Agencia Sinc.
Las excavaciones del yacimiento arqueológico Shinfa-Metema 1 (SM1), en las tierras bajas del noroeste de Etiopía, que data de la Edad de Piedra Media, confirman que una población humana de hace 74.000 años sobrevivió a la erupción del supervolcán Toba.
Investigaciones previas afirmaban que esta supererupción creó un ‘invierno volcánico’ global que cambió drásticamente el clima durante unos 10 años y llevó a los seres humanos al borde de la extinción. Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature, indica que el efecto fue más moderado —solo duró uno o dos años— y que este fenómeno geológico propició la última gran expansión humana fuera de África, hace menos de 100.000 años.
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“Los datos que presentamos de SM1 son los primeros en comprobar sobre el terreno los efectos en un yacimiento arqueológico humano y muestran que, aunque Toba provocó una reducción de las precipitaciones y una mayor aridez, solo duró uno o dos años. La gente ocupó el yacimiento de SM1 antes, durante y después de Toba, por lo que estos humanos fueron capaces de adaptarse a los cambios”, dijo John W. Kappelman, profesor de la Universidad de Texas en Austin y coautor del estudio.
“Por lo general, se piensa que las dispersiones de los humanos fuera de África ocurrieron durante períodos húmedos que crearon ‘corredores verdes’ y facilitaron el movimiento de personas. Se creía que los períodos de aridez habían restringido el movimiento humano y creado inseguridad alimentaria”, añade el experto.
El ‘corredor azul’, en este caso, el ancestral río Shinfa, era el curso fluvial por el que los científicos creen que se desplazó la gente durante la estación seca, cuando el río no fluía y se reducía a una serie de abrevaderos aislados. Una vez agotado el alimento, se desplazaban por el cauce hasta el siguiente pozo. “Los atributos inherentes a un río estacional o ‘temporal’ actuaban para ‘desviar’ a la gente a lo largo del curso del río”, asegura W. Kappelman.
Las personas que vivían en el sitio de Shinfa-Metema 1 cazaban una variedad de animales terrestres, desde antílopes hasta monos, como lo atestiguan las marcas de corte en los huesos, y aparentemente cocinaban sus comidas, como lo demuestra la evidencia de fuego controlado en el yacimiento.