“El Centro ha perdido poco a poco sus valores estéticos tradicionales y hoy hace frente a un desorden notorio, agravado por la carencia de espacios y la congestión de vehículos”.
A cualquier dirigente o urbanista actual podría atribuírsele esa frase, a juzgar por el panorama del corazón metropolitano, pero es una afirmación de un diagnóstico de 1968, incluida en el “Estudio del centro de la ciudad”, realizado por los arquitectos Jorge Cadavid López y César Valencia Duque.
El objetivo del estudio era ordenar las actividades que se realizaban en el Centro y el planeamiento futuro, “para su revitalización y recuperación”.
El informe hizo una propuesta para un plan vial, la reglamentación general de cada zona, los usos del suelo y la organización del tránsito, del que dice que ya era caótico, por lo que, aseguraba, había que darle preferencia al peatón sobre el vehículo, la misma premisa que retomó en 2014 el Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín.
Luis Fernando Arbeláez, arquitecto con estudios en planificación urbana en París y exdirector de Planeación Municipal, dijo que el estudio de López y Valencia es el mejor que se ha realizado desde entonces, por su mirada integral, pero que siempre ha faltado voluntad y convicción de las administraciones para pensar que la renovación del Centro es el principio de la recuperación de la identidad de la ciudad. “Si bien los planes urbanos no son a corto plazo, que sea a 50 años se sale de toda comprensión”, dijo.
Todo tiempo pasado...
El inventario que aportó el estudio da una idea de la cotidianidad de la época: había 360 almacenes, una plaza de mercado, 100 hoteles, 639 cafés, 58 heladerías, 17 salas de cine, 46 parqueaderos públicos, 42 centros educativos, 16 templos, tres clínicas, dos clubes sociales y 22.871 residentes (hoy viven 110.000 personas).
El estudio también señaló que los usos de la tierra aparecen dispersos, además de que se carece de un “estricto control a cafés, pensiones y talleres” y advirtió que “el centro solo admite un crecimiento hasta por 10 años”.
Algunas conclusiones del estudio de hace medio siglo dan cuenta de que poco ha cambiado: “70 % de los andenes están saturados en horas pico y 10 % está a punto de saturarse; la capacidad del centro para recibir vehículos admite solamente un 15 % de aumento y cada ruta de bus atraviesa los mismos sitios de mayor concurrencia, hecho que multiplica los recorridos”.
Sigue vigente
Lo paradigmático es que muchas de las recomendaciones sugeridas por el estudio nunca se realizaron o apenas están en ejecución, de lo que se concluye que la renovación de la principal comuna ha sido un sueño aplazado por décadas.
La Galería Bolívar, actualmente en obra, aparece en el plan como la articulación del parque de Berrío con la plazuela Nutibara. También recomendaba la eliminación de parqueaderos en vías, la promoción de estacionamientos cubiertos (idea que apenas se detonaría este año) y el mejoramiento de andenes.
Jaime Greiffenstein Ospina, director de Planeación de la época, detalló en el informe que dentro del proceso de crecimiento de las ciudades, hay un pobrísimo aprovechamiento del terreno en el Centro, por lo que “la tierra apta para construcción escasea”.
El arquitecto y urbanista Luis Erasmo Higuera consideró que el diagnóstico sigue vigente, porque si en ese entonces ya se hablaba de saturación, hoy se aplica con mayor razón. “El Centro es una antítesis de urbanismo: hay total desequilibrio del ciudadano con el uso del espacio”, dijo.
¿Es tan difícil?
Arbeláez sostuvo que la recuperación del gran barrio de la ciudad solo se logra con acciones durante varios gobiernos. “Hace 50 años estamos repitiendo lo mismo y lo que pasa es que el Centro se ha deteriorado cada vez más”, dijo.
Además de la falta de continuidad y de voluntad política, existen otras dificultades para la ejecución de los planes de renovación urbana.
Susana Brugés, jefe de Proyectos de la Sociedad Pública de Planeación Urbana de París, explicó que la recuperación de los centros es compleja, porque la población que se ha instalado es vulnerable y flotante, y ha ocupado el espacio de manera informal. “No se puede empezar de cero, porque hay un tejido cultural que se debe valorizar”, detalló.
Brugés especificó que los procesos urbanos tardan décadas y contó que el proyecto en el que trabaja en París (ver recuadros) empezó en 1989 y está proyectado hasta 2030.
“El urbanismo es de largo aliento, se va construyendo poco a poco. Por eso el plan debe ir evolucionando y debe tener continuidad”, añadió.
Ana Catalina Ochoa, directora de Planeación de Medellín, destacó el acervo de planificación que tiene la ciudad desde inicios del siglo anterior y opinó que la implementación de estos estudios es difícil, porque el origen de la ciudad, al menos en 70 %, fue informal. “Los procesos actuales deben partir de esos antecedentes, retomando lo valioso. Escribir de planificación es una cosa y llevarla a cabo es otra distinta”, acotó.
El barrio de todos
Pese a su deterioro, el corazón urbano nunca no ha dejado de latir. En sus 17 barrios trabajan 300.000 personas, operan 14 centros de educación superior, estudian 14.563 alumnos, 22.500 negocios ofrecen productos, 79 edificios tienen declaratoria patrimonial y hay oferta de 16 grupos teatrales.
Por eso, para Arbeláez, el Centro es valioso tanto por su patrimonio tangible (plazas, parques y edificios) como por sus intangibles, al ser el referente histórico de celebraciones, actos públicos y procesiones. “Ese valor de ser el lugar de congregación se debe recuperar, hace parte de la esencia de la ciudad”, apuntó.
La actual administración ejecuta un plan de recuperación en el que prioriza la peatonalización y adecuación de corredores históricos y la arborización de ciertas zonas.
Franco Micucci, jefe del Departamento de Diseño y Arquitectura de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, dijo que una de las variables para revitalizar el corazón urbano es una política que favorezca los usos mixtos y los desarrollos de vivienda. “Las propuestas de ordenación han sido correctas pero insuficientes para revitalizar el sector”, concluyó.
1,2
millones de personas transitan cada día los 17 barrios del Centro de Medellín
