Todos los trabajadores –mil hasta la semana pasada– del puente Pumarejo llevaban pasamontañas, solo se les veían los ojos. Así se protegían de los 42 grados a la sombra que a las 11 mañana pegaban sobre la estructura. No había brisa. Durante las largas jornadas de trabajo todos sabían, cual religión, con certeza los días en que soplaba brisa, el lugar exacto del puente en donde hacía sombra, la hora exacta en que caía el sol.
Ahí está Harold Hernández, un barranquillero que llevaba cuatro años en la obra y quien dijo que el gran orgullo será venir con sus hijos a mostrarles el puente en el que él participó. “Esta es la mejor obra que hemos hecho acá en Barranquilla. ¿El calor? Pues usted ya se puede dar cuenta que acá hay poca sombra, las ventajas son que después de la una de la tarde empieza a soplar más fuerte el viento y que el paisaje del río Magdalena lo vale todo”.
Para entender cómo fue la estructuración del Pumarejo hay que saber que su construcción se inició el 19 de mayo de 2015. Es decir, fue en el gobierno de Juan Manuel Santos cuando se puso la primera piedra y se contrató la obra. La idea original fue de su administración. Tuvo un valor inicial de 641 mil millones y debido a sobrecostos y dos prórrogas terminó costando 136 mil millones más. Se hizo paralelamente al viejo puente Pumarejo, construido en 1974, básicamente, para garantizar la navegabilidad del río Magdalena y que buques de gran calado pudieran llegar a puertos como el de Barrancabermeja. Sin embargo, no hay recursos para demoler la vieja estructura, por esa razón, al día de hoy hay dos puentes. Este es el punto más cuestionado de la obra, la utilidad, ya que mientras exista el viejo no se garantizará dicha navegabilidad.
Uno de los grandes críticos de la obra es Lucas Ariza, director Ejecutivo de Asoportuaria, quien indicó que considera que este puente una muy buena noticia, “pero el Gobierno tiene dos pendientes: el primero es demoler el puente viejo, por lo menos en el tramo por donde está el canal navegable y el segundo es que se habiliten condiciones de dragado para que puedan llegar buques de mayor tamaño. Entonces sí, el puente nuevo es muy bonito, pero su utilidad no está muy clara”.
La actual estructura tiene dos calzadas de tres carriles cada una de 2,25 kilómetros de longitud. De acuerdo con la Presidencia de la República, esto lo convierte en el más ancho de América Latina. Tiene 45 metros de altura, 30 más que el puente actual. Como dato curioso de su construcción el Invías reveló que el peso total del acero –36.300 toneladas– es equivalente al peso de 4,8 torres Eiffel. O equivalente a 466 aviones Airbus A320. O equivalente a 1.860 buses de Transmilenio.
A esto se le suma que, según el mismo Invías, es el puente más moderno del país. ¿La razón? Está totalmente monitoreado. “Desde el origen del contrato, el Invías incorporó un tema clave que es la instrumentación. Este puente es el más instrumentado en Colombia. Esto quiere decir que durante su etapa constructiva dejamos innumerables instrumentos dentro del concreto que garantizan el seguimiento de su comportamiento. Por ejemplo, pusimos termómetros y GPS. Entonces tuvimos un monitoreo constante durante la etapa de construcción y durante la vida útil del puente”, explicó el ingeniero Juan Carlos Sáenz, interventor.
Agregó que se invirtieron cerca de 7.000 millones solo en esto, “por eso hoy podemos decir que es una obra totalmente controlada”, manifestó.
Puesta en funcionamiento
Este viernes, el presidente Iván Duque puso en funcionamiento la estructura. Durante el acto inaugural expresó que el nuevo puente “es la muestra de que este gobierno está centrado en concluir las obras, en trabajar por la competitividad del país y en buscar más conectividad entre todos. Así se desarrolla la infraestructura y así logramos avanzar”, dijo.
Agregó, en ese mismo sentido, que este no es solamente, un gran puente; “es la demostración de la pujanza de un país que piensa en grande y que no va a dejar nunca de pensar en grande. Este es uno de los puentes más altos que tiene Colombia, y que permite dimensionar la grandeza del río Magdalena”.
Frente a lo que se hará con el viejo puente expresó que el Gobierno avanza “con los estudios para que podamos hacer el recorte del puente (antiguo), permitiendo la navegabilidad, pero manteniendo los dos extremos para que se convierta en un centro cultural, gastronómico y musical, que le permita a la ciudadanía apreciar el nuevo puente”.
Duque señaló la necesidad de continuar con la transformación vial de la región, a través de la ampliación de la vía Ciénaga-Barranquilla, que conecta con la megaestructura y que hoy se convierte en un cuello de botella para la conexión de ambas ciudades. “Hay que avanzar, con velocidad, en el corredor de Ciénaga a la ciudad de Barranquilla, para seguir adelante con esta conectividad”, puntualizó