Hay películas que trascienden más allá de su historia y quedan en la memoria de los espectadores por otros detalles de su producción. Uno de esos casos, por ejemplo, es Harry Potter, cuya música transporta al mágico castillo de Hogwarts, o Jurassic Park, que tiene una melodía que, después de más de 30 años, sigue haciendo sentir a sus fanáticos que están inmersos en ese icónico parque de diversiones.
Estas producciones evidencian la importancia que tiene la música en una película o una serie. Por eso, aunque el espectador no siempre sea consciente de ello a primera vista, el trabajo de músicos y compositores ocupa un lugar especial en el mundo audiovisual, ya que son los encargados de darle un sonido único a la historia que se proyecta en la pantalla.
Sebastián Zuleta y Eduardo Díez son dos paisas que trabajan haciendo música para cine y televisión. Ambos formaron parte del equipo de musicalización de Encanto (2021), la película de Disney que sigue la vida de la familia Madrigal y que está inspirada en la cultura colombiana, y de Moana 2 (2024), la cinta que sobre la niña polinesia que rinde un homenaje a la cultura del Pacífico, que es de las más recientes producciones de ambos músicos y que hace poco llegó a la plataforma Disney+.
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La pasión de Sebastián y Eduardo por la música comenzó en su infancia. Luego, con los años, esta se convirtió en su vocación: Zuleta estudió en la Full Sail University en Florida, Estados Unidos, y Díez se graduó con honores en la Universidad Eafit y cursó una licenciatura en la Berklee College of Music, la universidad con uno de los programas de música más prestigiosos del mundo.
Ambos comenzaron su carrera en la industria audiovisual en películas de Disney. Sebastián lo hizo en Una chihuahua de Beverly Hills (2008) y Fernando en La Era de Hielo: Las aventuras de Buck (2022). Una de las producciones más recientes en las que colaboraron fue Moana 2, la continuación de la cinta animada de Disney que fue un éxito en taquilla en 2024, superando los 1.000 millones de dólares.
Para Moana 2, Sebastián trabajó en la composición de la música incidental de la película (la música de fondo y que crea una atmósfera) y Eduardo hizo parte de la creación de música adicional.
¿Cómo fue acercarse a las tradiciones del Pacífico para construir la música de Moana 2?
Sebastián Zuleta: “Yo amo la primera película. La música es espectacular, el color de los instrumentos y los artistas del Pacífico le dan una gran riqueza a la producción. Lo primero que hice fue empezar a familiarizarme con eso. También tuvimos un artista con el que colaboramos, que fue el compositor samoano Opetaia Foa’i, y fue increíble trabajar con él porque se puede ver la reverencia que tiene por su cultura y que conoce la manera de cómo contársela al mundo. Él hizo varias canciones y, por ejemplo, cuando estábamos realizando la música incidental teníamos un villano y el compositor Mark Mancina buscó la manera de representarlo por medio de las voces de la cultura del Pacífico. Todo eso permitió darle más riqueza y más profundidad a la historia que se puede ver en pantalla”.
Eduardo Díez: “Esa experiencia fue muy enriquecedora. Lo primero que hice fue escuchar la primera banda sonora de Moana y verme la película muchas veces para comprender su sonido, porque cuando un compositor hace música para una película debe crear un universo único y una identidad que permita identificarla. Como esto era una secuela, mi labor era expandir ese mundo que ya Mark Mancina, mi jefe, había creado en esa primera entrega. A partir de eso, comenzamos a incorporar más sonidos de la región, como los de los tambores y las flautas tradicionales.
Sin embargo, en la música de cine hay una línea delgada entre hacer música folklórica o música para una producción audiovisual. Normalmente nosotros no hacemos música que es totalmente fiel a la cultura, es más una mezcla entre esas tradiciones y Hollywood para llegarle a una audiencia más grande”.
Esta cinta animada está inspirada en los mitos del pueblo maorí, el cual reside en la región de la Polinesia. Para realizar esta producción, sus directores John Lasseter y Ron Clements, viajaron a varias islas de esta zona para conocer de cerca el territorio y sus comunidades. La música, como cuentan Sebastián y Eduardo, dan cuenta de este acercamiento. Por ejemplo, para el primero, una de las anécdotas más relevantes sobre la musicalización de la película está relacionada con la concha de mar que usa Moana para llamar a sus amigos: Disney buscó a un experto en conchas, quien llegó a los estudios con varias de ellas que tenían distintas tonalidades y que fueron utilizadas de acuerdo a la situación en la que la joven la estuviera utilizando.
Tanto Sebastián como Eduardo han tenido la oportunidad de trabajar con reconocidos compositores para cine. En Moana 2 ambos lo hicieron con Mancina, quien ha ganado tres premios Emmy e hizo la música de Tarzán (1999) y los arreglos de tres canciones de El rey león (1994).
Zuleta también ha trabajado junto a Dave Metzger, quien fue el compositor de Mufasa (2024) y ha estado en otras películas de Disney como Frozen, en la cinta animada Wish: El poder de los deseos (2023). Díez, por su parte, llegó a la industria a trabajar con John Powell, a quien conoció por pura suerte: en búsqueda de ofertas laborales en Los Ángeles, Estados Unidos, el músico cuenta que envío “muchísimos correos” y que una de las pocas personas que le respondió fue el compositor británico, quien fue nominado en la categoría Mejor banda sonora original a los Premios Óscar de este año por Wicked (2024).
–¿Cómo ha transformado trabajar en cine su percepción sobre la música?
– Me ha llevado a aproximarme a la música desde las emociones. Cuando uno trabaja con un director, él no habla de do, re, mi, fa, sol, sino que te dice: “Yo quiero que esto sea más oscuro, o que sea más alegre, o necesitamos más energía.” Siento que la música de cine me ha enseñado que mi música puede tener una conexión mucho más cercana con las emociones, y eso ha influenciado también la manera en cómo escribo otro tipo de proyectos. Además, creo que me ha abierto los oídos a muchos más sonidos, piensa Eduardo.
Sebastián hace una reflexión similar sobre este arte y, a la vez, acerca de la experiencia de trabajar de cerca con los “grandes” de la industria:
– En mi trabajo siempre estoy tomando nota. Es muy interesante ver cómo todos los compositores llegan a la música de maneras diferentes. Creo que cada proyecto trae su propia identidad y su propio reto de encontrar cuál va a ser ese sonido, pero cada músico obtiene eso de diferentes partes o llevan diferentes procesos, sus estudios son totalmente distintos. Entonces eso me ha formado a mí para encontrar mi manera de llegar a mi música y eso lo he sentido cuando me pongo a componer. A veces lo hago en piano, otras en guitarra, todo depende de dónde uno sienta que va a salir el proyecto.