x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

La Constitución que le dio vida a un país

En medio de las guerras independentistas, la promulgación de la Constitución de Villa del Rosario fue el primer paso hacia la vida republicana.

  • IMAGEN ARCHIVO
    IMAGEN ARCHIVO
01 de octubre de 2021
bookmark

Hace doscientos años comenzó la vida republicana y la definición de casi todas las bases del Estado colombiano, establecidas en la Constitución de Villa del Rosario de Cúcuta, con la que nació la República de Colombia. Todo sucedió en ese municipio del actual Norte de Santander, que se señala a sí mismo como la cuna del país.

El 20 de julio de 1810 se levantó el grito de la Independencia, pero todavía quedaban años de guerras en la región para alcanzar la verdadera separación de la Corona de España, lo que hacía parte de un movimiento independentista condicionado por el debilitamiento de la monarquía hispánica y la portuguesa que devino de las invasiones de Napoleón Bonaparte.

Avanzaba la Campaña Libertadora de la Nueva Granada, emprendida por Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, el primero buscaba la creación de la República de Colombia, unificando la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de la Nueva Granada. Para lograrlo, Bolívar convocó e instaló el Congreso de Angostura, que sesionó entre febrero de 1819 y julio de 1821 -aunque originalmente debía tomar lugar en octubre de 1820-, presidido por Francisco Antonio Zea y Diego Bautista Urbanejo. En él participaron treinta y dos diputados de las provincias Guyana, Margarita, Cumaná, Caracas, Barcelona, Barinas y Casanare.

“Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder; el pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo. Así se origina la usurpación y la tiranía”, pronunció Bolívar en la instalación del Congreso. Inspirado en ideales franceses, haitianos y norteamericanos, el entonces presidente de una República cuya independencia no se había consolidado ni política ni militarmente dejó claras las intenciones que tenía para la Nación en su “Discurso de Angostura”, texto de una claridad política y una proyección continental solo comparable con la “Carta de Jamaica”, la cual redactara pocos años antes.

Las sesiones, que tomaron lugar de forma bastante accidentada, concluyeron con el nacimiento de la Ley Fundamental, que fijó las bases para la Constitución que cumple doscientos años. En estos encuentros se definieron los roles del presidente, el vicepresidente y el establecimiento de la República. Mediante decreto se reglamentaron las elecciones de los diputados que representarían a los territorios en enero de 1821 en Villa del Rosario para definir el documento que, a su vez, regiría la Nación. Los habitantes eligieron a noventa y cinco diputados, cinco por cada provincia en libertad. Algunos de ellos fueron Pedro Gual, Rafael Lasso de la Vega, obispo de Mérida, José Félix de Restrepo y Luis Ignacio Mendoza.

Mientras tanto, Bolívar comandaba las tropas patriotas, que se enfrentaron contra las realistas -o sea, contra las que apoyaban a la monarquía- en Pore, el Pantano de Vargas y el Puente de Boyacá. Las batallas culminaron con la Independencia definitiva del virreinato de Nueva Granada. Con la victoria en la Batalla de Boyacá, Bolívar pudo llegar a Santafé de Bogotá, la capital, el 10 de agosto de 1819.

Aunque en el territorio ya existían algunos gobiernos independientes con sus propias constituciones, como las de Socorro, Cundinamarca y Mariquita, la reconquista española que sucedió desde 1815 mostró que esos documentos no tenían un alcance suprarregional. Aún faltaba mucho para poder proclamar una verdadera Carta Magna que definiera y rigiera al pueblo sin el yugo de la Corona. Ninguno de estos textos abarcaba una población tan grande ni significaba un proyecto de Nación.

Por lo anterior, fue diferente lo que pasó en Villa del Rosario a partir no de enero, sino del 6 mayo de 1821. El Congreso comenzó cuatro meses después de lo prometido debido a que murieron dos de los delegados de Simón Bolívar. El general Antonio Nariño fue designado por decisión del presidente para instalar el Congreso en la iglesia de ese municipio, con apenas cincuenta y siete diputados, poco más de la mitad de los elegidos. Los faltantes eran los representantes de tres provincias del sur: Quito, Guayaquil y Cuenca, así como los de Caracas y los del istmo de Panamá. Desde la fecha de instalación y hasta el 14 de octubre se aprobaron ciento noventa y un artículos y ochenta y dos leyes de la Constitución de 1821.

Las páginas de la nueva base del Estado tenían que llegar a todas las esquinas de la República, pero no había imprenta local. Hubo de viajar una desarmada desde Bogotá hasta Villa del Rosario, cargada por el impresor Espinosa de los Monteros, lo que le tomó casi tres semanas. El objetivo entonces fue reproducir la Constitución de 1821, darla a conocer a la población de la República de Colombia.

Si bien la mayoría de los habitantes, ahora colombianos, no sabía leer, la ciudadanía conoció su contenido por la difusión en voz alta de algunos oficiales que podían hacerlo. En pocos meses, en todo el territorio circuló el nuevo documento de la Constitución, algo inconcebible hasta entonces. Fabio Zambrano, director del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional, ve ese proceso de difusión como una revolución política en sí misma.

