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Tatuajes y cáncer: lo que debe saber

Tatuarse es una práctica tan común como perforarse las orejas y son varios los interrogantes sobre sus efectos en la salud.

  • Tatuajes y cáncer: lo que debe saber
17 de marzo de 2023
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Donde se mire hay un tatuaje. En brazos, cuellos, manos, cejas, torsos, de todos los tamaños, simples, con un nombre escrito o verdaderas obras de arte.

Son casi tan antiguos como la humanidad misma y han sido utilizados para identificarnos con un grupo, una comunidad, una ideología, para reafirmarnos en nosotros mismos, como recordatorio o simplemente como arte decorativo.

También pueden tener una función terapéutica, por ejemplo, se sabe que cuando ha habido una mastectomía, tatuar la areola y el pezón puede ayudar al proceso de aceptación y recuperación de esa paciente. Lo mismo ocurre en personas que pierden sus cejas, sea por una alopecia u otro factor, o quienes han perdido una uña tras un accidente: tatuar las cejas o la uña perdida ayuda a recuperar la propia imagen y la sensación de normalidad.

Aunque la piel se considera un órgano resistente y resiliente, el tatuaje, por bello que sea, no deja de ser una agresión en la que por medio de diminutos cortes se inyecta tinta (un elemento extraño) en la dermis. Si el procedimiento se realiza con cuidado, conocimiento, destreza y con las agujas y tintas adecuadas no debe suponer un problema. Sin embargo, pueden ocurrir reacciones alérgicas o inmunológicas.

Si no se realiza con la asepsia requerida y los instrumentos adecuados, pueden presentarse varias complicaciones, desde infecciones virales (las más graves VIH, hepatitis B, hepatitis C), infecciones por hongos y bacterias, hasta enfermedades inflamatorias como alergias y sarcoidosis, empeoramiento de condiciones en la piel como el vitiligo y la psoriasis, o aparición de cicatrices anormales como las queloide.

¿Y el cáncer?

“La evidencia no muestra una relación directa entre tatuajes y cáncer de piel porque hay millones de tatuados y solamente se han publicado entre 50 y 100 casos de cáncer de piel asociado a tatuajes”, afirma la dermatóloga oncóloga Catalina Santa Vélez.

Sin embargo, dicen que los casos de cáncer de piel en tatuajes han aumentado en pacientes más jóvenes, “pero es por el cambio en el tipo de tintas que se están utilizando (antes eran inorgánicas y ahora son tintas orgánicas) o simplemente porque las personas son más conscientes y están reportando más”. Concluye que frente a este asunto existen muchos interrogantes que se irán resolviendo a medida que se cuente con más estudios.

Y es que las ramificaciones son muchas. Referente a las tintas, son compuestos que no están regulados, por lo tanto pueden contener cualquier elemento y pueden ser mezcladas, diluidas y modificadas por los tatuadores, de forma que hacerles seguimiento es bastante complicado.

Se sabe que algunas pueden contener sustancias identificadas como carcinogénicas como el benzopireno (también presente en el cigarrillo, el petróleo y muchos productos industriales), o posiblemente cancerígenas en humanos como las sales de cobalto, mercurio, o el sulfato de cobalto.

Por otro lado, las tintas se degradan con la exposición al sol y aunque en su estado original no fueran carcinogénicas, sometidos a los rayos ultravioleta pueden degenerarse en subproductos como la 5-Nitroanilina y el 5-Nitrotolueno, que sí lo son.

Otro punto que apenas comienza a estudiarse es el rol de los colorantes en enfermedades o cáncer de otros órganos. Se sabe que, con el tiempo, la tinta puede migrar del tatuaje a los alrededores o a órganos distantes. Por ejemplo, se ha encontrado que las tintas frecuentemente contienen aminas aromáticas que pueden llegar a los ganglios linfáticos y no está claro si su presencia puede ser nociva.

Sin embargo, el mayor problema de los tatuajes frente al cáncer de piel es que pueden interferir con un diagnóstico oportuno de cáncer cutáneo. “Para realizar una detección temprana, se requiere poder evaluar clínicamente o a simple vista los cambios que puedan aparecer, es decir, evaluar lesiones nuevas o anteriores que tengan modificaciones en cuanto a forma, tamaño, color o diámetro, que es lo que los dermatólogos conocemos como el ABCDE del melanoma”, indica la dermatóloga cirujana oncóloga María Soledad Aluma Tenorio y agrega que por esta razón no se deben realizar tatuajes encima de lunares y si ya hay uno en una zona con lunares, es fundamental hacer revisiones periódicas para verificar que no se presenten cambios en él.

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