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Así se ha radicalizado el discurso del alcalde Daniel Quintero en tres años

En tres años y medio, el alcalde ha profundizado la narrativa que gradúa de enemigos a quienes lo cuestionan o hacen veeduría a su gestión.

  • El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, durante un discurso en La Alpujarra en mayo de 2022. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
    El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, durante un discurso en La Alpujarra en mayo de 2022. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
03 de junio de 2023
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En su discurso de posesión, el 1° de enero de 2020, Daniel Quintero llevaba un pañuelo blanco y verde en el bolsillo de su saco. Representaba la bandera de Antioquia y, dijo, simbolizaba el trabajo conjunto que iban a hacer las administraciones local y departamental durante el cuatrienio que comenzaba. Habló del joven pobre que fue, hizo promesas y agradeció a las alcaldías pasadas por su trabajo en favor de Medellín.

Una frase resonó ese día: “Sin embargo, quiero alertarlos del enemigo más peligroso que hoy enfrentamos, el pesimismo, la división, los discursos de odio y el rencor que algunos quisieran usar como estrategia política. A cada ataque responderemos con un nuevo llamado a la unidad”.

Hoy, tres años y medio después de esas palabras, muchos consideran que el discurso del mandatario local se ha tornado más bélico, de forma particular con quienes se atreven a criticar su gestión, contrariar sus deseos o pedir cuentas ante los escándalos por presunta corrupción que han rodeado su administración.

En los primeros meses de gobierno, Quintero mantuvo una narrativa un tanto reposada, si bien, no dejó de lado referencias a un enemigo que lo acechaba en forma de grupo empresarial. Hacia finales de 2020 se notaba la tensión en las relaciones del mandatario con varios sectores y se dieron algunas de sus más fuertes confrontaciones.

Episodios como la renuncia en pleno de la junta directiva de EPM fueron el preámbulo de lo que se vendría: empezando 2021 salió, en medio de una gran polémica y declarado insubsistente, Álvaro Guillermo Rendón, el primero de los gerentes que nombró el alcalde para la empresa.

Creció la polarización

Después, hubo una seguidilla de sucesos, como la despachada contra los 12 concejales que no aprobaron el proyecto de transformación del Olaya Herrera, uno de los primeros momentos de fractura del mandatario y los corporados. Esto impulsó el distanciamiento que se venía gestando hacía algún tiempo y causó grietas en la coalición de gobierno que logró Quintero al inicio de su mandato. Las redes sociales seguían siendo una de sus armas preferidas para atacar y defenderse y la estrategia era que su equipo lo rodeara con mensajes de apoyo.

Y que esas redes le han servido para sentar posturas, cazar peleas y posicionar discursos, algunos con falacias, que le permitan enfrentar al contrario, tal como ha pasado con el manejo de Hidroituango. En septiembre de 2021 lo demostró al llamar “pelagatos” a los ciudadanos que lo abuchearon en el estadio Atanasio Girardot.

Otro de los hechos de mayor polarización ese año fue el debate por la venta de las acciones de EPM en UNE. El 1° de octubre, cuando Quintero les pidió a los concejales que aprobaran el proyecto, les hizo de nuevo el recuento de su infancia, su primer computador y los postres que vendía para estudiar. No voten basados en intereses políticos o peleas que “no son productivas para la ciudad”, les dijo.

Menos de un mes después la ciudad veía otra vez una controversial pelea entre concejales y el alcalde, librada en gran parte desde las redes sociales. Ocurrió el llamado “Pacto de Chuscalito”, un almuerzo que tuvieron corporados de varios partidos para tratar de que la mesa directiva quedara a la cabeza de un opositor para fortalecer el control político. La reunión desató la ira del alcalde, quien publicó por lo menos seis trinos en menos de dos horas, y hasta se conoció que grabaron a los concejales a escondidas. El video fue publicado por el propio Quintero, aunque lo borró.

En estos casos y otros más el alcalde suele reiterar la existencia de sus enemigos: el GEA, el uribismo, el fajardismo, las veedurías ciudadanas, el control político o cualquier opositor. Es justo en ese punto en el que Carlos Alberto Builes, filósofo y magíster en Estudios Políticos, ve coherencia en el discurso de confrontación de Quintero desde que era candidato.

