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La aventura de 30 niños y niñas de Medellín que cumplieron el sueño de volar en helicóptero

Cuatro fundaciones que apoyan a menores de edad con diversas enfermedades y en situación de vulnerabilidad disfrutaron un viaje aéreo, un paseo en barco por la represa de Guatapé y la emocionante escalada a la emblemática Piedra del Peñol.

  • Las cuatro fundaciones cuentan con planes padrinos y donaciones donde pueda apoyar su labor de apoyo a niños, niñas, jóvenes y adultos. FOTO: Manuel Saldarriaga
    Las cuatro fundaciones cuentan con planes padrinos y donaciones donde pueda apoyar su labor de apoyo a niños, niñas, jóvenes y adultos. FOTO: Manuel Saldarriaga
  • La embarcación “El Navegante” con alrededor de 60 personas, entre voluntarios, fuerza pública, niños y niñas junto a algunas madres, tutores y ayudantes. FOTO: Manuel Saldarriaga
    La embarcación “El Navegante” con alrededor de 60 personas, entre voluntarios, fuerza pública, niños y niñas junto a algunas madres, tutores y ayudantes. FOTO: Manuel Saldarriaga
  • Embarcación rumbo a la Piedra de El Peñol. FOTO: Manuel Saldarriaga
    Embarcación rumbo a la Piedra de El Peñol. FOTO: Manuel Saldarriaga
12 de diciembre de 2024
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El estruendo de las aspas cortando el aire y levantando una nube de polvo ambientaba los nervios de los 30 niños y niñas que, por primera vez, montaban en helicóptero. Las manos sudorosas se aferraban a las sillas cuando despegó; y mientras algunos abrían los ojos para no perder ningún detalle entre el tablero de casitas de Medellín y el río serpenteando como un hilito de plata, otros los cerraban para menguar el vacío que causa el ascenso en el estómago.

Entre esos pequeños aventureros estaban menores de edad de la Corporación Miradas, algunos luchando contra enfermedades difíciles como cáncer, hidrocefalia, macrocefalia, prolapso de intestino o problemas respiratorios severos. Jenny Sucerquia, una madre que estuvo con ellos, contó emocionada que su hijo John Esteban, con macrocefalia, nunca había salido de su casa más allá de los hospitales. “No durmió en toda la noche de la emoción”, confesó.

La embarcación “El Navegante” con alrededor de 60 personas, entre voluntarios, fuerza pública, niños y niñas junto a algunas madres, tutores y ayudantes. FOTO: Manuel Saldarriaga
La embarcación “El Navegante” con alrededor de 60 personas, entre voluntarios, fuerza pública, niños y niñas junto a algunas madres, tutores y ayudantes. FOTO: Manuel Saldarriaga

Sara y su hermano Santiago, quien se desplazaba en silla de ruedas, también hicieron parte de la aventura. Para ellos y su madre Gloria Rivera, subir al helicóptero fue un milagro hecho realidad. “Desde arriba todo se veía chiquitico, como un mundo de muñecos”, dijo Sara, mientras su hermano sonreía sin parar.

Esta experiencia fue organizada por Alianza Compromiso de Corazón, Ejército, Policía, Bomberos, Defensa Civil, Cornare y Helistar Aviación, para llevar a cuatro fundaciones —Corporación Miradas, Fundación Dame la Mano, Fundación Con Amor por Amor y Fundación Eudes Hogar El Arca— un día especial en esta Navidad. El evento “Caravana de la Alegría: Sueño Cumplido” tenía como misión regalar a estos niños, algunos con enfermedades graves y otros en situación de vulnerabilidad, un día para estar lejos de hospitales y tratamientos médicos.

Javier Rivera, piloto del helicóptero, dijo: “Ver la emoción de los niños es una de las cosas más gratificantes. La alegría con la que se suben al helicóptero y disfrutan del vuelo es indescriptible”.

Aterrizaron en Guatapé y un bus los recogió para continuar su día en una embarcación en el embalse. Los bomberos y soldados formaron un camino de honor con una banda que les daba la bienvenida a la embarcación. Y, entre bombos y platillos, cada uno recibió una condecoración especial: unas pequeñas alas, símbolo de que habían volado más alto que el mismo helicóptero.

Un barco llamado “El Navegante” los esperaba para seguir la aventura. Subieron con emoción a la cubierta, comieron un refrigerio y, con el estómago lleno y la música decembrina sonando de fondo, las madres acompañantes comenzaron a cantar y marcar el ritmo con sus pies. “¡Me está dando el sol en la cara!”, gritó una niña entre risas mientras bailaba junto a sus tutoras.

Embarcación rumbo a la Piedra de El Peñol. FOTO: Manuel Saldarriaga
Embarcación rumbo a la Piedra de El Peñol. FOTO: Manuel Saldarriaga

El siguiente desafío fue la imponente Piedra del Peñol. “¿Y cómo vamos a subir ese morro tan alto?”, preguntaban algunos, levantando las cejas. Con ayuda de la Defensa Civil y el Ejército, algunos de ellos fueron llevados en brazos y hombros para que nadie se quedara atrás. Cada paso marcaba una victoria. Al llegar a la cima, las bocas abiertas y los saltos cortos de los menores de edad demostraban el espectáculo ante la vista.

La psicóloga Carolina, de la Fundación Dame la Mano, sonreía mientras los veía maravillarse con el paisaje. “Queremos que nuestros niños vivan experiencias inolvidables como esta, que sientan que el mundo es más grande que sus dificultades”. La fundación, que trabaja desde la comuna 13 de Medellín, lleva 40 años cuidando a niños, niñas, jóvenes y adultos mayores.

De regreso al helicóptero, los niños se acomodaron una vez más en sus asientos. La emoción del despegue volvió, pero esta vez sin miedo. “¡Vea las casitas chiquiticas!”, exclamó un niño señalando por la ventana. El mundo desde el cielo se veía como si tuvieran las posibilidades en sus manos.

Cuando aterrizaron en Medellín, sus ojos seguían iluminados y esta vez no se aferraban a las sillas con miedo, sino con el sentimiento de prolongar ese momento. Ese día no solo habían volado en un helicóptero y embarcado en Guatapé, habían dejado atrás, aunque fuera por un momento, sus preocupaciones y dolores.

Habían conquistado el cielo y, en ese instante, no había sueño que pareciera imposible o que no pudieran ver desde arriba. A veces, soñar es el primer paso para volar.

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