Para hablar de las flores en la pintura debemos remontarnos al siglo XVII, tiempo en que se desarrolló el bodegón, un género pictórico que surgió principalmente en los Países Bajos (Holanda) cuando los artistas se dedicaron a hacer retratos y escenas de la vida cotidiana.
Para Diego Arango, doctor en Artes e investigador de la Universidad de Antioquia, por lo general, los bodegones se hicieron con el objetivo de decorar espacios y lugares. “Buscaban generar verosimilitud en las representaciones, además de una armonía y un juego cromático que alegrara los ambientes”, explicó.
Aspectos como calidad en la interpretación de la luz y el color, y en la variedad de las flores, dejaban ver el virtuosismo del artista.
“El pintor buscaba sugerir lo táctil, las texturas, eso era lo que más valor les daba a esas obras: la variedad, colores y formas”, dijo Arango.
En el ámbito local
Al ser la flor un motivo recurrente, y dada su abundancia en los hogares antioqueños, el arte en el territorio también resultó influenciado.
El experto asegura que la flor en sí es un motivo muy característico del arte antioqueño, por lo que al referirnos a artistas habría muchos que se deben considerar.
“Hay muy pocos pintores antioqueños que no hayan hecho si quiera un bodegón de flores, porque es uno de los motivos regionales, la flor”, subrayó.
De acuerdo a Arango, al revisar, por ejemplo, el lenguaje de la acuarela en Antioquia, una persona como Jesusita Vallejo de Mora Vásquez resulta fundamental, porque toda su vida y obra la dedicó a realizar acuarelas de una calidad sorprendente.
También están todos los artistas de la Escuela Antioqueña de Acuarela, que fueron por los campos, a las veredas, a oriente y occidente del departamento, pintando los efectos de la luz sobre tapias y paredes, con motivos como rosas, margaritas, dalias y todo tipo de flores.
Otros personajes como Humberto Chávez, Pedro Nel Gómez y la familia Vieco también plasmaron la flor en algunas de sus obras. Un elemento presente en el paisaje antioqueño y en el arte. .