“El discurso ha tenido una coherencia, no me refiero a sus acciones ni a su forma de gobernar, sino al discurso”, sostiene Builes. Aclara que dicha coherencia está enfocada en identificar un opositor o enemigo como el GEA; basar el discurso en que ellos (Quintero y su equipo) vienen de abajo, no deberían estar en ese lugar y, sin embargo, lo alcanzaron; e identificarse con grupos reticentes a lo político.

La escalada de polarización estuvo marcada por el intento de revocatoria a Quintero, quien sacó todo su arsenal para defenderse de la mano de su equipo. Muchos consideraron que hubo saboteo al proceso, que terminó en un rifirrafe y luego se hundió. Este tema y la participación en política en favor del entonces candidato presidencial Gustavo Petro han sido dos de los más polémicos de la administración actual.

El recordado video del “cambio en primera”, que fue el detonante para que la Procuraduría suspendiera en mayo de 2022 al alcalde de forma provisional, se usó como otra oportunidad para fortalecer un discurso de “perseguidos y atacados”, recurriendo, incluso, a términos como “golpe de Estado”.

Fueron momentos de convulsión. El alcalde rabió en redes, convocó a plantones, dispuso toda la logística para eventos como el discurso desde la terraza de La Alpujarra, donde se le vio al lado de su gabinete, sus concejales aliados, su esposa y Amauri Chamorro, quien ha asesorado a Quintero para establecer sus narrativas en temas críticos como Hidroituango. Los discursos de odio se fortalecieron en la época de la suspensión.

Estos hechos los aprovecha el mandatario para activar su voz en las redes sociales, con lo cual, agrega Builes, ha ganado presencia nacional y logró llevar a Medellín el escenario de polarización que estaba viviendo Colombia en las elecciones presidenciales.

No obstante, con su discurso y su actuar no pudo demostrar coherencia frente a su independencia, pues son muchas sus relaciones con los grupos tradicionales, una parte del Centro Democrático, los partidos Conservador, Liberal, y de la U, entre otros. Esto le costó gran parte del apoyo de distintos sectores; incluso, los que en 2019 le dieron su voto hoy critican con fuerza su gestión. En parte se debe, cree Builes, a que Quintero “cooptó el clientelismo típico de los partidos tradicionales y en Medellín se vio lo que se ha visto a nivel nacional siempre que los partidos entran después a ejercer en cuotas burocráticas”.

Lo cierto es que Builes opina que Quintero ha tendido a profundizar el relato que empezó en campaña para la alcaldía, que le ha valido también enfrentamientos con ciudadanos, como el ocurrido en octubre pasado, en Plaza Mayor, cuando se enganchó en una pelea de arengas contra manifestantes que, a su vez, lo arengaban a él. La defensa del mandatario ha sido apuesta de secretarios y exsecretarios, su esposa y primera dama Diana Osorio, y otros aliados, que se han ido lanza en ristre contra quienes no vayan en su línea.

Ocurrió hace poco cuando Osorio trató de “fachos” y “lavaperros” a los concejales que desaprueban que EPM le transfiera al Distrito otros $330.000 millones.

La batalla ha incluido a programas como Medellín Cómo Vamos, medios de comunicación, veedurías, colectivos u organizaciones y hasta los ciudadanos que se atreven a cuestionar el manejo de la ciudad o a denunciar posibles hechos de corrupción.

Aunque el aumento de la polarización con esta situación es innegable, Builes cree que también permitió activar una opinión pública que pocas veces se había visto de esa forma en Medellín. De cara a las elecciones de octubre, Quintero juega con por lo menos tres candidatos (Juan Carlos Upegui, Esteban Restrepo y Albert Corredor), por lo cual podría evaluar ser más cuidadoso, en el entendido de que su discurso ha producido un malestar generalizado en ciertos escenarios, en donde incluso había ganado.

Al final, en esta alcaldía no hubo llamados a la unidad ni trabajo conjunto con el gobernador Aníbal Gaviria, sino que primó la confrontación. “Él es joven (Quintero), no supo cuidar bien su lengua, porque podía haber hecho de esa batalla una batalla épica y convertirla en un capital político de inalcanzables posibilidades, pero fue más viral y mucho más personalista, y eso le quitó el halo del líder con talla de estadista”, puntualiza Builes.

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