Hay una historia familiar que se repite en muchas familias colombianas en diciembre: la del hijo o el familiar ausente. Tanto es así que el músico Pastor López y Su Combo convirtió esta historia en canción, la de El hijo ausente, que en diciembre es uno de los himnos que apela a la nostalgia de las familias colombianas cuando hace falta alguien en la mesa de la cena navideña o de fin de año.
Las familias incompletas se identifican desde el principio: “Otro año que pasa y yo tan lejos / Otra Navidad sin ver mi gente / Madre yo te pido humildemente, que en el año nuevo me recuerdes”.
Al ser diciembre el último mes representa el final para agradecer y despedirse, pero para eso solo hay 31 días en los que hay que pensar en muchas experiencias. De ahí llegan sentimientos como la nostalgia, la ansiedad y la tristeza, que son normales pese a las luces, la bulla y el exceso de comida. Lo que más se recuerda es todo lo que se vivió, los sueños y metas cumplidas, lo que pudo ser y no fue o la añoranza de personas que ya no están: ya sea por la muerte, una mudanza, la decisión tomada de no compartir más los caminos y otras situaciones como las de los que tienen familiares presos.
Basta escuchar otras canciones decembrinas colombianas como El ausente, Triste Navidad y Maldita Navidad para comprender la magnitud de la nostalgia por estos días.
El fenómeno nostálgico
La publicidad y el consumo ha dejado claro que estas fechas son para compartir con la familia ideal o rodeado de amigos. “Pero casi nadie tiene una familia ideal y también hay familias con problemas económicos que no se pueden permitir todos los regalos que les gustaría regalar, así que las personas se sienten tristes y nostálgicas”, dice la psicóloga Laura Restrepo.
Desde el ideal de lo que se supone es la Navidad en lo comercial, no hay lugar para los “no afortunados” porque todos —se supone— deben compartir en grupo. Sin embargo, cada familia y persona tienen situaciones para que la Navidad se transforme en una fecha distinta a la que se pide: “En diciembre las familias tienen tradiciones, pero si hay un miembro que migró a otro país o falleció, se hace más difícil”.
La enfermedad y el dolor son causas de que haya gente que no disfrute de una Navidad. Otro motivo es que veces las personas, por el trabajo, no pueden compartir con sus seres queridos “y eso genera sentimientos nostálgicos”, explica Jenyfer Salgado, coordinadora del Programa Ejercicios Espirituales y Acompañamientos de la Universidad Javeriana.
Por estas fechas de festividades los casos de personas ansiosas y depresivas sí aumentan, en eso están de acuerdo los especialistas.
“Hay crisis depresivas y ansiosas ligadas al 24 y al 31 de diciembre porque en estas fechas las personas van a recordar lo que no está, las pérdidas. El final para una persona ansiosa puede significar todo aquello que no logró hacer en el año y para una depresiva es asumir todo lo que ya no está y pensar en lo que ya no eres. Eso es un duelo complejo”, señala Restrepo.
Sin embargo, aunque los cuadros ansiosos y depresivos aumenten en diciembre, especialistas como el psicólogo Jorge Mario Rubio, de la Universidad de Antioquia, dice que muchas de estas crisis “se consideran una reacción de ajuste y no como un cuadro clínico. La melancolía, la tristeza y la nostalgia habitualmente son emociones pasajeras”.
Pero eso no significa que todas sean estacionales. Hay personas que sí tienen trastornos ansiosos, depresivos y demás, y deben recibir un tratamiento adecuado.
¿Qué hacer?
Si es una persona que se siente identificada con uno de estos casos, los especialistas recomiendan, primero, reconocer la causa de sus emociones. “No niegue el sentimiento. Estamos en una sociedad que permite sentir felicidad pero no dolor o nostalgia y es importante experimentar estas emociones, si bien no instalarse en ellas y así mantener un sano equilibrio de lo que siente”, precisa Salgado.
La psicóloga Restrepo hace una analogía. “Es darles un lugar a esas emociones, pero saber qué tanto espacio vas a darles. Para ilustrar, en vez de darles el espacio de toda una casa, les das un espacio que ocupa una silla”.
Si ha perdido a alguien en esta época, una alternativa es hacer rituales: “Prender unas velas, recordar anécdotas de esa persona, hacer actividades que le gustaban o hasta centrarse en usted y dedicarse días enteros a hacer cosas que le gusten y apasionen”.
Es imprescindible que si está solo busque una red de apoyo como amigos u otros familiares. “El diálogo es importante”, precisa Salgado. La invitación es que converse con sus hijos, padres y demás seres queridos sobre lo que le sucede. Hablar sobre esas expectativas que no se cumplieron, dejar de idealizar las navidades y esas fechas en las que supuestamente todos deben ser felices.
Si bien la red de apoyo es importante, a veces las personas “quieren estar solas y no sentirse presionadas”, dice el psicólogo Jorge Mario Rubio. En ese caso la recomendación para familiares y amigos es que no presionen a alguien que se siente mal y decidió no estar acompañado.
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¿Cómo ayudar?
Si en su caso conoce a una persona que está pasando por un momento difícil o en Navidad se siente triste porque perdió a alguien o está pasando por una compleja situación económica o cualquier otra razón, lo recomendable es que no presione a que se integre socialmente. “Lo principal es mostrarse como un amigo, una pareja o un familiar empático porque esa persona está pasando por un momento difícil”, dice Rubio.
Lo ideal es que se muestre compasiva y no incitarlo a tomar alcohol para que “no se sienta mal”, porque el dolor no se puede desaparecer de esa manera.
Hay que generar espacios de conversación y de escucha activa e incluso dejarlo llorar si es necesario y darle un espacio a solas.
Si por el contrario, la persona expresa que quiere ir a una festividad pero le da miedo indisponerse, invítelo a que vaya sin la presión de que deba quedarse. “Si la persona se siente agobiada puede salirse un momento para respirar y llorar y así regular su emoción y si en definitiva no es capaz de continuar en el lugar, puede irse sin sentirse mal”.
El capitalismo transformó una tradición cristiana en “una alegría superficial y luces de neón”, opina Jenyfer Salgado. Desde los pesebres la enseñanza es demostrar humildad, sencillez y tener compasión. “Como el dolor de una mujer migrante que va a dar a luz y no tiene dónde tener a su bebé. Desde esta perspectiva la Navidad cobra otro sentido”.
Se trata de no juzgar ninguna emoción. Está bien sentirse triste en Navidad, o que le genere ansiedad. No todos tienen que sentirse felices o quererse sumar a la bulla y al baile. Todos somos distintos .