En medio de la audiencia, minutos antes de ser condenado, Rodolfo Hernández rompió en llanto: “Tengo un cáncer terminal (...). Todo pensaba menos estar procesado por cosas que no hice. Gracias, señor juez”, dijo descompuesto, con esa misma voz aguda que en un par de ocasiones más le han escuchado los colombianos cuando llega a un punto dramático en alguna entrevista.
La historia de Hernández pocas personas la pueden contar: hace menos de dos años estaba a punto de convertirse en Presidente de la República como el típico outsider, y hoy, no solo el juez Décimo Penal del Circuito de Bucaramanga encontró culpable a Hernández, exalcalde de Bucaramanga, por el delito de celebración indebida de contratos en condición de autor sino que además dice él que le queda poco tiempo de vida. Un verdadero drama para cualquier ser humano.
El caso se remonta a finales de junio de 2016, cuando el entonces alcalde Hernández, declarado abanderado de la lucha contra la corrupción, tuvo una reunión en su penthouse con quien fungía como gerente de la Empresa de Aseo de Bucaramanga (EMAB), José Manuel Barrera.
El encuentro tenía el propósito de pedirle a Barrera que le entregara un contrato inicial de 344 millones de pesos al ingeniero Jorge Hernán Alarcón, con el objetivo de construir una planta de energía a base de residuos sólidos. Alarcón, ingeniero químico, se encargaría de elaborar los pliegos para la licitación del contrato. El proyecto prometía transformar los desechos del relleno sanitario El Carrasco por hasta tres décadas.
Hernández influyó para que interviniera uno de sus cuatro hijos, Luis Carlos Hernández Oliveros. Lo que acordaron fue que él repartiría coimas entre los firmantes del contrato, siempre y cuando fuera otorgado a la empresa Vitalogic RSU. Las acusaciones en torno a las irregularidades probadas por la Procuraduría siempre han sido negadas por esta firma.
La tarea de Alarcón era elaborar los estudios y pliegos para abrir la licitación, hecha a la medida para que quedara en manos de la tecnológica.
Veedores ciudadanos y periodistas prendieron las alarmas desde entonces sobre la actuación de Hernández en este caso durante su Alcaldía. Eso no impidió que el mandatario alcanzara 84% de popularidad al terminar su periodo (2016-2019), según la firma Guarumo, y la ciudad eligiera a Juan Carlos Cárdenas, candidato de su línea política, con quien después tomaría distancia.
Hernández, quien amasó su fortuna en el sector de la construcción, protagonizó varios episodios que le dieron visibilidad nacional. “Grabe todo lo que le dé la puta gana (...). Me hago deshuevar si usted sigue jodiéndome. Le pego su tiro, malparido”, le dijo el exalcalde a un supuesto cliente de su constructora, en una llamada que se filtró en 2021.
Pero antes, en 2018, el mandatario golpeó en el rostro al concejal Jhon Claro, quien lo cuestionó: “Miente, hijueputa”, gritó ofuscado. Y a los bomberos de Bucaramanga les dijo que eran unos “gordos que se la pasan durmiendo”. Su origen y forma de gobernar, clasificada en la ciencia política como un outsider, cautivó a una buena parte de la ciudadanía. ¿Por qué?
EL COLOMBIANO consultó a Guillermo Henao, politólogo y máster en Comunicación Política de la Universidad Eafit, quien señala que Rodolfo Hernández es “el político que mejor supo leer, en los últimos cinco años, la desazón de un sector amplio de la ciudadanía que no confía en el Estado (...), usó la bandera de la anticorrupción sumada a la exaltación popular con un lenguaje coloquial, sencillo y cargado de analogías, donde el populismo abunda”.
Por su parte, Carlos Prieto, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, opina que el hecho de que Hernández haya tenido tanto vuelo como outsider de la política colombiana “pone de presente un lamentable síntoma en los liderazgos y el sistema político electoral del país”.
Pero, ¿cómo este ingeniero civil de 78 años llegó a ser el competidor más fuerte del hoy presidente Gustavo Petro?
10’580.412 votos más cerca de la Presidencia
Hernández fundó la Liga de Gobernantes Anticorrupción, un partido liderado por su esposa Socorro Olivero. Con ese movimiento y en fórmula con la profesora Marelen Castillo —otra outsider y hoy representante a la Cámara— alcanzaron cerca de seis millones de votos en primera vuelta, con lo cual le quitó el puesto para la segunda vuelta al entonces alcalde Federico Gutiérrez, quien tenía como aliados a buena parte del establecimiento.
