Para el próximo año (2023), según cálculos de la organización latinoamericana No Pausa, cerca de mil millones de mujeres en el mundo atravesarán la perimenopausia, una etapa de la vida reproductiva que hace referencia al periodo de transición entre menstruar y dejar de hacerlo.
Piénselo así: usted debe moverse de un punto A (menstruar) a un punto B (dejar de menstruar), el camino que recorre entre un punto y otro es la perimenopausia, un sendero por demás desconocido. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cerca del 70% de las mujeres llegan a estas fases de su vida sin información suficiente para abordarlas.
La perimenopausia suele ir de los 45 a los 55 años de edad, confirma David Vásquez Awad, ginecólogo epidemiólogo y miembro de número de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, es así teniendo en cuenta que la edad promedio actual de la menopausia en Colombia son los 50 años.
No obstante, estas cifras suelen variar según la época y la mujer en cuestión, matiza el ginecólogo Álvaro Serna: “Los rangos en general han disminuido, por ejemplo, ahora podemos hablar de que a los 38 pueden ir apareciendo los primeros síntomas de la menopausia”.
Un sube y baja de hormonas
Al tratarse de una etapa fisiológica, es decir, natural, no debe referenciarse como una enfermedad. Entre sus características principales está la caída progresiva de los niveles de estrógenos (la hormona femenina por excelencia), lo que puede desencadenar síntomas evidentes como irregularidad en los ciclos menstruales (estos se alargan o se acortan de manera abrupta) y sensaciones similares a los de la menopausia.
De acuerdo con una reseña compartida por la Clínica Mayo, si cumple con la edad referenciada y tiene cambios persistentes de siete días o más en la duración del ciclo, quizá esté entrando en la perimenopausia temprana; si los espacios son de 60 días o más, puede tratarse de la perimenopausia tardía (ya muy cerca de la menopausia). También pueden presentarse sofocos, problemas para dormir, cambios en el estado de ánimo, problemas vaginales como falta de lubricación, elasticidad, cambios en la líbido, pérdida de la densidad ósea en tanto se reducen los niveles de estrógenos, incrementando el riesgo de osteoporosis, y cambios en los niveles de colesterol.
Ahora bien, coinciden los dos expertos entrevistados, estos cambios no se presentan en el 100 % de las mujeres, de acuerdo con Vásquez, suelen ocurrir en cerca de dos tercios del sexo femenino.
Aquellas que no presentan ningún tipo de alteración o señal suelen consultar preocupadas con sus médicos, cuenta Serna, pues piensan que puede ser una mala señal; sin embargo, aclara el profesional, este tipo de alteraciones no tienen que ser vividas por todas las mujeres, es decir, no sentirlas también es normal. De hecho, ocurre casi que al azar, “no hay factores genéticos (hereditarios) que determinen totalmente si una mujer tendrá experiencias significativas durante ese período de transición”.