Al igual que sucedió con las guerrillas del EPL y las FARC junto cuando adelantaban diálogos de paz con el Gobierno de Colombia, al ELN le apareció una disidencia en plena mesa de conversaciones: el frente Comuneros del Sur, que delinque en el departamento de Nariño.
Aunque la escisión no se ha oficializado, las diferencias son cada vez más abismales entre el Comando Central (Coce) de los elenos y el cabecilla de dicha estructura, Gabriel Yepes Mejía (“HH”).
El problema estalló públicamente en marzo, porque los comuneros, sin autorización del Coce y en contravía de la mesa de conversaciones, aceptaron participar en un diálogo regional promovido por la Gobernación de Nariño con varios grupos armados, el cual se instaló el pasado 9 de marzo y ha contado con el respaldo del presidente Gustavo Petro.
Para Eliécer Chamorro Acosta (“Antonio García”), el comandante del ELN, esta desobediencia es provocada por una operación de la inteligencia militar en ese frente.
“En dicho grupo hay varios agentes de inteligencia militar del Estado infiltrados y que lograron hacerlos pasar como mandos; el principal, llamado Miguel A., realizó operaciones contra estructuras del ELN en varias regiones. A finales de 2022, al quedar en evidencia, no quiso reportarse para una investigación y se refugió en Nariño, donde buscó protección en los organismos de seguridad del Estado y activaron un plan B, donde para protegerlo armaron el montaje de un proceso regional de paz, presentado a la vez como una ‘división’ en las filas del ELN”, expuso el 18 de marzo en una columna titulada “Las trampas de la guerra y la paz”.
“HH” ha negado los señalamientos, respondiendo que entre sus tropas no hay traidores y que él es un eleno desde su juventud.
En una reciente entrevista con La Silla Vacía (abril 27), ese líder insurgente defendió la autonomía de su grupo.
“El Coce ha hecho unos maltratos a la estructura, no solo contra ‘HH’. Todos los calificativos que ha hecho sobre la estructura que representamos son mentiras (...). Somos autónomos en plantear una construcción de paz en el territorio. Ahí nace toda la dificultad (...). El hecho de que definamos que somos autónomos no es para calificar al otro de adversario. Cuando ellos califican a alguien de infiltrado, le está diciendo al otro que es un adversario. Se están equivocando”, aseveró “HH”.
La rebeldía de los Comuneros del Sur produjo un enfriamiento en la mesa de paz del ELN. En un intento por recuperar el ritmo de las negociaciones, la coordinadora de la delegación del Gobierno, Vera Grabe, expidió un comunicado el mismo 27 de abril.
“El Gobierno no puede adelantar un proceso de negociación en dos instancias con una misma organización: una mesa nacional con el ELN, y otra en un proceso con un frente guerrillero. Tal circunstancia es jurídica y políticamente inviable”, recalcó.
A renglón seguido, le solicitó a Petro que tome la decisión de “continuar los trabajos de la mesa de diálogos con el ELN, o adelantar una mesa con la estructura de Nariño, o determinar que dicha estructura ha dejado de ser parte de la organización con la que está dialogando a nivel nacional, para desarrollar con ella un proceso autónomo”.
El Jefe de Estado no ha tomado una decisión de fondo, y entre las huestes guerrilleras hay una tensa calma.
Sin embargo, al margen de la política, es claro que los Comuneros del Sur tienen que tener los recursos militares y financieros suficientes para plantarle cara a una facción insurgente que lleva 60 años peleando en Colombia. ¿De dónde sale toda esa plata?
Poderío criminal
Fuentes de Inteligencia Militar le contaron a EL COLOMBIANO que el frente Comuneros del Sur delinque en los municipios nariñenses de Samaniego, Barbacoas, Tumaco, Santacruz, Mallama y La Llanada.
Tiene 100 combatientes aproximadamente, repartidos en una dirección central y tres compañías, llamadas Jaime Toño Obando, José Luis Cabrera Ruales y Elder Santos.
Se dedican a la minería ilegal de oro, la extorsión, el secuestro, sicariato y narcotráfico local y transnacional. Aunque tienen sus propios negocios de cocaína, también le cobran un impuesto (“tributo”) a otros grupos de narcos que delinquen en la región.
Nariño es una zona estratégica para el mercado global de la droga y con frecuencia es visitada por delegados de carteles de México, Ecuador, Los Balcanes, Italia, España y Países Bajos, entre otros.
Según el monitoreo de cultivos ilícitos de la ONU, de las 230.000 hectáreas de coca que hay en el país, ese departamento alberga 59.746, es decir, el 26%. Y de los 185 municipios que concentran los sembradíos, Tumaco es el segundo con más cantidad, 20.720 ha.
“Los guerrilleros de Nariño sacan más droga al exterior que los demás, y a un menor costo, aprovechando todas las conexiones de la ruta del océano Pacífico, y que su oleaje oculta más fácilmente las lanchas y semisumergibles; también se la venden a los narcos que están en Ecuador, pasándola por la frontera terrestre o en avionetas, y desde allá la embarcan a Estados Unidos, Europa y Asia”, explicó un analista de Inteligencia, que pidió la reserva de su identidad.
“El Coce busca controlar los dineros que están generando los Comuneros del Sur, para financiar a otros frentes de distintos lugares, pero estos no están dispuestos a compartir toda la ganancia”, agregó.
El ELN ha enviado delegados a Samaniego desde Venezuela, para tratar de recomponer las relaciones, pero sin éxito hasta el momento.
Los comuneros, al parecer, creen que las directivas de esa guerrilla están negociando con el Gobierno beneficios para los comandantes, mas no para la tropa en general, y esta sería otra razón de fondo por la que prefieren concretar una mesa de paz regional más cercana a sus necesidades.
La prueba de fuego para medir qué tanta fidelidad le queda a los Comuneros del Sur será el VI Congreso Nacional del ELN, convocado para “el segundo semestre de 2024”, según su publicidad. Como advirtió “Antonio García”, “ahí se verá cómo es el asunto de la unidad en el ELN y quién tiene la razón”.
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ANEXO: DISIDENCIAS EN LOS PROCESOS DE PAZ
- Cuando las FARC estaban culminando su proceso de paz en 2016, el frente primero anunció que se separaba de la mesa de diálogos con el Gobierno. Más tarde se convertiría en una disidencia llamada Estado Mayor Central (EMC); y en 2017 se formó otra disidencia, la Segunda Marquetalia.
- El Ejército Popular de Liberación (EPL) se desmovilizó en 1991, pero uno de sus comandantes, “Francisco Caraballo”, siguió delinquiendo y conformó nuevos frentes.
De esos, hoy queda activo el frente Libardo Mora Toro, en Norte de Santander, aunque su conducta, más que insurgente, es la de una banda de crimen organizado insertada en el narcotráfico. Las autoridades le dicen a este grupo “los Pelusos”.