Dicen los que saben que el Centro de Medellín es visitado todos los días por cerca de 1,5 millones de personas, y por eso varios de sus espacios son hervideros de gente casi todo el día.
Sin embargo, a unos metros de avenidas concurridas como la Oriental y Junín se halla el parque de San Antonio, que durante la semana y sobre todo en el día se ha vuelto “tierra de nadie” a la que solo la atraviesan unos pocos valientes por el abandono en el que se encuentra.
El espacio es un enorme rectángulo de 16.681 metros cuadrados que consta de dos áreas divididas por la calle Amador. En el costado norte se ubican la iglesia de San Antonio de Padua y su convento, dos joyas arquitectónicas de 120 años.

En este punto que está arborizado también se halla una majestuosa fuente de cobre, testigo de los mejores años del sector. Y aunque la vigilancia en la zona es constante, esto no evita que habitantes de calle se la tomen y que incluso se hayan presentado robos a la fuente.
En el costado sur está la plaza. Allí hay tres esculturas del maestro Fernando Botero, entre ellas el Pájaro herido (destruido en un atentado que dejó 29 muertos en junio de 1995) a las que hace rato les falta un “cariñito”, también hay un auditorio al aire libre que terminó hecho letrina, y dos zonas comerciales en la que los fines de semana se libra una lucha por cual local pone la música más alto.
Entre los baldosines del extremo sur de la plaza germinó la maleza, y entre las jardineras en vez de flores uno se topa con habitantes de calle consumiendo drogas. En algunos postes se hallan bultos de material rodeados de adoquines levantados, pero los albañiles que usarían dichos elementos brillan por su ausencia. Y si se mira hacia arriba penden unas enormes lonas negras con las que se buscaba que pelecharan enredaderas pero hoy solo quedan matojos secos. Curiosamente en los cubículos de los artesanos, sí pelecha la maleza, poniendo en riesgo las estructuras.

Echan cal por malos olores
Pero el asunto no es de hace días, sino de años. Según comentó Ana, una de las vendedoras de las tradicionales artesanías de la zona, desde varias administraciones atrás no se ve que renueven el espacio.
“Yo tengo 17 años como comerciante aquí, y siempre ha habido problemas de aseo y de orden sin que nadie nos haga caso. ¿Cuántas veces no han arreglado la escultura de La Puerta porque todo el mundo se orina en ella? Es más, acá toca tirar cal a las paredes para que se vaya el olor ¡Y eso que los baños públicos están ahí mismo!”, apuntó.
Otra residente del sector indicó que en 26 años que ha vivido por la zona ningún alcalde se ha propuesto a hacer una intervención en serio. “Y cuando hicieron una medio organizada, no duró nada porque esto es muy inseguro. Hoy pasé por acá porque me tocó”, dijo de afán la vecina.
A renglón seguido, uno de los mismos habitantes de calle que allí estaba agregó: “Por acá hay muy poca seguridad”.
Pese a que los locales conocen la problemática del sector, el Parque de San Antonio sigue figurando dentro de los atractivos turísticos de la ciudad. Por ello, ya sea por intrepidez o por ignorancia llegan grupos de turistas buscando las obras de Botero pero en vez de ello se encuentran con una plaza solitaria ocupada solo por habitantes de calle, pedigüeños, e insistentes vendedores ambulantes.
“Ellos dicen que el espacio lo ven bien, pero también intuyen que algo raro pasa aquí. Acá hay y no hay policía y no debería ser así. Porque si le llega a pasar algo a un turista se va a llevar una imagen terrible de la ciudad. Y no nos podemos dar ese lujo teniendo en cuenta que fuimos la tercera ciudad más visitada del mundo el año pasado”, apuntó Felipe, un guía con cuatro años de experiencia en recorridos por el centro.
EL COLOMBIANO intentó contactar a la EDU en sus oficinas para conocer su óptica de la problemática, sin embargo por el paro de taxistas en el edificio no había ningún funcionario. Posteriormente se le preguntó a la municipalidad sobre el mismo asunto pero como se volvió habitual indicaron que en cuanto tuvieran la respuesta la compartirían.

Qué hacer para salvar el parque
Mientras la administración busca que decir, los propios vecinos lanzan sus propuestas para salvar el parque. Un trabajador de los locales vecinos añadió que lo que se requiere es una intervención integral que incluya varias dependencias sociales y de seguridad pues lo poco que hace la municipalidad se pierde por cuenta de los consumidores de droga que se adueñan del espacio cuando la oscuridad llega allí; lo que ha hecho que el parque cargue un estigma tal que la gente lo evite como si fuera un leproso en el medioevo.

Ana sugirió que si a los 12 módulos de artesanías que hay al costado norte llegaran los turistas que traen los guías, se reorganizaría el sector y se ampliaría la oferta más allá de los bares y tabernas. En línea similar opinó el guía quien apuntó que si se ofrecieran eventos culturales de forma permanente en el espacio el cambio llegaría en poco tiempo.
¡Mirá este espacio tan bacano! ¿Y cuántos conciertos has visto aquí?. Si las obras de Botero están, es porque el maestro quería que acá hubiera cultura. Ombe, si hubiera un San Alejo con el metro y el tranvía al pie, le garantizo que esto sería un éxito”, apuntó.