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Don Alirio, el cónsul del sonido afro en Medellín

Carlos Mario Mojica es un picotero que lleva catorce años radicado en la capital paisa. Hace parte de la cultura sonora del Caribe colombiano.

  • Carlos Mario Mojica es un picotero itinerante que se presenta en diferentes bares y discotecas de Medellín. FOTO Manuel saldarriaga
    Carlos Mario Mojica es un picotero itinerante que se presenta en diferentes bares y discotecas de Medellín. FOTO Manuel saldarriaga
16 de agosto de 2022
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Aunque a simple vista parezcan lo mismo —a fin de cuentas manejan tornamesas y discos—, Carlos Mario Mojica reivindica la diferencia entre los picoteros y los djs. En pocas palabras, el picotero es el resultado de una cultura —la del Caribe— y también es el guardián de la memoria musical: “Un picotero tiene el conocimiento histórico y anecdótico de en qué momento llegó un disco, quién fue el primero que lo adquirió, en qué fiesta sonó por primera vez”. El picotero es un sabio ambulante de la música afrocaribeña que hace bailar a la gente, que a su paso enciende las fiestas.

Radicado en Medellín hace catorce años, Carlos Mario es un hit de las fiestas y del circuito nocturno de la capital antioqueña. Con ojo y oído de experto sabe con cuáles canciones el público siente el impulso de salir a la pista de baile. También carga en sus espaldas la misión –propia de los juglares de su especie– de dar a conocer temas que las parrillas de las emisoras tradicionales suelen archivar o dejar en el olvido sonoro.

EL COLOMBIANO habló con el único picotero de la ciudad, en su casa y estudio de trabajo.

¿Cómo descubre su vocación de picotero?

“Porque yo nací en Barranquilla, crecí en Barranquilla, en el barrio Las Palmas, un barrio absolutamente melómano, un barrio lleno de artistas por todas partes, lleno de músicos, lleno de coleccionistas de discos de vinilo. Y obviamente también alrededor había varios picós, por lo menos cerca de mi casa. Tras las tornamesas estaba el swing Safari, estaba el Jimmy, había varios”.

¿El tamaño de un picó normal cuál es?

“Es una cosa absurda, porque es que hubo un momento en el que el tamaño podría ser de dos metros por dos metros, alto por ancho. En este momento pueden tener tres, tres por tres. Y la otra cosa es que no es una caja. Pueden ser hasta seis cajas. Imagínate seis cajas de tres por tres que realmente no suenan todas al mismo tiempo, ahí lo que sucede es que los propietarios, lo que se han encargado es de tener tres cajas para tocar en simultánea en diferentes sitios”.

¿En qué época aparecieron los picós?

“En la Barranquilla de mediados de los 30 ya había parlantes sonando. Pero, en los 50, pasó algo que tiene que ver con la cultura jamaiquina y fue que se democratizó ese entretenimiento entre las clases populares, esos parlantes sí se convirtieron en protagonistas, y de ahí vienen los picós. Al principio eran unos parlantes sin dibujo, así que la intervención artística es lo que los diferencia de los sound system del mundo. En el mundo hay es sound systems, sobre todo en Jamaica, en las costas inglesas, en Brasil, en Nueva York, hubo momentos en que fueron populares. La diferencia es que el nuestro, el colombiano, el Caribe tiene un dibujo. Los otros son parlantes fragmentados”.

Es decir que el picó y los sound system y los sonideros vienen a ser como primos...

“Es lo mismo. La diferencia es que el colombiano tiene el dibujo y la diferencia también es musical. En el caso de Jamaica, los sound system jamaiquinos promovieron todo lo que giraba alrededor de la cultura del reggae, dancehall, rocksteady, ska y dub. En México sí se enfocaron más en la cumbia, en revoluciones rebajadas, y en Colombia sí fue mucho más extensa.

Por lo menos Barranquilla y Cartagena fueron mucho más extensas que las otras dos, porque acá se adoptó y se promovió música de todo el mundo, desde ritmos argelinos hasta música de los Balcanes, highlife nigeriano. Todo lo que sucedió en Latinoamérica a nivel afro antillano y a nivel folclórico tradicional. Y lo que sucedió obviamente en esa Nueva York de los 70, tanto con la salsa como con los ritmos más anglosajones, un new wave. Todo eso era un espectro musical mucho más amplio”.

¿Estos eventos son al aire libre?

“Al principio sí lo fueron. Fue precisamente como una forma de resistencia para democratizar el entretenimiento entre las clases populares. ¿Cómo lo hacían?: como no tenían las posibilidades de ir a ciertos sitios en donde se presentará a X o Y artista, lo que hacían las clases populares era que se tomaban las calles. En ese momento no existía ningún tipo de problema, ni existía ningún tipo de prejuicio con eso o no había normas que lo impedían. Ya los tiempos cambiaron y obviamente con el decreto, con la cuestión del código de policía, tú no puedes armar eso, no puedes tomarte la calle así porque sí. El picó ya no suena en las calles, suena en sitios cerrados”.

¿Existe un censo de cuántos picoteros puede haber en el país?

“En este momento en Barranquilla yo creería que hay más de 500 registrados. Yo no te puedo hablar de Cartagena porque no soy cartagenero, pero sí podría decir que en Cartagena yo creería que puede haber mucho menos, obviamente por el tamaño de la ciudad, pero creería que pueden haber algunos 70 o, voy a ser un poquito exagerado, podría decir que 100. No sé si están registrados, pero estoy seguro de que en la ciudad puede haber eso, pero en Barranquilla sí sé y eso te estoy diciendo, los que conozco puede haber más que antes, porque en cada barrio puede haber dos”.

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