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“Las condiciones en Puerto Rico politizan a cualquiera”: Jorell Meléndez Badillo, historiador que participó en DeBí TiRAR MáS FOTos, de Bad Bunny

Jorell Meléndez, el historiador puertorriqueño que colaboró en el último disco de Bad Bunny, habló con EL COLOMBIANO sobre el impacto del reguetonero y la actualidad de Puerto Rico.

  • Para presentar el disco al público, Bad Bunny hará una residencia de 21 fechas en el Coliseo José Miguel Agrelot de Puerto Rico, también conocido como ‘El Choli’, algo sin precedentes. Foto cortesía y Aurora Santiago Ortiz.
    Para presentar el disco al público, Bad Bunny hará una residencia de 21 fechas en el Coliseo José Miguel Agrelot de Puerto Rico, también conocido como ‘El Choli’, algo sin precedentes. Foto cortesía y Aurora Santiago Ortiz.
15 de enero de 2025
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Uno de los grandes colaboradores de Bad Bunny en su más reciente disco DeBÍ TiRAR MáS FOToS es el historiador Jorell Meléndez-Badillo, catedrático auxiliar de Historia Latinoamericana y Caribeña en la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos) y autor de varios libros, el más reciente Puerto Rico: Historia de una nación.

Para saber más: Bad Bunny conquista el 2025: DeBÍ TiRAR MáS FOToS arrasa en Spotify

Justamente por ese libro es que Bad Bunny y su equipo buscaron a Jorell, porque querían incluir apartes de la historia de Puerto Rico en las imágenes que acompañan las canciones del disco en YouTube.

DeBÍ TiRAR MáS FOToS es un disco sobre Puerto Rico y su historia, su presente y su futuro, es música y es política, y lo que no alcanzan a decir las canciones, lo dice Jorell en sus textos que hablan de identidad, colonialidad, de los españoles y los ‘yanquis’, de las luchas por la independencia, del grito de Lares, la explotación, los asesinatos, la represión, la masacre de Ponce, la Ley Mordaza, la diáspora, la economía, la dependencia, habla de Borinkén y los otros nombres que ha tenido la isla, de los indígenas, los esclavos, la insurrección, la americanización, la educación, las mujeres, sus luchas, los cañaverales, los jíbaros, los machetes, la dignidad, los huracanes, la devastación, la salsa, la bomba, la plena, el reguetón, la desobediencia, el coquí y el sapo concho, los apagones, el abandono. Un poco de todo.

Y esa historia de Puerto Rico es también la historia de América Latina. Porque somos, ante todo, “un pasado común”, “un deber ser que no termina de ser: defrauda, no sucede”, como escribió Martín Caparrós en su libro Ñamerica, y si algo nos ha hecho sentir que somos y ha configurado el mapa y el sentir de lo latino es Puerto Rico, que hace rato nos está poniendo a cantar y a bailar, nos está hablando de nosotros, y nos ha dado algunos de lo referentes culturales más relevantes de los últimos años, desde Ismael Rivera y Héctor Lavoe, hasta Calle 13, Daddy Yankee y Bad Bunny.

Puerto Rico es, de alguna manera, es nuestro horizonte. Para saber más de la isla y su historia, y de Bad Bunny y su disco, EL COLOMBIANO habló con Jorell Meléndez.

¿Cómo se dio la colaboración con Bad Bunny?

“Pues mira, es una locura, yo estaba de viaje por Europa con mi familia, en vacaciones de Navidad. Me había prometido que no me iba a llevar la computadora porque no iba a trabajar, y recibí una notificación en mi Instagram y resulta que era alguien del equipo de Bad Bunny y cuando lo añado, inmediatamente me envió un texto “hola, te interesaría tener una conversación sobre colaborar, hablamos por teléfono”, me explicaron el proyecto que Benito tenía en mente y así arrancamos”.

¿Cómo decidió de qué iba a escribir?

“Esto fue muy colaborativo. Benito quería hablar de unos temas en particular, de ‘las carpetas’ que tiene que ver con la represión en Puerto Rico, de los gobernadores militares, y yo me amoldé a eso pero sin perder la esencia de cómo yo veo la historia, porque parte de mi proyecto intelectual es hablar sobre la agencia que hemos tenido sobre nuestra historia y cómo los puertorriqueños nunca hemos sido dóciles. Esa noción de la indocilidad puertorriqueña es bien importante, porque parte del discurso colonial es que somos dóciles por naturaleza. Cuando ellos me contactan saben la onda por donde yo voy, y creo que eso va muy afín con cómo está pensando Benito la cuestión cultural política.

Para mí ha sido una alegría porque esto me permitió ir más allá de una historia general y cronológica, de Colón, la conquista, los taínos y los gringos, sino hablar de sujetos como Luisa Capetillo, Pedro Albizú Campos, Juana Colón, Cha Cha Jiménez, Antonia Martínez Lagares, Adolfina Villanueva...”

¿Por qué decidió escribir un libro sobre la historia de Puerto Rico?

