Los novelistas norteamericanos pertenecen a otro mundo, son especímenes raros. En el siglo XX la literatura estadounidense produjo autores tan singulares en su obra y en su actitud ante el público y la fama como J.D. Salinger –el ermitaño autor de El cazador oculto– y Truman Capote –el famoso escritor de A sangre fría–. Salinger pasó toda la vida ocultándose de las cámaras y de los flashes mientras Capote sedujo a la prensa y a los paparazzi con su personalidad de divo. Ambos fueron tremendos escritores. A la estirpe del primero pertenece Cormac McCarthy, el novelista vivo más importante de la lengua inglesa.
Con 89 años, McCarthy volvió al ruedo editorial con la publicación de The Passenger, la primera de las dos novelas que entregará a los lectores este año. La segunda se titula Stella Maris y llegará a las librerías el seis de diciembre. Y la noticia no es menor: La carretera, su anterior novela, ganó el Pulitzer de ficción y se convirtió en uno de los libros más vendidos de 2006. También es el autor de No es país para viejos, la ficción que inspiró a los hermanos Coen la película que arrasó en la competición por el Oscar en 2007.