Antes de la segunda vuelta de 2022, Hernández no solo tomó la insólita decisión de irse a vivir esos días a Miami, cuando la campaña política estaba en pleno auge en Colombia, sino que dio pie a un escándalo por videos revelados de Hernández con su hijo en un yate con varias mujeres en Miami y una denuncia de supuestos riesgos de seguridad. No faltó quien considerara que el exalcalde de Bucaramanga ya no quería ganar y perdió por un poco más de 700.000 votos que obtuvieron Gustavo Petro y su fórmula Francia Márquez.
Si algo demostraron esas elecciones fue que los electores prefirieron discursos fuera de la política tradicional. Sobre el papel de Hernández, el profesor Carlos Prieto señala que “la idea de que la política es sucia, ha hecho carrera y ha alejado a muchísimas personas de la legítima participación política. Ese alejamiento ha abierto la puerta para que aventureros con intereses opacos, intervengan en busca de algún tipo de ventaja o de privilegio, para resolver asuntos personales o bajo la idea de construir unos liderazgos de coyuntura, vacíos de fundamento (...) una elección presidencial con el dilema de elegir, de dos males, el menor”.
Luego de la derrota, Hernández aceptó su curul en el Senado que le otorga el estatuto de la oposición, pero poco tiempo después renunció en una estrategia para no tener fuero como congresista y que su proceso lo investigara la Fiscalía y no la Corte Suprema de Justicia.
Otra de las preguntas inexplicables tiene que ver con la estrategia y la posterior decisión de Hernández de reducir los esfuerzos de su campaña tras ganar la primera vuelta. El empresario de la construcción no asistió a debates, a pesar de que su contendor se lo pidió, y se reunió con Petro luego de la segunda vuelta cuando este ya había sido elegido, en un movimiento que no fue bien entendido ni explicado por su campaña.
Hernández y su equipo de marketing digital lograron llegarle a un público joven en todo el país que parecía imposible por su edad. La estrategia estuvo inclinada especialmente hacia Tik tok, la plataforma de los jóvenes en esencia. Allí obtuvo números que difícilmente otro candidato logró durante la campaña y se convirtió en un candidato contagioso y viral. En Bogotá, una ciudad lejana a su experiencia en Santander, logró que muchas personas se organizaran para hacer “rodolfonetas” que eran giras del candidato en automóviles con los colores, las banderas y las pancartas de su campaña.
Hernández hizo que su lenguaje descarnado y sencillo llegara a la gente con facilidad y también lo ayudó en la segunda vuelta el voto “antipetro” que estuvo cerca de entregarle la Casa de Nariño por una diferencia reducida. Aunque los medios de comunicación dedicaron páginas y emisiones a hablar del caso Vitalogic, el candidato pareció consolidar un teflón que hizo que eso no lo afectara. También jugó en esa estrategia la idea de que Hernández era un candidato muy adinerado que no necesitaba llegar al poder para enriquecerse y un hombre “duro” contra las transacciones políticas. Pero eso sí ocurrió como lo terminó probando la justicia.
“Fue una carrera presidencial donde la derecha por primera vez fue dividida (...) Rodolfo Hernandez logró lo que pocos esperaban en el año 2022: ganarle a Federico Gutiérrez, actual alcalde de Medellín. Pero no logró ser un verdadero opositor de Gustavo Petro”, agrega el analista Henao.
Por su parte, el estratega político Miguel Jaramillo Luján dijo que “en la situación de Rodolfo Hernández hubo más forma que fondo, tanto en su aspiración presidencial como en su carrera política. Por encima de su condición de un enfermo terminal, se convirtió en un ícono de la lucha contra la corrupción y terminó condenado, no solamente él por haber tenido interferencia en este delito, sino también su hijo por haber estado a punto de recibir una coima superior a los 5.900 millones de pesos, casi un millón y medio de dólares. La escena, aunque puede generar dramatismo para algunos, también fue utilizada por él mismo durante su periodo como alcalde de Bucaramanga y como candidato presidencial. Se aprovechó en muchas ocasiones de momentos emocionales, es un gran fraude y una carrera política que se ha ido y deja muy poco que desear”, puntualizó.
Si Hernández hubiera sido elegido presidente, el país se encontraría hoy ante una encrucijada. Su investigación, que habría pasado a la Comisión de Acusaciones de la Cámara, seguramente no habría prosperado, pero las sombras por las acusaciones de corrupción en su contra no se detendrían, y su estado de salud haría inviable su continuidad en el cargo, por lo que tal vez por primera vez en la historia moderna de Colombia, una vicepresidenta -habría sido Marelen Castillo- asumiera el cargo.
