Cuenta la historia que el 26 de octubre de 1916, cuando el presbítero José María Gómez puso la primera piedra de la iglesia de La América, los feligreses se dividieron en dos para ayudar. Los hombres trabajaban mezclando arenas y cales para formar la tapia de las paredes, mientras las amas de casa vendían empanadas cada ocho días, a un centavo cada una, con ingredientes donados por los vecinos. El dinero que recaudaban servía para pagar las herramientas y demás materiales de construcción.
Más de cien años después, los vecinos empezaron a reunirse y a estudiar opciones como la búsqueda de fondos públicos o las centenarias empanadas para costear la recuperación de su iglesia tras el colapso de un muro el pasado sábado.
“No fue tan grave para lo que pudo haber pasado. Nos dicen que es una cosa que se puede reparar, pero se requieren recursos. No tenemos un presupuesto todavía, pero la parroquia en medio de la pandemia ha tenido pocos ingresos”, dice el sacerdote Juan Manuel Bustamante, párroco de la iglesia.
La reconstrucción
Las esculturas de la Virgen María y el bautizo de Jesús custodian el hueco que quedó en la pared. El arquitecto Carlos Betancur, gerente de la empresa Proyecto Decc, explicó que se adelantan valoraciones del riesgo, porque la pared que se desplomó soporta una parte del techo. “A la iglesia la salvó una viga de concreto que se construyó hace unos 30 años, pero no sabemos si aguanta el peso completo. Ahí tenemos que estabilizar, limpiar y poner los equipos”
Lo que los ingenieros y arquitectos harán será instalar un andamio de carga, una construcción que soporta mucho peso a compresión, para que se alivie la carga sobre la viga. Así además se podrán instalar elementos para evitar que el agua siga filtrándose por las paredes y dañando la estructura.
“Los muros de la iglesia están hechos de tapia y el enemigo número uno de la tapia es el agua. Ya se está evaluando si hay otras filtraciones en las paredes”, agregó Betancur.
El trabajo de tapias se hará con la Fundación Ferrocarril de Antioquia, que tiene expertos en este material, y que ya ha estado al frente de grandes reconstrucciones como la de la Casa Barrientos, en el Centro de Medellín.
El padre Bustamante dio un parte de tranquilidad y dijo que a pesar del daño, la iglesia no tiene riesgos estructurales ni de asentamientos y confirmó que el agua fue la causa del daño.
“Nos dicen los expertos que hace más de 100 años, cuando se construyeron iglesias como esta, no se hacían canoas sino que el agua caía directamente en las aceras. Hace algunos años le pusieron unas canoas, que se represaron con las lluvias de estos días, y pasó lo que pasó”, apuntó.