El mundo de los colores tal y como lo observamos en realidad puede ser diferente para cada persona. Esto sucede porque existen desde variaciones genéticas hasta culturales que modifican esta percepción del color.
Explicarlo desde la biología es una cuestión sencilla. Según expertos como el neurooftalmólogo Andrés Castaño Parra, el cromosoma “X” es el encargado de otorgarle al ser humano la capacidad de distinguir los colores, algo que no hace el cromosoma “Y”.
Desde ahí hay una sutil diferencia: las mujeres genéticamente son “XX” mientras que los hombres son “XY”. Eso significa que ellas tienen una ventaja desde el nacimiento por encima de los hombres, para reconocer algunas tonalidades de colores como el morado. Es una diferencia que especialistas como Castaño traducen como poco significativa, pero culturalmente se ha reforzado. Por ejemplo, tonalidades como “mora en leche” son reconocidos más fácilmente por mujeres.
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Hay más
El asunto del sexo (si es hombre o mujer) no es lo único que influye. En una investigación reciente publicada en la revista Scientific American se explica que el color está en el ojo y cerebro del observador.
Eso indica que la percepción de los colores puede ser individual para cada persona y depende de factores como la edad, la cultura en la que está inmerso, el idioma nativo y hasta la estructura ocular.
En la publicación, la neurocientífica visual Jenny Bosten de la Universidad de Sussex explica que, por ejemplo, en algunos idiomas como el galés antiguo no hay distinción entre el azul y el verde, a ambos los contiene el término “grue”. “¿Los hablantes que hacen esa distinción realmente perciben los colores de manera diferente?, ¿o es solo una cuestión lingüística?”, se pregunta.
Para el neuroofalmólogo la mayoría de personas pueden distinguir las diferencias en los tonos, sin embargo, aquellos que en su idioma no tienen nombres para catalogarlos de manera diferente, se hace imposible su clasificación, influyendo en la manera en la que se percibe el mundo.
El neurobiólogo John Fredy Castro Álvarez concuerda: “Si uno le da nombre a las distintas tonalidades, el cerebro las identificará más fácil”.
Los genes producen diferencias
Germán Ricaurte, docente del Instituto de Física de la U de A, relata que existen mutaciones que dañan genes y por eso hay individuos daltónicos que confunden el verde con el rojo. Incluso hay otras especies como el toro y el perro que también lo son.
El médico Castaño asegura que el daltonismo se diagnostica en el 10 % de los hombres en el mundo y son pocas las mujeres que la padecen porque está ligada al gen “X”, lo que quiere decir que las mujeres son portadoras pero los hombres son el principal foco. Según cifras de la Joint Comission, en el mundo 1 de cada 10 hombres la padecen.
Hay otras enfermedades que distorsionan la visión, sin embargo, no están tan relacionadas con la edad sino con la genética. Un diagnóstico más grave —y menos frecuente— es llamado acromatopsia que se traduce en la ausencia de pigmento sensible al color en los conos de la retina, que son las células encargadas de darle la visión al humano.
El escritor inglés Oliver Sacks escribió sobre esta afección en La isla de los ciegos al color un trabajo sobre comunidades de las islas del Pacífico Pingelap y Pohnpei, donde hay una alta población que es completamente ciega al color, es decir, miran el mundo a blanco y negro. Aunque es una alteración menos frecuente (le da a 1 de cada 30.000 personas) es una modificación genética que hace que el mundo no sea igual para ellos.
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Sobre la edad
Hay otras enfermedades ligadas a la edad, lo que quiere decir que esto define la manera en la que se percibe el mundo.
El sistema de visión (ojos y las conexiones con el cerebro) se deteriora con los años. Algunas afecciones visuales asociadas con la edad son la degeneración macular, cataratas, enfermedad diabética del ojo, glaucoma, baja visión y ojo seco (la producción de lágrimas disminuye).
La evolución de la visión
El cerebro y los ojos son los encargados de ella. En términos evolutivos, comenta John Fredy Castro Álvarez, el cerebro se desarrolló para percibir “en tiempo real el mundo y darnos la posibilidad de sobrevivir”. Por su parte, Luis Kamil Buitrago Osorno, biólogo divulgador científico del Parque Explora, explica que la evolución de los ojos se remonta al origen mismo de la vida hace unos 3.800 años.
“La luz del Sol ha moldeado la vida desde sus comienzos al ser el mejor calibrador externo del reloj biológico que todos los seres deben tener para regular sus tiempos de migración, sueño, reproducción y fructificación”.
La adaptación de la visión ocurre por selección natural e igual las mutaciones como, por ejemplo, los ojos claros. También se dan “ajustes rápidos” que hace el ojo ante una variación ambiental como producir lágrimas ante un sucio en el ojo o la dilatación de la pupila en un sitio oscuro.
Asimismo es igual de importante la percepción del color. Dice Kamil que es una sensación básica con la que los humanos y otros animales se relacionan con el entorno y otros seres, además de ser esencial para la supervivencia.
“Nos permite distinguir cuáles frutos están maduros para comer o los que pueden ser tóxicos por estar verdes, reconocer animales venenosos y a veces hasta conquistar a la pareja. ¿Has usado un color de pintalabios o de camisa para una cita especial?”.
Por su parte, Germán Ricaurte, quien investiga sobre aplicaciones del color, dice que este se produce por la composición de la luz. Explica que las partículas de la luz llamadas fotones tienen una energía diferente. La detección de la luz en el ojo humano se da por la molécula alargada llamada retinal que está “enganchada” a las opsinas, un tipo de proteínas que se encuentran en las membranas de los conos y bastoncitos —células que conforman la retina—. En el momento en que un fotón incide sobre la retina y tiene una energía en un rango adecuado, la molécula se “desdobla” y llega al interior de las células “generando una cascada de eventos que finalmente producirán una sensación en el cerebro”.
Los seres humanos tienenla capacidad de observar el espectro visible y la luz blanca es el conjunto de todas las longitudes de onda de este espectro. Va desde los 400 hasta los 700 nanómetros. Esto indica que los colores se perciben porque existe la luz y la interpreta el cerebro humano.
Un ejemplo de que la realidad no es como la percibimos es la del color del Sol. Esta estrella está en el rango de longitud de los verdes, según el físico Ricaurte, pero no se ve así porque este emite una cola de fotones de longitud de onda mayor especialmente en el rojo. “La mezcla de rojo con verde hace ver el sol amarillo”.
Estos descubrimientos los puede hacer cada persona a medida que crece y se da cuenta de que los colores tienen categorías. Especialistas como la científica Jenny Bosten dejan abiertas las posibilidades a las nuevas generaciones.
“No les enseñé nada sobre el color a mis hijos porque me interesaba observar lo que naturalmente pensaban al respecto. Como, por ejemplo, mi hija, probablemente a la edad de 5 años, dijo: ‘¿Vamos al edificio azul?’ Para mí, se veía blanco. Pero estaba iluminado por una luz de cielo azul”, cuenta en el artículo publicado por la revista.
La cuestión de los colores es una evolución adaptativa y aunque todos observamos de manera similar, puede haber algunas variaciones influidas por algunas de estas razones mencionadas. Para el mundo, una cantidad de variaciones y posibilidades de colores.
10%
De la población masculina está diagnosticada con daltonismo.