“Fue una casualidad. Yo quería escribir un libro académico sobre las redes anarquistas y se lo comenté a la editora de Princeton, Priya Nelson, a ella le gustó la idea pero me dijo que antes le interesaba un libro de historia general de Puerto Rico para un público más amplio. Ese es un tipo de libro que uno escribe más adelante en la carrera, yo recién estoy empezando, pero yo vengo de un entorno de clase trabajadora y cuando te dan una oportunidad la coges o vives toda la vida lamentándote que pudo haber pasado, entonces dije que sí.

Al final fue un proceso de reflexión de mi propia condición como sujeto diaspórico. Una de las cosas que hace el libro es intentar pensar a Puerto Rico más allá de su geografía, con aquellos puertorriqueños que están fuera de las isla y eso no se había trabajado en los libros de historia tradicionales. Es un libro muy del presente, de cómo llegamos a donde estamos”.

El presente incluye el reguetón....

“Sí, definitivamente yo creo que lo que está pasando en el reguetón también es parte de lo que está pasando en Puerto Rico. Es que las conversaciones que se están dando son tan y tan potentes y la realidad que estamos viviendo es tan y tan jodida que marca la producción cultural e intelectual. Yo creo que por la crisis que se da en Puerto Rico desde 2006 hay una ruptura de nuestra memoria colectiva y un sentido de urgencia que ha recaído en la cultura porque no hay un proyecto de Estado, el Estado está colapsado, y ante ese vacío está la producción cultural, hay una gran riqueza cultural ahora mismo en Puerto Rico, y no sólo la música, sino a nivel de arte callejero, pequeños museos...”

¿Cómo entiende la politización de Bad Bunny?

“Yo creo que si le preguntamos a Benito, él no se entiende como un sujeto político activo, como activista, sino como artista, pero yo creo que un artista que no puede desligarse de las condiciones materiales que está viviendo. Hace días mi compañera de vida, Aurora Santiago Ortiz, que es profesora de estudios de género en mi universidad, me decía de Bad Bunny que su vida adulta fue frente a las cámaras. Él va a la universidad, no la termina y entra a la estratosfera de la fama global, entonces va politanzándose en el proceso, porque las condiciones en Puerto Rico politizan a cualquiera.

Un tema como El Apagón, yo no creo que él quisiera hacer un himno de eso, pero está cabrón que se nos vaya la electricidad todos los días, no hay forma de hablar de la realidad sin estar atada a eso, lo mismo pasa con el desplazamiento, la proliferación de alquileres a corto plazo como AirBnB, los aviones llenos de puertorriqueños llorando porque no se quieren ir.

Pero ojo, es humano, tampoco podemos esperar que Benito nos salve o que sea el portavoz, pero creo que han habido una serie de procesos como el verano del 2019, con las protestas masivas en Puerto Rico donde él paró una gira en Europa para participar. Esos son momentos de ebullición social donde los sujetos que participan se politizan, yo creo que eso es lo que estamos viendo. Y de nuevo, yo creo que vivir aquí politiza al que sea”.

Las cosas van cambiando...

“Si, yo creo que las cosas están cambiando, y en relación a Bad Bunny, creo que él ha sido crucial, por ejemplo, para movilizar al sector más joven hacia el voto en las pasadas elecciones, para concientizar. Aquí estamos teniendo una conversación sobre el desplazamiento, la migración, el exilio, y él está participando en esa conversación y la está amplificando, eso es lo que esta haciendo, por ejemplo, con la historia de Puerto Rico, le está dando una plataforma y creo que todo eso ha movido a otros hablar de política y ha marcado el reguetón de manera positiva. De momento hablar de política se hizo cool y aceptable dentro de estos circuitos, y para bien.

Yo vengo del mundo del punk, y hay esta banda de hardcore punk de Puerto Rico que se llama Tropiezos, qué dice, hablen de revolución para que las masas absorban esa energía, y yo creo que algo de eso hay.

Bad Bunny marca un precedente cultural, estético y discursivo. A nivel global es un referente latinoamericano. También hay una cuestión de mercadotecnia aquí, él está atado a una maquinaria de producción de capital, que todos estos artistas también latinoamericanos están participando en ella, o aspiran a eso. Pero mientras ese impacto sea más politizado yo creo que ganamos. Es una victoria a nivel discursivo, político, porque se está moviendo de canciones donde están insultando a las mujeres o hablando de todas las prendas que tienen a otros asuntos”.

¿Cómo termina un punkero escuchando Bad Bunny?

“Yo creo que en parte ha sido mi experiencia diaspórica, ahí conecto con mi puertorriqueñidad de otra manera y empiezo a escuchar salsa y reguetón, además, yo creo que Bad Bunny no es reguetón tradicional.

También creo que dentro del punk hay como unos puntos de contacto con el reguetón, particularmente esta cuestión de venir de la calle, de los caseríos y de hacerle frente al estado. Estas canciones que eran bien hipersexuales en los 90 respondían a la represión del estado, porque les pusieron designación de pornografía y hubo un debate bien grande en Estados Unidos y en Puerto Rico. Hay algo en el reguetón, como un espíritu que captura la esencia del punk, lo que pasa es que el punk al ser anti-sistémico no pretende vender, es producto de la rabia, el reguetón es un producto para consumir y vender”.

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