Unas de cal y otras de arena. Mientras que el alcalde Quintero y el gerente de EPM brindaban para celebrar que EPM dejó de ser un proyecto para convertirse en una central hidroeléctrica que genera 600 megavatios, en varias zonas de Medellín los habitantes se están iluminando a punta de vela a raíz del ataque cibernético del que fue víctima.
El pasado martes 13 de diciembre, la empresa de servicios públicos admitió que sufrió un hackeo. La entidad no ha brindado muchos detalles del alcance del “incidente de ciberseguridad” e inicialmente dijo que la situación no tenía afectación en la prestación de servicios.
Posteriormente, sí indicó que “algunas” plataformas tecnológicas con las que se hacen pagos a través de canales digitales y electrónicos se vieron golpeadas.
Sin embargo, la mayor afectación se dio en varios de los usuarios del servicio prepago de energía y acueducto (que en 2017 ya se contaban en alrededor 34.000 clientes ubicados principalmente en los sectores más pobres) que ya ajustan dos días sin poder recargar, por lo que varios desde ayer miércoles les ha tocado prender velas para iluminarse y botar la comida almacenada en sus neveras.
Una de las afectadas es Luz Elena, quien vive en el barrio Alfonso López, ella comentó que la recarga no ha sido posible desde hace dos días, ni siquiera en la sede principal de EPM en la Carrera 65 con la calle 30 del barrio Belén.
“Hoy madrugué para ver que me podían solucionar o para pasarme de una vez a energía pospago, pero es que ni hay sistema ni para atenderlo a uno. Lo que único que me dijeron que podían hacer era apuntar el número del medidor para que, cuando ‘cargue’ un poco la página, puedan hacerme una recarga”, apuntó.
Luz Elena indicó que varios de sus vecinos ya llevan días a oscuras, y teme que de no solucionarse pronto el asunto ella se les sume, pues la reserva de energía que tiene se está agotando.
“Será buscar como hago para conseguirme una extensión de energía para siquiera ver como conectar la nevera y de ahí para allá... a punta de vela”, añadió con un dejo de preocupación.
A ella se sumó Alexandra Blandón quien indicó que —contrario a lo que ha dicho EPM sobre la posibilidad de recargar en Bancolombia, Nequi y otras cooperativas de ahorro así como en sucursales bancarios— ninguna plataforma actualmente está habilitada para recibir recargas.
“En ninguna parte se puede recargar, mi jefe me sugirió incluso ir a la sede principal de Bancolombia en la avenida Las Vegas, pero allá tampoco nos dejaron hacer la operación porque la plataforma está caída”, apuntó.
Alexandra, quien vive en Manrique Guadalupe, dijo que con la nevera sin energía le ha tocado botar los alimentos que con tanto esfuerzo consiguió. “El pollo, que es tan delicado, ya se dañó. La carne será salarla y comérnosla hoy porque ya para mañana se daña. Lo que es leche, jugos y verduras no sé cuánto más me duren... ¡Y la comida como está de cara pa botarla!”, apuntó.
Para Irma Mejía, en Las Esmeraldas, la angustia es por sus padres, quienes desde hace tres días están sin luz. A los adultos mayores les ha tocado recorrer grandes distancias caminando buscando una oficina de EPM donde le brinden solución, pero hasta ahora nada. Mientras que otra lectora de Bello señaló que tanto ella como sus otros cuatro familiares con los que vive están perjudicados pues el agua y la luz la tienen bajo esa modalidad de pago.
El asunto es más grave aún si se tiene en cuenta que los consultados indican que hasta ahora no se ha enviado ni carrotanque ni personal del área de energía para paliar así sea momentáneamente el asunto.
La única solución brindada hasta ahora es que los afectados llamen a las líneas 604 44 44 115 o al número 01 8000 415 115 para darles una solución. Sin embargo, como indicaron Alexandra Rivas y Cristian Moreno en Belén Altavista y La Mano de Dios, en 15 minutos que estuvieron en la línea nadie contestó.
EL COLOMBIANO pudo conocer que ante la desesperante situación ya algunos ciudadanos que usan este servicio han optado por conectarse de forma ilegal a través de contrabandos de energía, con todo el riesgo que esto conlleva.
Mientras pasan las horas, los afectados se alistan para –posiblemente– pasar otra noche iluminada por la luz de las velas en la misma ciudad que están los imponentes alumbrados de Encanto. Unas de cal y otras de arena.