Sin embargo, ha implicado repercusiones para cubrir, difundir y estudiar los primeros momentos y sesiones de tan importante capítulo de nuestra historia la imposibilidad de que la instalación del Congreso en Villa del Rosario de Cúcuta fuera precedida por el traslado de la imprenta que ya había servido al Congreso de Angostura. Dicho con las palabras con las que se inauguraba en septiembre de 1821 el primer número de la Gazeta de Colombia, el órgano de difusión oficial de la nueva República, “ya por lo distante y trabajoso de los caminos, y ya por la escasez de prensas”, esta misma dificultad se repetiría en otros momentos decisivos de la República, como la Convención de Ocaña (1828).

Las claves de la Constitución y las leyes aprobadas

A partir de la Constitución de Villa del Rosario de Cúcuta quedó establecida la obligación de la Nación para proteger con leyes sabias y equitativas la libertad, la seguridad, la propiedad y la igualdad de todos los colombianos.

La separación y el equilibrio de los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, la idea del gobierno popular y representativo, la decisión irrevocable de ser una nación libre de la monarquía española, la división bicameral del legislativo en Senado y Cámara y los atributos cívicos de los ciudadanos, con derechos y deberes, son algunas de las claves de la Carta de Villa del Rosario de Cúcuta.

Esta Constitución creó la idea de los ciudadanos libres e iguales ante la Ley, en su artículo 4, que definió como colombianos a todos los hombres libres nacidos en Colombia y a sus hijos, además de aquellos no nacidos en el país que estaban radicados en él cuando ocurrió la transformación política, quienes obtuvieran una “carta de naturaleza”.

Lo anterior era innegablemente contradictorio con la esclavitud. Por eso, el Congreso tuvo que dar pasos hacia su abolición con la Ley sobre libertad de partos, manumisión y abolición del tráfico de esclavos del 21 de julio de 1821, que prohibió la importación de esclavos desde otros países, estableció que los bebés nacidos de esclavas serían libres cuando cumplieran dieciocho años y que también lo serían todos aquellos mayores de sesenta. Sin embargo, en la práctica, la esclavitud no desapareció sino hasta unos treinta años después de la promulgación de la Carta, pues no era vista como contraria a la democracia por muchos criollos y hacendados, a pesar de que Bolívar fuera antiesclavista.

A partir de la promulgación, todos los colombianos tuvieron el derecho a escribir, imprimir y publicar libremente sus pensamientos y opiniones sin ningún tipo de revisión previa. También tendrían la posibilidad de reclamar por sus derechos “con moderación y respeto”.

Fabio Zambrano piensa que otro de los puntos cruciales de la Carta fue la creación de la base del ordenamiento territorial, que, hasta cierto punto, se mantiene hasta el día de hoy y que es fundamental para el funcionamiento del Estado. El territorio de la nueva República quedó dividido en seis departamentos, delimitados a su vez en provincias, y estas, en cantones. Parte de eso quedó escrito en la Constitución y una ley de junio de 1824 lo reglamentó.

Por otra parte, el académico resalta la creación del sistema de educación pública en Colombia, promovido por el general Santander mientras ejercía de presidente encargado, si bien este sistema y la filosofía de Jeremy Bentham fueron luego motivo de tensiones y disputas entre distintos letrados, sacerdotes y próceres a lo largo del siglo, incluidos Bolívar y Santander mismos.

La Carta de 1821 también destaca por instituir la presunción de inocencia para todas las personas hasta que se demostrara lo contrario y, en caso de que una fuera hallada responsable de lo que se le acusara, solo podría ser apresada con una orden de arresto validada y en la que fueran claros los motivos para esa acción. Armando Martínez, presidente de la Academia de Historia de Santander, opina que esta Constitución fue mucho más liberal de lo que se cree. Solo al inicio se menciona a Dios, “autor y legislador del universo”, pero no como fuente suprema de toda autoridad.

La Constitución de 1821 reconocía la posibilidad de que ella fuera insuficiente, pero también garantizaba el principio de legalidad o el espíritu de gran acuerdo y de continuidad institucional. En el artículo 191 estableció que solo “después de una práctica de diez o más años” en la que se descubrieran los inconvenientes de la Constitución se podría convocar nuevamente a su revisión, modificación parcial o cambio completo. Instalada la Convención de Ocaña en menos de diez años, o sea vulnerado el compromiso fundamental de dicho artículo, y exaltados los ánimos entre militares y civiles, neogranadinos y venezolanos, bolivarianos y santanderistas, ¿cómo podía acordarse una nueva Carta que mantuviera unidas a Bogotá, Panamá, Quito, Caracas y Guayaquil?, advierte el historiador Daniel Gutiérrez Ardila.

Esta Constitución fue reemplazada por la de 1830 y en 1831 se disolvió la República, motivada originalmente por el interés común de expulsar a los españoles. Otras seis Cartas y otras tantas guerras civiles y religiosas siguieron en lo restante del siglo: Colombia pasó años definiendo su naturaleza como Estado.

