La Luna estará, por primera y única vez en el año, a 357.264 kilómetros de la Tierra (en condiciones normales se encuentra a más de 384.000 km), una distancia que puede dimensionar si imagina que una cuerda le da apenas nueve vueltas al planeta.
Aunque se le llama “superluna” y, en apariencia, luce como una luna llena, lo que podrá verse será una “luna casi llena”, llamada “luna gibosa menguante”, que será apreciable incluso hasta nueve horas después de iniciado el fenómeno.
En declaraciones para National Geographic, la astrofísica e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), Beatriz García, explica que el término “superluna” proviene de la astrología, razón por la cual astrónomos e investigadores prefieren referirse al suceso como perigeo lunar.
Del mismo modo, aclara la experta, aunque el cuerpo celeste se verá un 14 % más grande y un 30 % más brillante, el ojo humano “desnudo” no podrá percibirlo.
Desde los nativos del norte
Aunque el término lo acuñó, en 1979, el astrólogo Richard Nolle en una edición del periódico Dell Horoscope, el acontecimiento ya había sido reseñado años atrás por los nativos americanos, quienes se refirieron a ella como “Superluna de Siervo”, pues asociaron la época del año en la que ocurre el fenómeno con el crecimiento de las astas de estos animales.
Por otro lado, la Nasa en su página web oficial, hace mención del evento bajo el término “Luna del Trueno”, pues en el mes de julio aumenta la frecuencia de las tormentas eléctricas en esa zona del planeta, coincidiendo además con los primeros días de verano.