Mientras persiste la desbandada de ministros y altos funcionarios del Gobierno Nacional, el presidente Gustavo Petro comienza a recomponer de a pocos su gabinete y a revelar los nuevos miembros que lo acompañarán en la recta final de su mandato. Todo lo anterior, en medio de los coletazos que sigue generando el accidentado Consejo de Ministros de la semana pasada.
Y es que justo el día que el jefe de Estado reveló que el exsenador Antonio Sanguino, de la Alianza Verde, llegará al Ministerio de Trabajo –en reemplazo de Gloria Inés Ramírez–, el director de Planeación Nacional, Alexander López, anunció su partida irrevocable del Gobierno.
Con López, ya son siete los miembros del primer anillo del presidente que deciden dar un paso al costado, en medio del descontento y las fisuras que implicó el arribo de Armando Benedetti a Palacio como jefe de despacho presidencial.
En contraste, apenas se conoce el nombre de tres de los nuevos escuderos del mandatario: además de Sanguino, el nuevo ministro del Interior, Gustavo García Figueroa, y la directora del Dapre (Departamento Administrativo de la Presidencia), Angie Lizeth Rodríguez.
A diferencia de los otros nombramientos, en el caso de Sanguino fue el propio Petro quien confirmó su llegada al Gobierno, destacando que “se echa sobre sí la responsabilidad de implementar la reforma pensional y sacar adelante, para la dignidad de las y los trabajadores colombianos, la reforma laboral”.
Sanguino –que también sonó para llegar al Ministerio TIC, como contó este diario–, ha sido concejal de Bogotá, senador por la Alianza Verde y, recientemente, mano derecha de la exalcaldesa Claudia López, quien lo nombró jefe de gabinete y que en su momento lo catalogó como “gran amigo, líder y bogotanólogo”. No obstante, hoy por hoy la exalcaldesa luce como antagonista del Gobierno y rivaliza de forma frontal con varias figuras del petrismo.
El excongresista hizo parte de la guerrilla del ELN y luego se integró durante una década a la Corporación Nuevo Arcoiris, desde donde comenzó a gestar su carrera política. Es sociólogo, magíster en Administración y Planificación de Desarrollo Regional de la Universidad de Los Andes y doctor en Gobierno y Administración Pública de la Universidad Complutense de Madrid, España.
Apenas horas después de confirmado el nombramiento, se conoció otra renuncia irrevocable: la de Alexander López, quien desde marzo de 2024 era director de Planeación Nacional. En su carta de renuncia, destacó “el firme propósito de garantizar el bienestar de nuestro pueblo”. López –considerado cercano al ala de la vicepresidenta Francia Márquez–, reclamó en el Consejo de Ministros que ni Benedetti ni Laura Sarabia “nos representan en este proyecto político”.
Nuevos funcionarios, mismos desafíos
Como bien se lo encomendó el jefe de Estado, una de las tareas inmediatas de Sanguino será sacar adelante la reforma laboral en el Congreso, que reanuda sesiones el próximo lunes. El proyecto, que contempla la modificación de la jornada nocturna y cambios en los recargos festivos y dominicales, ya pasó sus primeros dos debates en Cámara y aterriza al Senado, donde deberá superar otras dos discusiones.
La ponente del proyecto en Cámara, la representante María Fernanda Carrascal (Pacto Histórico), expresó tristeza por la salida de la ministra Ramírez. “Me da mucho pesar que se vaya cuando la reforma está a mitad de tramite”, dijo a EL COLOMBIANO; sin embargo, destacó que su partida puede ayudar para que ella comience a trabajar por la unidad del proyecto pensando en 2026.
Frente al nuevo ministro, Carrascal se declaró tranquila y señaló que “siempre ha estado cercano a nuestras causas y entiende la meta por la que vamos”. En esa línea, aseguró que, si bien llega al Ministerio cuando la reforma está “bastante construida” y el trabajo técnico “está hecho”, puede aportar desde la orilla política: a construir “muchos consensos y acuerdos dada su experiencia y bagaje en el Congreso. Ese manejo es el que se necesita en este momento para sacar la reforma”.
A propósito de la arena política, García, el nuevo ministro del Interior, también aterriza con el resto de afianzar las relaciones entre Congreso y Gobierno, buscando asegurar mayorías para el trámite de los proyectos en un año preelectoral, en el que usualmente los parlamentarios toman distancia del Ejecutivo y están pensando en elecciones.
Para el senador de oposición Carlos Fernando Motoa (Cambio Radical), si bien García se venía desempeñando como viceminsitro del saliente Juan Fernando Cristo, hoy por hoy “no hay mucha expectativa” frente a un cambio en el relacionamiento con el Congreso.
“En cada crisis ministerial se generan las mismas expectativas, se hace el mismo análisis, se hacen las mismas reflexiones. Pero cuando la cabeza no funciona, pues el cuerpo no responde y el presidente desafortunadamente no está cumpliendo las funciones constitucionales y legales”, señaló Motoa a este diario, advirtiendo que aún García está como encargado y no ha sido formalmente posesionado.
“La salida de Juan Fernando Cristo claramente genera una ruptura en la comunicación entre Congreso y Gobierno. Él tiene una experiencia amplia, una trayectoria, es un hombre que conoce bien el Congreso. Gustavo García ha venido trabajando muy de la mano de Cristo y podría recoger algo de esa experiencia”, precisó, instando al Gobierno a generar consensos.
Por su parte, el representante uribista Hernán Cadavid (Centro Democrático) señaló que en el Congreso el Gobierno seguiría apostando por transacciones burocráticas. “A 17 meses de terminar el Gobierno, con la campaña al Congreso ya en el horizonte, no les queda otro camino que profundizar la práctica ilegal en la que ya ha incurrido: la compra venta de sectores del Congreso”, dijo a EL COLOMBIANO.
Según Cadavid, ante la renuncia de varios ministros, “los partidos tradicionales que han estado ligados a la burocracia aprovecharán la circunstancia para fortalecerse en esa materia, comprometerse con algunos votos y, por esa vía, lograr afianzar la relación con el Gobierno”.
Finalmente, frente al nombramiento de la nueva directora del Dapre, Víctor Muñoz –quien ocupó ese cargo en el Gobierno anterior–, le aseguró a EL COLOMBIANO que su primer reto será garantizar la ejecución efectiva de las prioridades gubernamentales. “La Presidencia siempre ha funcionado como una suerte de torre de control donde es muy importante la articulación con el resto del equipo de Gobierno. Debe hacer seguimiento a la ejecución presupuestal y al cumplimiento de metas del Plan de Desarrollo”.
Para Muñoz, ya el propio presidente admitió que la ejecución de sus prioridades es muy baja e inferior al 25 % en la recta final del Gobierno. “La directora tendrá que garantizar la articulación entre las diferentes entidades donde haya puntos de discusión o desacuerdo. A ello se suma el funcionamiento al interior de Presidencia frente a la seguridad, la logística y disponerse para la operación de la Casa de Nariño”, agregó.
