La primera vez que Jorge Barón se paró en el escenario del Show de las Estrellas lo hizo disfrazado de lustrabotas, aprovechando el vestuario de las programadoras de televisión, todo porque no tenía con que comprar el traje con el que soñaba estar frente a las cámaras.
Desde sus inicios en la radio de Ibagué, recorría como locutor los barrios de la capital del Tolima, anhelaba aparecer en televisión tal y como lo hacían los presentadores italianos de la época, de sacoleva, chaleco y corbatín.
Solo unos meses después de estar al aire, se pudo dar el lujo de comprar su esmoquin, le costó 200 pesos, y no solo cumplió un viejo anhelo, sino que creó un estilo como presentador.
De eso ha pasado tanto tiempo, que el Show de las Estrellas está en plena celebración de sus 50 años al aire, con una serie de 12 conciertos por ciudades del país, que comenzó el pasado 5 de mayo en Amalfi, nordeste de Antioquia.
La primera emisión del popular formato fue desde los estudios de Inravisón, en la calle 26, en Bogotá, el 24 de mayo de 1969, bajo el título de El show de Jorge Barón y su estrella invitada. La caja mágica aún era a blanco y negro y el programa solo duraba media hora, se veía todos los sábados a las 4:30 de la tarde.
Don Jorge recuerda para EL COLOMBIANO que en el programa La nueva ola club, todavía en Ibagué, soñaba con el mundo de las cámaras. Con los años no solo se convirtió en protagonista de la pantalla chica, sino en empresario y dueño de una programadora que llegó a tener simultáneamente al aire telenovelas, noticieros, magazines y, por supuesto, el Show de las Estrellas.
“Puedo decir, sin ser pretencioso, que todas las grandes figuras de la canción hispana estuvieron grabando con nosotros”, recuerda don Jorge en su entonado acento, tal y como si estuviera en ese momento en una tarima. Razones de peso tiene para sacar pecho cada vez que recuerda nombres como los de Raphael, Julio Iglesias, Vicente Fernández, Rocío Durcal y una interminable lista de artistas que le hacían lobby para poder cantar en su programa.
Tampoco olvida el día que estuvo muy cerca de tener en el set al Rey del Pop, al mismísimo Michael Jackson. Ya con contratos firmados y la logística lista para recibir al menor de los Jackson Five, el artista decidió cancelar una gira internacional que lo iba a llevar a Argentina y Brasil, con escala en Bogotá.
Confiando en su instinto de empresario y vendedor, prefirió no hacer bulla, con la posible llegada del artista de la caminata lunar, tal y como sus allegados le proponían, y así evitó hacer el mayor oso de su carrera.