Las plataformas para hacer avatares virtuales o los filtros de fotografía que modifican los rasgos faciales nos convocan de manera permanente a buscar la belleza física para encontrar un lugar en la red. Para muchos, las cirugías plásticas se convierten en una opción para encajar.
Así lo explica Yaneth Colorado Marulanda, psicóloga de familia, infancia y adolescencia. “La adolescencia es un momento crucial en el que se desencadenan emociones y comparaciones que se verán reflejadas en el autoconcepto y la autoestima. Los entornos social, cultural y familiar cumplen un rol fundamental en este proceso y los ideales pueden verse orientados a satisfacer los estándares del exterior”, comenta.
En el 2021, 72.845 menores se practicaron una rinoplastia, representando el 7,3 % de cirugías de este tipo a nivel mundial, según cifras de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS por sus siglas en inglés). En cuanto a las cirugías de aumento de senos y liposucción -dos de las más comunes en el mundo-, 33.204 y 38.622 respectivamente fueron practicadas en menores, agrupando el 2 % del total mundial en ambos casos.
En Colombia, la demanda de cirugías plásticas en menores de edad continúa vigente. La pregunta por la madurez psíquica necesaria para tomar una decisión de este tipo despierta debates. Juristas, psicólogos y cirujanos se preguntan por los límites del derecho a la autonomía y el desarrollo libre de la personalidad.
La línea legal
En el 2016, la Ley 1799 prohibió practicar procedimientos médicos y quirúrgicos estéticos en pacientes menores de 18 años y estableció multas para quienes los practicaran.
Un año después, sin embargo, la Corte Constitucional emitió la Sentencia C-246-17, que nuevamente abrió la posibilidad de que, a partir de los 14 años, los menores de edad pudieran practicarse cirugías plásticas estéticas, defendiendo su capacidad de tomar decisiones y formarse una voluntad seria al respecto, explica Juan Felipe Álvarez Arboleda, abogado experto en derecho médico.
“Hay que establecer un diálogo con acompañamiento psicológico entre el adolescente, sus padres o cuidadores y el médico tratante para consultar la voluntad del paciente y que este pueda tomar una decisión informada de lo que quiere y de lo que no quiere, comprendiendo a cabalidad las consecuencias”.
En materia médica, esto se consigna en el consentimiento informado, un proceso en el que se verifica que el adolescente está tomando una decisión libre e informada. Este acompañamiento debe asegurarse de que el paciente tenga pleno conocimiento de los riesgos que acarrea la intervención como cicatrices o afecciones serias de salud.
“En cualquier caso, cuando un menor acude a nuestra consulta escuchamos tanto los deseos del menor como las consultas o dudas que puedan tener los padres. Es importante hacer ver a ambos lo que supone una intervención y ser realistas con el resultado que puede obtenerse”, indica Maria Isabel Cadena, presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica.