La vida de Jeison Andrés Vásquez Borja no pudo estar más llena de contrastes. Hubo una época en la que quiso ser sacerdote pero en el camino encontró otra vocación. Así fuera en la senda de la religión o en el liderazgo de la comunidad LGBTIQ+ su espíritu siempre fue el de un defensor de la paz.
“Siempre me interesé en la construcción de paz porque con ella se puede llevar el desarrollo a los territorios. Pertenezco a una colectividad LGBTI, es el Voluntariado Diverso. Siento que desde la identidades sexuales diversas se puede hacer un gran aporte al proceso de construcción de paz”, dijo Vásquez en alguno de los espacios en los que compartía sus ideas.
Si en algún momento de su vida tuvo dudas sobre su vocación a sus 29 años sí tenía una certeza: lucharía para eliminar la violencia contra la comunidad diversa en el país. Pero lo asesinaron antes de que su deseo se materializara. El cuerpo sin vida de este líder de la comunidad LGBTIQ+ fue hallado en la madrugada del martes 26 de julio por un policía en la comuna 13 de Medellín.
Lo encontraron sobre la 1:30 de la madrugada de este martes en el sector conocido como La luz del mundo de la comuna 13. Su cuerpo estaba en un paraje despoblado. Tenía tres heridas de bala. Una paradoja que su familia no termina de comprender. “En muchas regiones del país y en Antioquia la población diversa ha sufrido de manera amplia las consecuencias del conflicto. Muchas veces hemos sido invisibilizados y callados”, había denunciado Vásquez en una de las intervenciones en las que solía participar.
Jeison Andrés medía 1,85 metros, era musculoso y tenía barba. Detrás de su imagen ruda, cuentan sus amigos, se escondía un hombre tierno que le gustaba saludar de abrazos. Caminar su barrio, comer salchipapas y tomar cervezas era de las cosas que más disfrutaba.
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“Nosotros todavía no entendemos qué pasó, él habló conmigo hasta las 11:30 de la noche y al día siguiente recibo una llamada en la que me informan que estaba muerto. Cuando nos despedimos le dije que lo quería mucho”, le relató una de sus amigas a EL COLOMBIANO.
Una estela de crímenes en el Valle de Aburrá
Hace exactamente tres meses, el pasado 27 de abril, Jeison subió a la tarima del auditorio Forum de la Universidad Pontificia Bolivariana para recibir el diploma que lo acreditaba como Comunicador Social-Periodista. Desde su Facultad lamentaron su muerte.
“Compartimos la noticia del fallecimiento de nuestro egresado Jeison Andrés Vásquez Borja, una maravillosa persona, compañero solidario y líder, siempre dispuesto a brindar su alegría y muy comprometido con su profesión y los temas sociales”, expresó la Facultad de Comunicación de la UPB.
Las autoridades tratan de esclarecer este crimen. Vecinos del sector relataron que a esa hora llovía y que no alcanzaron a escuchar nada. Jeison siempre luchó por eliminar la discriminación y la violencia contra su comunidad.
Desde la alcaldía de Medellín ofrecieron hasta 80 millones de pesos por información que permita dar con los autores de este asesinato que enluta a la comunidad diversa de la ciudad. En lo que va del año han asesinado a 16 personas de la comunidad LGBTIQ+ en el Valle de Aburrá.
Sus amigos lo recuerdan
El martes en la noche, todavía consternados por el crimen, sus familiares, amigos y compañeros se reunieron en la calle Barbacoas. Lo lloraron, recordaron y pidieron justicia.
“Él llegó a tener el deseo de ser sacerdote, incluso estuvo dos años en la orden de los predicadores de Los Dominicos. Yo lo conocía hace 20 años, crecimos juntos en el barrio. (...) Cuando quiso hacer pública su orientación sexual fue muy duro, lloró mucho. Pensó que no lo iban a aceptar porque de por medio estaba toda la carga de esa estructura moral con la que venía. Pensaba que ser gay era un pecado. Jeison tuvo la suerte de que su familia lo rodeó de amor”, dice a El Colombinano Diego Mauricio Ríos Arenas, su mejor amigo.
Arenas y su círculo más cercano lo recordarán como ese amante de la bicicleta, que soñaba con visitar Roma y vivir en el viejo continente por un tiempo. Quería visitar el Mediterráneo y entrar a las basílicas. “La primera vez que lo vi estaba sudado. Había pedaleado desde su casa en la comuna 13 hasta la Universidad. Siempre que podía hablaba del lugar en el que nació con mucho orgullo: la comuna 13. Amaba caminar la calle y gastar la suela de sus zapatos. Le gustaba leer a Alfredo Molano”, recuerda Sara Montoya, otra de sus amigas.
Era popular, en la calle lo reconocían. Su amiga María Camila Vergara cree que “caminar con él era caminar con una celebridad”. “En una cuadra podía saludar de 10 a 15 personas y a todas recordarlas y llamarlas por su nombre, siempre con respeto y con palabras de afecto”, relata.
Alejandro Cardona Hincapié, amigo del Voluntariado Diverso, recuerda el día exacto en el que se conocieron. “Era 7 de agosto de 2017. Íbamos a ir juntos al Desfile de Silleteros. Llegó media hora tarde. Fue muy lindo porque estaba vestido, de pies a cabeza, como un campesino: tenía sombrero, poncho y hasta alpargatas. No lo olvido. Siempre estuvo orgulloso de sus raíces. Lo último que le dije fue que era mi persona favorita en el mundo”.
A María Cecilia Coronado se le reiniciaba la vida cuando él la abrazaba. “Con él me se sentía protegida, amada, muy amada. Fue inteligente y me enseñó muchas cosas. La gente lo escuchaba, tenía el don de la palabra. Se reía mucho, a carcajadas, grandes y ruidosas, sin importar el lugar”.
“En nuestro grupo la mayoría de amigas éramos mujeres. Andrés siempre nos decía que éramos sus niñas y nos protegía. Él era muy atractivo físicamente y nosotras le decíamos que él era nuestro novio. Le gustaba la cerveza, siempre decía en broma que cuando nos casáramos lo único que debía hacer para hacerlo feliz era tenerle polita fría en la nevera”, recuerda Manuela Hernández, su amiga.
NOTA: este periodista se graduó con Jeison Andrés, sus compañeros siempre recordaremos su sonrisa.