La política colombiana sigue sumida en un torbellino tras la sorpresiva llegada de Armando Benedetti al Gobierno Nacional, ahora en calidad de asesor de la Presidencia. Su regreso a la Casa de Nariño ha provocado una avalancha de reacciones, algunas directas, otras más discretas, reflejando las tensiones internas dentro del Ejecutivo.
Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social (DPS) y amigo cercano del presidente Gustavo Petro, expresó públicamente su respeto por las decisiones del mandatario, pero no dudó en unirse a las voces que pidieron aclaraciones sobre el nombramiento de Benedetti.
“Estábamos preguntándole en calidad de qué viene, nada más, y ya nos dio una respuesta: que viene a hacer de enlace con el Congreso y nada más”, declaró Bolívar al salir de un tenso consejo de ministros el pasado martes.
Sin embargo, poco después, el director utilizó sus redes sociales para lanzar un mensaje implícito, sin mencionar nombres, en el que mostró su desacuerdo con la inclusión en el proyecto político del gobierno de personas con “intereses diferentes al cambio”.
“Defendemos esta causa de aquellos y aquellas que tienen intereses distintos a un cambio real en Colombia. Si no cambiamos la forma de hacer política perdimos el tiempo. No habrá valido la pena”, escribió Bolívar.
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Recordó que es y seguirá siendo un escudero del jefe de Estado. “Mi lealtad total no es solo con el presidente Petro, es también con Colombia y con el proyecto político por el que miles de luchadores entregaron su vida, su sangre, sus lágrimas, sus ojos, su tiempo, su miedo, sus recursos, su sudor”.
Esta declaración refuerza la percepción de que el ambiente político dentro del Gobierno sigue siendo complejo y está marcado por diferencias que, si bien no siempre son evidentes, están latentes.