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¿Mejor película? Usted decide si es buena o mala

En sentido práctico, no hay una película mejor que otra. Esta es la razón.

  • ¿Mejor película? Usted decide si es buena o mala
Usted decide si es buena o mala
03 de febrero de 2020
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Infográfico

Cuando escuche que una cinta está nominada a Mejor película, desconfíe. Es imposible saber si un filme es mejor que otro, no porque no lo sea, sino porque los gustos están por encima de la calidad de las proyecciones. Hasta el más desprevenido espectador puede desgarrar en llanto o llamar a su ex luego de ver Historia de un matrimonio; otro asistente puede aburrirse hasta despertar del sueño profundo cuando aparezcan los créditos finales. El uno dice que es buena y el otro, mala. ¿Quién tiene la razón? Y, más allá de la valoración, ¿qué es lo que importa a la hora de ir a una sala?

Hay espectadores para todo: desde las comerciales Jumanji y Frozen 2, con producciones de muchos millones de dólares, hasta las llamadas independientes –básicamente con más bajo presupuesto–, como Parásito, que ha arrasado en premios y festivales. Están los solitarios y los que van con un ser querido. También hay empeliculados que van por el simple placer o los que quieren aprender.

A veces los hay de muchos tipos, como Yanneth Santamaría: “He visto películas de las que todo el mundo habla bien, de las que a pocos les gustan, de las que dan sueño, de las que dan rabia, de las que se entiende poco o nada”. Le agrada ver de todo porque lo más importante para ella es que estar sentada ante la gran pantalla, esa se convirtió en su forma de recogimiento personal.

Le llegó al corazón la Historia de un matrimonio (disponible en Netflix), un doloroso relato sobre el divorcio de una pareja de esposos y los lazos que aún los unen (como tener hijos). La conmovió en especial porque dos años atrás se separó de su exesposo. El cine la volvió a conectar con su pasado, que es parte de lo que ella busca al ir a una sala.

En Colombia

En 2019 se batió récord en asistencia a salas del país. En materia de espectadores y venta de boletería se vendieron 73,1 millones de entradas, 14,2 % más que en 2018, un crecimiento que siguió la tendencia de la década (ver gráfico). Las tres más vistas de 2019 fueron Avengers: Endgame (5,9 millones), Toy Story 4 (5,2 millones) y El Rey León (4,7 millones).

Según estas cifras, el público colombiano ve, sobre todo, superproducciones de Hollywood, cine de evasión y entretenimiento. Con las producciones colombianas, las más taquilleras, desde la década de 1980, siguen siendo comedias.

De esto también da cuenta el estudio Dinámicas de consumo del cine colombiano publicado en 2019. A partir de 443 encuestas a espectadores de diferentes edades y estratos en Bogotá, Cali y Medellín, los investigadores analizaron el comportamiento y lo que motiva a ir a los teatros a cada persona. La mayoría respondió que fueron “por entretenimiento”, seguido de “por pasar el rato” y finalmente “por aprender”.

En cuanto a los géneros, los encuestados prefieren ir a ver acción, terror-suspenso y comedias, respectivamente. Otro estudio realizado en 2018 por Cine Colombia Distribución sobre infraestructura, industria y estrenos, tiene conclusiones similares. Durante 2018 el 38.1% de los espectadores prefirió ver películas de acción, el 21% de animación y el 12 % terror.

“El público nacional está dividido en dos: uno muy conocedor y otro que le gusta divertirse”, comenta Natalia Jane Bullet, una de las autoras de la publicación.

Otras conclusiones interesantes fueron que el estrato socioeconómico 3 fue el más representativo (41,8 %) y el estrato que menos asistió a las salas fue el 1; la frecuencia de asistencia de la mayoría (29%) de espectadores fue de dos visitas por mes.

Elegir

¿Qué hace que vayamos a ver comedias colombianas, cine de evasión, o la última de Avengers?, se pregunta el profesor Carlos Mario Pineda. Para él hay varios elementos: es el acto social: “En esto las exhibidoras se dieron cuenta de que mueven más dinero por lo que ofrecen: golosinas, crispetas y combos de comida”. La segunda razón, dice, son las campañas de las superproducciones: “Se invierten grandes cantidades de presupuesto en promoción porque luego se devolverá en taquilla”. El psicólogo clínico y profesor en la Institución Universitaria de Envigado Fredy Romero Guzmán, indica que esa relación entre publicidad y psicología se trabaja mucho para llegarle al consumidor: “Lo gráfico y sonoro que hay detrás de cada cinta llega a las emociones. Se busca que a cierto público les guste ese tipo de cine”. De algún modo, todas las estrategias están dirigidas a capturar más público: el tipo de película, los efectos, las crispetas, los descuentos, las membresías VIP.

En ese orden de ideas, la calidad de la película es un elemento terciario. Dice el docente Carlos Mario que un alto número de espectadores va “porque quiere evadir la realidad, por divertimento o olvidarse del trabajo” y que puede haber personas que van sin que importe siquiera lo que van a ver. Muchas veces se elige ir a cine para acomodarla en el horario disponible.

Cualquiera sea el género o si es comercial o no, en la práctica no hay diferencia de gustos. Si quiere valorar el largometraje técnicamente, hay criterios que pueden ayudar (ver recuadro) a sacar conclusiones y saber si, en cuanto a la calidad, es buena o no. Pero no va a haber consenso.

Pineda explica que hay que pensar en que existen varios grupos de espectadores, cada uno con sus propios intereses: están los cinéfilos que siguen a un autor y rastrean nuevas producciones; está el público mediático que se guía por lo que más suena en los Oscar o los Globos, o los interesados en el tema, como sucede con los fanes de Star Wars o el Universo Marvel, o el drama de Adam Driver y Scarlett Johansson que eligió Yanneth.

Ahí está el quid de por qué es complejo e imposible coincidir en gustos. Cada valoración depende del grupo en el que se ubique. Para unos Parásito (en cartelera) es una obra maestra, para otros aburrida y larga. “La valoración depende del colectivo en el que esté y los criterios particulares que se usen, emocionales, de mercado y de conocimiento. Lo difícil es poner esos criterios en diálogo. No podemos decir si es buena o mala si no nos ponemos en el mismo lugar de análisis”, explica el profesor de cine Carlos Mario Pineda. La octava entrega de Rápidos y furiosos estrenó el año pasado y dejó 758 millones de dólares de ganancias. “Es buena para el que le gusta la acción y para el productor, pero es mala para los cinéfilos”, dice.

Esa relatividad la ejemplifica con la parábola india en la que un grupo de hombres ciegos tocan a un elefante para saber cómo es. Cada uno de ellos palpa una parte distinta y luego comparten sus observaciones de qué fue lo “que vio”. Ninguno coincide.

La imposibilidad de encontrar una única verdad en una película es similar: es difícil saber si una es buena o mala, porque no se sabe con qué ojos la está mirando cada espectador..

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