Las cifras demuestran que Colombia viene haciendo la tarea de bajar los indicadores de trabajo infantil, sobre todo cuando se revisan los reportes del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane): de 2015 a 2018, la tasa pasó de 9,1 % a 5,9 %, es decir, una reducción del 3,2 puntos porcentuales.
Pero aunque hay menos casos, la preocupación se mantiene, teniendo en cuenta que aún hay 1.119.000 menores de edad (entre 5 y 17 años) dedicados a trabajar, según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf). “Destacamos la disminución de la tasa de trabajo infantil de 7,3 % en 2017 a 5,9 % a finales de 2018, según las cifras del Dane”, dice la directora del Icbf, Juliana Pungiluppi, a propósito del día mundial contra el trabajo infantil, conmemorado ayer.
Sigue preocupando
Pungiluppi sostiene que la preocupación es evidente, porque ese 1,1 millones de niños “no están desarrollando actividades para su desarrollo”, sobre todo en un país que constitucionalmente los derechos de esta población “prevalecen sobre los demás”.
La alta consejera presidencial para las regiones, Karen Abudinén, sostiene la responsabilidad no solo es de los padres o profesores, sino que debe haber un trabajo interinstitucional, que se desarrolle con acciones simples como “evitar comprarles dulces a los niños que trabajan en los semáforos y mostrarles a todos que su futuro está en clase”.
Además, la alta consejera cita cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las cuales apuntan a que alrededor de 22.000 niños mueren cada año en centros de trabajo en todo el mundo, debido a las “largas jornadas laborales, mala alimentación, sumadas al contacto con sustancias peligrosas o situaciones riesgosas, son las principales causas”.
Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi –entidad que vela por los derechos de la niñez–, asegura que el trabajo infantil está directamente integrado con la vulneración de los derechos de los niños.
“Que los niños digan que deben participar en la economía de la familia o porque quieren tener su propio dinero es porque hay falencias en la protección de sus derechos”.
Además, resalta que “si un niño está trabajando está en un entorno que no está hecho para ellos, por ejemplo, quienes venden dulces en las calles”, sostiene Norato, al destacar que los niños “no trabajan por plata, sino porque detrás hay una explotación”.
¿Qué se está haciendo?
Uno de los trabajos que destaca el Icbf es el papel de los Equipos Móviles de Protección Integral (Empi), que se encargan de identificar a los niños que está trabajando.
Con estos equipos, solo el año pasado, el Icbf logró la identificación de 6.541 niños, niñas y adolescentes (ver infografía) y, tras identificarlos, “movilizaron la oferta pública del Estado a través de las entidades que conforman el Sistema Nacional de Bienestar Familiar, para restablecer sus derechos”, explica el Icbf.
Aquí hay que destacar que Bogotá, con 1.633 menores de edad, es la ciudad del país que más reportes registra, seguida de los departamentos de Norte de Santander (471) y Atlántico (373).
“El trabajo no es cosas de niños, por eso hago un llamado a las familias, a los empresarios y a la ciudadanía para garantizarles entornos adecuados para su desarrollo físico, emocional e intelectual”, agrega la directora del Icbf.
Son más casos
Por otra parte, aunque la tasa general dice que hay una reducción, revisando el reporte del Dane en el punto que menciona la tasa de trabajo infantil ampliada (suma la población de 5 a 17 años que trabaja, más las que no trabaja, pero que reporta 15 horas semanales con oficios del hogar), el indicador se trepa al 10,3 %, es decir, 4,4 puntos porcentuales más.
La directora de la Agencia Pandi sostiene que ahí es donde debe haber mayor preocupación, pues se da por descontado que las labores del hogar son propias de esta población, dado que son “explotados en los hogares, donde el vecino, familiares o amigos, y en este caso los accidentes como quemaduras, cortadas están en el orden del días” o, peor, “resultan víctimas de abuso sexual”.
Ante este panorama, Andrea Londoño, coordinadora de un proyecto de investigación que aborda la situación de las trabajadoras domésticas en el país, asegura que las niñas son las víctimas que a más temprana edad sufren la discriminación sexual de las labores domésticas.
“Por un malentendido histórico, que ha dictado que sean las mujeres las que realizan las labores domésticas, las niñas, cuando dicen que quieren estudiar, son forzadas a quedarse en casa en el trabajo doméstico mientras sus hermanos hombres van a la escuela o en otros casos se van a otras casas para ayudar en la economía del hogar”.
250
menores de edad encontró trabajando el Icbf en Antioquia durante 2018.