Si a usted le preguntaran dónde queda el barrio Corazón de Jesús, quizás se confunda y deba pensarlo unos minutos.
Pero, si le piden referencia por Barrio Triste, de inmediato recordará aquel sector de Medellín en el que pueden armar un carro desde cero o donde está una de las iglesias del belga Agustín Goovaerts.
Cada día, a este vecindario de dos nombres, llegan cientos de conductores a buscar solución a los problemas de sus vehículos y, mientras, pasan el tiempo con un café en alguna de las tiendas que se ocultan entre motores viejos, tornillos y aceites.
Una de ellas es la cafetería Fontibón, que desde hace más de 20 años se ubica justo al frente de la parroquia. Es atendida por Ana María Restrepo, quien resalta del barrio la oportunidad de trabajo que brinda a muchas personas, incluso “a muchos venezolanos, que han encontrado acá donde laborar. Además, entre todos nos conocemos, y eso hace mejor estar acá”.
Corazón de Jesús es un barrio del Centro, cuyas casas antiguas, similares a las del barrio Colón o Colombia, se pierden entre letreros de variadas formas y colores que anuncian un cambio de aceite, el mejor repuesto o cualquier elemento que arreglaría el día de un conductor o mecánico de la ciudad.
Una cuestión de comercio
Lo que ahora ocupan treinta manzanas, entre las calles San Juan y Colombia, y entre las avenidas Regional y del Ferrocarril, fue un terreno pantanoso al que se enfrentaron los canalizadores del río Medellín, que lucharon contra los meandros del afluente para lograr así más espacio para el comercio que creció alrededor de la plaza de mercado Guayaquil y del Ferrocarril de Antioquia.
Así lo referencia el escritor Alfonso Buitrago, en su texto La tristeza tiene barrio: “Antes que nada, Barrio Triste fue un lugar liberado del acecho de meandros y humedales para usufructo de algunos pocos influyentes habitantes de la villa. Y en honor a Los Libertadores lo nombraron así en un primer momento”.
Luego llegaría la construcción de la iglesia, pues a diferencia de otras zonas de la ciudad, a Barrio Triste llegaron primero las casas, ocupadas por campesinos y negociantes, las tiendas y el comercio, que la religión.
Por ello, en 1923, el arzobispo Manuel José Caicedo dio vía libre a la construcción de una parroquia, diseñada por el arquitecto Agustín Goovaerts, edificación de estilo neogótico que más tarde le daría su nombre al sector.