Enrique Serrano considera que esta región no estaba preparada ni para la Independencia ni para nuevas leyes, mucho menos para hacer una ruptura tan radical con el pasado. Acoplarse a los cambios que trajo la Constitución de Cúcuta no fue fácil para nadie. De hecho, piensa que la adopción verdadera de todo lo que ella implicó tardó lo restante del siglo XIX, ya que la cultura en la nueva República seguía muy anclada en la tradición monárquica. Además, en zonas como Pasto, Santa Marta o Cauca no hubo aceptación inicial de la nueva visión de Estado y sociedad, pues su patriciado seguía aferrado a la realeza, las prerrogativas coloniales o el esclavismo, a diferencia de Antioquia, Cundinamarca y los actuales Santanderes, que tuvieron una adaptación algo más decidida.

A su manera, los principios generales de la República de Colombia, como de nuevo se llama hoy, llegaron hasta la presente Constitución de 1991. El bicentenario es una oportunidad para rememorar los orígenes de un país en el que constitucionalmente viven ciudadanos libres e iguales ante la Ley y en el que en 1821 se eliminaron todas las propuestas monárquicas para empezar a definir un Estado Nación.

¿Estado nación?

Los “representantes de los pueblos de Colombia”, en 1821, crearon la norma superior de la República de Colombia, un Estado Nación surgido de las excolonias. De acuerdo con el libro Hacia la paz. Ideas y conceptos para una discusión urgente, publicado recientemente por la Universidad de Antioquia, la cuestión puede remontarse a la Paz de Westfalia, acuerdo firmado en 1648 en territorios de la actual Alemania. La identidad de religión, derecho y política, de Iglesia y Estado, bajo la que se amparaba la idea de la Cristiandad en Europa, había determinado sangrientas guerras civiles y religiosas ante la Reforma protestante y la Contrarreforma católica. Westfalia cambió las relaciones internacionales y los ordenamientos internos al afirmar la pax civilis, permitiendo, al menos en teoría, la libertad y la tolerancia religiosas o la sociedad civil, o sea una sociedad laica y pacífica; también, en contravía del derecho feudal, afirmó la idea de la soberanía, de forma que una población y un territorio no fueran patrimonio heredable por las monarquías, sino la base misma de la organización estatal. El concepto encuentra su consagración en la Constitución de Estados Unidos (1787) y, sobre todo, en la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano (1789): en el primer caso, mediante la fórmula “We the People” (“Nosotros, el Pueblo”), mientras que, en el segundo, se atribuía la “souveraineté à la Nation” (la “soberanía a la Nación”), no a ningún rey. Ambos casos inauguraron el republicanismo moderno y sentaron el precedente para que el naciente Estado colombiano se separara de todo pasado monárquico. En esta tradición intelectual destaca Antonio Nariño -quien tradujo, editó y difundió dicha Declaración- y en ella se inserta la Constitución de 1991, en la que el “Pueblo de Colombia”, “en ejercicio de su poder soberano”, también adopta el fin de “asegurar [...] la vida, la convivencia, el trabajo, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz”, reconociéndose como una Nación diversa étnica y culturalmente, con libertad de cultos y de conciencia.

Una restauración para celebrar

La conmemoración de los 150 años de la Independencia definitiva de España en 1959 permitió adelantar varias obras para exaltar los sitios vinculados con la gesta libertadora. Uno de ellos fue el proyecto que en su momento se conoció como la Plaza de Santander, en Villa del Rosario de Cúcuta, que abarcaba la zona comprendida entre el templo donde se reunió el Congreso en 1821 y la casa donde nació el general Francisco de Paula Santander. Este proyecto incluyó la compra de tres manzanas que se incorporaron al conjunto y dieron origen al actual Parque Grancolombiano, que se convirtió en el espacio público más significativo de Norte de Santander.

Con motivo ahora de la conmemoración de dos siglos de la firma de la Constitución de 1821, este simbólico lugar es nuevamente objeto de un proyecto de restauración, lo que permitirá devolverle al parque y a las estructuras que lo componen su importancia histórica, cultural y ambiental. No solo se le hará mantenimiento al templo histórico, que luego del terremoto de 1875 fue reconstruido con su cúpula -que hoy es uno de los símbolos de la identidad nacional-, sino también a la casa natal del general Santander, que es uno de los más importantes centros culturales y sociales de la región.

Así mismo, se recuperarán y se construirán nuevos senderos en el marco del proyecto arquitectónico organizado por el Ministerio de Cultura en 2012, lo que incluirá el sistema de riego, la iluminación y una nueva propuesta paisajística cuyo cuidado y mantenimiento recaerá en los aprendices de jardinería, jóvenes entre 18 y 25 años pertenecientes a poblaciones socialmente vulnerables y formados en la escuela taller de Villa del Rosario.

6
meses sesionó el Congreso de Cúcuta, que promulgó la nueva Constitución y hermanó, bajo la República de Colombia, a Quito, Bogotá, Caracas, Panamá y Guayaquil.
El empleo que buscas
está a un clic
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD