparte de que leían sus manuscritos, o en algunas casos el libro ya publicado, también comparten lecturas, autores. Por ejemplo, hay varias cartas en las que comentan reseñas que se han escrito sobre algunos de ellos y hay una especie de complicidad, de cerrar filas. Y también hablan de otros escritores, de otros grupos. Hablan de la novela de la generación anterior a ellos. Hay intercambios ahí sobre, por ejemplo, Carpentier. Fuentes escribe en términos muy elogiosos de Carpentier. Este libro es una especie de historia de cómo estos autores fueron desarrollando sus inclinaciones literarias y fueron nutriéndose de lecturas comunes.

Y un detalle más, y lo decimos en la introducción, es que, por lo general, compartían esta idea central de que estaban reescribiendo la literatura latinoamericana. Todo estaba por hacerse. Había una especie de adanismo. Reconocían, por supuesto, los aportes de generaciones anteriores, pero había una necesidad de tomar distancia. Es el clásico ejemplo de una nueva generación que para presentarse y consolidarse necesita romper con el pasado. Y ellos tuvieron mucho de eso. Compartieron este afán de modernidad, que tiene que ver con la época: los 60, la revolución cubana. Era una década de experimentación y ellos eran muy conscientes de su papel”.

¿Qué imagen le queda de cada uno de los autores? ¿Qué tipos de corresponsales fueron Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez?

“Para quienes nos acercamos a estos materiales, cuesta a veces distanciarse con la debida objetividad, porque luego conocemos las trayectorias que siguieron. Y entonces lo que tenemos que hacer nosotros los editores, pero, por supuesto, también los lectores, es imaginarnos en ese momento, retrotraernos a los finales de los años 50, cuando ellos eran unos desconocidos. Vargas Llosa en el 58 era un estudiante en Madrid, que no sabía qué hacer con su vida, y se va a París y empieza a trabajar en cualquier cosa. Cortázar había publicado, pero estaba lejos de ser el escritor consagrado. García Márquez había publicado dos o tres libros a fines de los 50 o a comienzos de los 60, que habían pasado casi desapercibidos, aunque alguna gente prestó atención. Fuentes fue quien tuvo un éxito más temprano, con La región más transparente. Además, Fuentes estaba involucrado en el ambiente cultural mexicano, dirigía una revista y era muy activo. En términos de la conformación de redes, de grupos, de contactos, definitivamente Fuentes, de los cuatro, era el más activo.

Cada uno venía de un mundo diferente, que es otra cosa curiosa, porque pudo haber sido de otra manera. Pudo haber habido dos argentinos y dos mexicanos. Pero no. Fueron cuatro escritores de cuatro países diferentes, con cuatro maneras de usar el castellano y con cuatro personalidades, hasta cierto punto diferentes. Lo que queda claro es que durante varios años, a lo largo de la década del 60, los cuatro empiezan, sin decirlo explícitamente, a pensar en los otros tres como parte de un grupo de amigos, de escritores y de intelectuales, que compartían muchas cosas.

Le puede interesar: Los setenta años de Roberto Bolaño

Nosotros hemos contabilizado las cartas de uno a otro, en las que se menciona a un tercero o incluso a los cuatro. Digamos, Fuentes le escribe a Cortázar y le dice “hoy estuve con Gabo y pasado mañana voy a cenar con Mario”, y ya está. Ellos mencionan a otros escritores, naturalmente, y ellos mismos tenían correspondencia también con otros amigos. Pero lo que las cartas demuestran, leídas consecutivamente, en orden cronológico, es cómo se fue forjando ese compadrazgo, esa pachanga de compadres, como la llamó García Márquez en algún momento.

De manera que las personalidades eran diferentes. La de Fuentes fue muy expansiva, obsesiva, quería abarcarlo todo. Cortázar fue más discreto y allí que tuviera más tiempo de escribir tantas cartas. Vargas Llosa, digamos, es disciplinado, pero disciplinado hasta la obsesión. Y eso hace que a los 33 años ya había publicado tres obras maestras. García Márquez, en fin, fue gradualmente preparándose para esa obra maestra que es Cien años de soledad, que es el momento cumbre del Boom. Ese año es clave, el 67 en la historia de la literatura latinoamericana.

Y García Márquez no escribió muchas cartas, mucho menos las guardó, casi no hay cartas a García Márquez porque no tenía esta obsesión que sí tuvieron Fuentes y Vargas Llosa, de guardar todo. Los archivos de Fuentes y Vargas Llosa son impresionantes”.

¿Por qué publicar un libro del boom a esta altura? ¿Qué siguen significando estos autores para la cultura en general de América Latina?

“Fue un fenómeno que trascendió la figura de estos cuatro autores. Fue un momento bastante más amplio, más plural. No hay un consenso en fechar cuándo empieza ni cuándo termina. No hay un consenso en los nombres de quienes deben estar incluidos. Tampoco hay un acuerdo de incluir a la generación de Asturias, Carpentier y Borges, que fueron una especie de precursores, al menos para ciertos críticos. Obviamente José Donoso y Guillermo Cabrera Infante fueron parte del Boom.

Desde ciertos sectores se atacó al boom por considerarlo un fenómeno comercial, creado por editores ávidos de vender. Por supuesto para publicar tiene que haber editores. No hay manera de que no sea así. Pero como dijo Cortázar en alguna oportunidad: “A nosotros no nos hicieron los editores. Los editores nos descubrieron e hicieron dinero con nuestros libros”.

Cien años de soledad, por ejemplo, se escribió en Ciudad de México, en condiciones poco propicias. La ciudad y los perros la escribió Vargas Llosa en medio de una vida bastante precaria. Entonces el Boom tiene una dimensión editorial, por supuesto, pero también es un fenómeno que pocas veces se ha repetido.

Le puede interesar: Defensa a la democracia y ataque a la industria de las armas, así fue el discurso del Premio Cervantes Rafael Cadenas

En él confluyeron escritores de gran talento, que produjeron obras de gran envergadura. Eso es lo que a mi juicio lo hace irrepetible. Las condiciones que lo hicieron posible ya no existen. Y como hemos escrito en la introducción, la Revolución Cubana fue uno de los elementos más importantes para crear las condiciones que hicieron posible el Boom. No para crear condiciones que hicieron posible que algunos escritores escribieran grandes libros. Eso tiene que ver con el talento, la disciplina, el esfuerzo. Pero este fue un boom también, como lo dijo García Márquez, de lectores. Y de lectores no solamente en lengua castellana, sino en otras lenguas. Y eso tiene que ver con el interés que la Revolución Cubana generó sobre América Latina. Hay una confluencia aquí de factores que lo hicieron posible y que son irrepetibles.

Para entenderlo usamos la metáfora de la orquesta. Se trató de una orquesta con enorme talento distribuido a lo largo de distintos países. Pero dentro de esa orquesta había un cuarteto que destacaba. Y creemos que es un dato que nos puede gustar o no, pero está claro. Cuando se habla del boom, si hay cuatro nombres que nadie va a negar que son parte de ese fenómeno, son esos cuatro. No cabe la menor duda de que estos cuatro son los abanderados”.

El empleo que buscas
está a un clic
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD