Un mural de más de 120 metros ubicado en los terrenos de la antigua fábrica de Peldar, en Envigado, reavivó las tensiones por el arte urbano en el Valle de Aburrá.
En cuestión de 24 horas, mientras un colectivo de ciudadanos se tomó los alrededores de ese lugar ubicado sobre la avenida Las Vegas para pintar una de las versiones más extensas del mural “Las cuchas tienen razón” en alusión a La Escombrera, esta vez con la frase “Las Cuchas tienen razón y no están locas”; a la noche siguiente, otro colectivo de ciudadanos se tomó la zona y aplicó pintura negra sobre el mensaje, reemplazándolo con frases como “Fuera Petro”.
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El episodio volvió a desnudar las fuertes divisiones que viene suscitando el uso del espacio público, en un debate que ahora ocurre en diversas ciudades del país.
Así empezó la controversia
El grafiti de la discordia comenzó a pintarse desde el pasado 3 de febrero cuando varios colectivos artísticos, entre ellos varios también involucrados en una controversia con otro mural de Jaime Garzón plasmado en un colegio en 2024, se tomaron la zona para pintarla.
“Hace tres meses que pintamos un mural de Jaime Garzón en una institución educativa que generó incomodidad. Este les va a incomodar 20 veces más”, expresaron algunos de los líderes de la iniciativa, en un video publicado en las redes sociales y en el que explicaron sus razones para emprender la intervención.
El grafiti de Envigado apareció en medio de un caldeado debate que también se ha tomado otras ciudades del país y que tuvo su origen en un mural similar que se plasmó en Medellín cerca al deprimido de la Terminal de Transportes del Norte y que fue borrado por funcionarios de la Alcaldía de Medellín y luego vuelto a pintar.
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“Una cosa es el grafiti como expresión artística, como se ha consolidado en zonas, por ejemplo, como la comuna 13 y otras. Inclusive, está reglamentado con una mesa del grafiti por acuerdo municipal. Hay unas condiciones, todo el apoyo siempre al arte urbano. Otra cosa es que hay algunos que consideran arte la ofensa a otros. Hay algunos que consideran arte querer ensuciar la ciudad. Y hay una cosa muy clara, mi apoyo completo al arte y así lo voy a seguir haciendo. Pero también como alcalde poner orden en una ciudad que la gente la quiere ver siempre limpia y bonita”, expresó entonces el alcalde Federico Gutiérrez al referirse a la controversia.
Además de ese mural, en Medellín se vivieron tensiones similares en otra pared ubicada en inmediaciones de la avenida Paralela, en donde desde la pandemia se había plasmado otro grafiti con las palabras “Nos están matando”, en alusión a los asesinatos de líderes sociales.
Dicho mural también fue borrado inicialmente por funcionarios de la Alcaldía en enero de este año, luego vuelto a pintar y luego vuelto a borrar esta vez por un grupo de ciudadanos integrado por algunas figuras de la política local, como el concejal de Medellín Andrés Rodríguez, de la bancada del Centro Democrático.
Tras esa acción de borrado, colectivos artísticos volvieron a tomarse esa zona para plasmar otro graffiti, en este caso con las frase “El arte no se calla”.
Otros líderes políticos, como el exconcejal de Medellín y representante a la Cámara por Antioquia, Daniel Carvalho Mejía, cuestionaron entonces aquella situación, planteando que la justificación para borrar esas piezas irían en contravía de las razones que llevaron a la ciudad a aprobar una política pública de arte urbano.
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“Ese acuerdo aborda el tema del arte urbano de manera integral, entiende el fenómeno y su desarrollo en la ciudad, y por eso creó acciones e instancias, como la Mesa Graff, un espacio interinstitucional en donde se deben discutir y tomar esas decisiones, con representación de miembros de la Alcaldía, pero también de los artistas. Esto es sumamente importante”, dijo Carvalho.
“Esta política buscaba no solo darle visibilidad y dignidad a esta labor y sobre todo solucionar una contradicción que tiene la ciudad, en donde mientras a los turistas extranjeros los llevamos felices al grafitour de la Comuna 13, por la noche sale la Policía a censurar a los grafiteros o la Alcaldía a borrar los grafitis. Esto no es coherente”, planteó el congresista.
Si bien las tensiones amainaron en Medellín, luego de que la Alcaldía convocara a un espacio de diálogo con los colectivos que integran la Mesa Graff, la tensión se extendió a otras ciudades del país, en las que empezó a reproducirse la frase de “Las cuchas tenían razón”.
Al igual que en la avenida Paralela, dentro de los integrantes del colectivo que borró el mural de Peldar durante la noche del pasado lunes 3 de enero estuvo el concejal Andrés Rodríguez, quien volvió a defender esa acción.
“Ya saben los petristas que aquí ya les salió tropa. No vamos a seguir comiendo de nada. Y faltan dos muritos en Medellín y otro en Itagüí. Vamos a ver cuando los pintamos. Esto es una representación artística, se llama “Verdades”. Estamos trabajando para que las víctimas no sean utilizadas por el petrismo”, dijo el concejal.