La interceptación de un bote en aguas del municipio de Turbo, Urabá antioqueño, revivió el temor de los ambientalistas por la depredación de una especie altamente amenazada: el mangle rojo.
Según la Armada, la embarcación fue detenida hace un mes en el sector Punta de las Vacas y transportaba 2,5 metros cúbicos (m3) del vegetal, con un valor de $1’218.000.
Si bien la tala indiscriminada de cualquier ser vivo es preocupante, la del mangle rojo (rhizophora mangle) conlleva peligros que van más allá de lo forestal y podrían impactar la economía de los pescadores.
Ana Lucía Vélez, coordinadora de Flora, Fauna y Suelo de Corpourabá, explicó que “esta tala afecta la estructura del ecosistema, ya que impide que el bosque se renueve debido a la extracción de individuos en etapa de crecimiento (fustales o varas). Este ecosistema proporciona importantes servicios, como la fijación de CO2 y de sedimentos, consolidación de terrenos costeros, filtración de contaminantes, barrera para amortiguar viento e inundaciones, además de ser hábitat de una gran diversidad de fauna silvestre”.
Detalló que el mangle rojo “es la sala cuna de numerosas especies de peces y crustáceos que pasan una parte de su ciclo vital en ellos y luego migran al mar. Los manglares no deben considerarse solo como bosques, sino también como productores de alimentos y recursos económicos para numerosas familias”.
Corpourabá indicó que en 2019 decomisó 1,277 m3 del mangle, y en lo poco que va de 2020 ya superó la cifra, con 2,583 m3. Por su parte, la Armada incautó 4 m3 en 2019 y este año lleva 3 m3.
Si está en riesgo el futuro de la pesca en el área, ¿por qué no merma esta tala suicida?
La capitán de corbeta Raquel Romero, comandante de Guardacostas de Urabá, explicó que la mayoría de traficantes son gente pobre. “Cuando los cogemos, dicen que hacen eso porque no consiguen empleo. Son contratados por personas que van a construir casas o edificios. La gente no dimensiona el daño tan grande que está haciendo”, advirtió.
Por ser una planta que crece al borde del agua, la madera del mangle rojo es resistente a la humedad, y como los suelos de la zona son altamente húmedos, la emplean de pilar para levantar viviendas, hacer andamios o postes. Otro uso, menos frecuente, es para tratamientos medicinales y apicultura, pues algunos consideran que le da un sabor “picantico” a la miel.
El punto más crítico para el tráfico, prosiguió Romero, es Bocas del Atrato, un corregimiento de Turbo.
En diálogo con EL COLOMBIANO, Juan Felipe Blanco, profesor del Instituto de Biología de la U.de A., afirmó que en el golfo hay cuatro especies de mangle: piñuelo, blanco, negro y rojo, siendo este último el dominante. “En algunas áreas ya es un ecosistema degradado, y en otras está en cuidados intensivos”, agregó.