Hay dolores del cuerpo que, aunque uno no sea experto, intuye fácilmente cuáles pueden ser sus causas. Cuando hay dolor y presión en el pecho lo asociamos a un infarto; o cuando las mujeres nos palpamos los senos y sentimos cualquier protuberancia, a nuestra mente viene el preocupante y acelerado autodiagnóstico de un cáncer.
Sin embargo, existen señales de enfermedades inminentes que, ya sea por ingenuidad o desconocimiento, no logramos identificar. Esto ocurre con los accidentes cerebrovasculares (ACV), la tercera causa principal de defunciones a nivel mundial.
En Colombia también está presente este mismo patrón. Hasta octubre de 2024, las enfermedades cerebrovasculares fueron la segunda causa de mortalidad del país. El año pasado, 14.113 personas murieron por esto, el 6,2% de los 227.641 fallecimientos que se registraron hasta octubre.
A pesar de lo frecuentes que pueden ser los ACV, en el país no hay fuentes de información de acceso público que estén actualizadas y permitan conocer la realidad en números de estas condiciones. Las cifras del Dane, si bien dan cuenta de las muertes, no revelan cuántas personas padecen accidentes cada año y, mucho menos, dan pistas de los otros desenlaces que pueden tener los pacientes. Este último punto es relevante, ya que los ACV son la principal causa de discapacidad en Colombia.
Las posibilidades de padecer un accidente son altas. Los especialistas lo explican de manera sencilla: si en este momento en su casa hay cuatro personas, es probable que a una de ellas sufra un ACV en cualquier momento de su vida.
Recientemente, investigaciones médicas han concluido que los accidentes cerebrovasculares aumentaron en los últimos 35 años. En septiembre, el Estudio de Carga Global de Enfermedades, institución que se encarga de analizar las causas de mortalidad en más de 60 países, publicó una investigación en The Lancet que muestra que, entre 1990 y 2021, los ACV aumentaron en un 70%.
Pero, ¿qué está pasando actualmente con los accidentes cerebrovasculares en Colombia?
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¿Cuáles son las cifras?
Los accidentes cerebrovasculares ocurren cuando el flujo de sangre al cerebro se detiene. Hay dos tipos: isquémico y hemorrágico. El primero se presenta cuando el flujo sanguíneo que va al cerebro se reduce u obstruye y el segundo se da por la ruptura de un vaso, lo cual ocasiona sangrado.
A pesar del impacto de los accidentes cerebrovasculares en las cifras de mortalidad del país, actualmente no hay un sistema de información público donde se puedan consultar datos actualizados sobre las personas que padecieron un ACV en el último año, conocer el perfil de los pacientes o los desenlaces de los casos.
Uno de los datos más recientes es el de la tasa de esta condición. Según el Ministerio de Salud, en 2023 hubo 32,45 fallecimientos por cada 100.000 habitantes.
Como han probado estudios como el publicado en The Lancet, a nivel mundial los ACV han aumentado en los últimos años. Colombia no es la excepción: en marzo de este año, esa revista publicó otra investigación que analizó el riesgo y el impacto de los accidentes en 38 países de América entre 2015 y 2021. Una de las conclusiones fue que Colombia es uno de los 13 países en los que la mortalidad por accidentes cerebrovasculares isquémicos aumentaron en personas entre 15 y 49 años, y también en el rango de 50 a 74 años.
A pesar de que no hay cifras exactas a nivel nacional sobre esto, especialistas coinciden en que últimamente han incrementado los casos de ACV. Diana Katherine Mantilla, neuróloga vascular y miembro de la Asociación Colombiana de Neurología, asegura que los accidentes han aumentado, especialmente en las personas más jóvenes.
La evidencia científica ha comprobado que cualquier persona, en cualquier momento de la vida, puede llegar a sufrir un ACV. Sin embargo, hay factores de riesgo que incrementan las posibilidades: es más común que esto se presente en personas mayores de 55 años con otras enfermedades como obesidad, hipertensión, diabetes o dislipidemia, que son los niveles elevados de colesterol y triglicéridos.
Mantilla asegura que el aumento de accidentes en personas jóvenes se ha evidenciado en consulta médica, especialmente de aquellos que no tienen factores de riesgo. La especialista califica esto como “preocupante”, ya que aún no se han identificado las causas del incremento.
Alejandro Villarraga, neurólogo de la Clínica de las Américas; Carlos Martínez, neurólogo vascular del Centro de Cuidado Clínico de ACV de la Fundación Santa Fe de Bogotá, y Mario Muñoz, miembro de la Red Colombiana contra el Ataque Cerebral (RecaVar), también coinciden en esta percepción.
Ante un panorama en el que se presentan más casos de ACV, el hecho de que no haya un sistema de información actualizado y público hace que la labor de investigar estos cambios en la prevalencia sea más complejo.
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Los expertos señalan que, además que las cifras sobre accidentes son escasas y antiguas, también tienen un subregistro considerable.
El doctor Martínez explicó que esto se debe, en parte, a los códigos diagnósticos que registran los médicos a la hora de atender a los pacientes con esta enfermedad. Cada vez que uno consulta en un centro de salud, con su información se completa el Registro Individual de Prestación de Servicios de Salud (Rips). Estos son una serie de datos que sirven para vigilar la calidad de la atención y que las entidades deben enviarle cada mes al Ministerio.
Uno de los datos que aparecen en estos registros es el CIE-10, o sea, el código de clasificación de la enfermedad por la que usted está consultando.
El problema con los accidentes cerebrovasculares, según el especialista y el neurólogo Muñoz, es que hay múltiples códigos genéricos que son utilizados a la hora de registar un ACV: una persona puede fallecer por causa de una insuficiencia respiratoria, pero lo que originó esto fue un accidente, por lo que debería quedar registrado es esta última condición.
Actualmente, algunos hospitales del país registran información sobre ACV en una plataforma que ayuda a monitorear a nivel mundial esta condición. Se trata de RES-Q, una iniciativa desarrollada por la Organización Europea de Accidentes Cerebrovasculares y que opera en 81 países. En febrero se publicó un artículo que analiza los datos de Colombia registrados en esta aplicación entre 2017 y 2021 en 25 hospitales del país, identificando cifras clave sobre los procedimientos, perfiles de los pacientes y tiempos de atención. En el tratamiento de los ACV, este último factor es crucial, ya que se trata de una enfermedad dependiente del tiempo, lo que significa que el período para recibir atención y reducir daños cerebrales futuros es de 4 horas y media. En ese estudio se concluyó que el tiempo promedio de atención fue de 4.3 horas, pero en los hospitales analizados del Amazonas, el lapso fue de 6.9 horas debido a la distancia y el difícil acceso desde ciertas zonas a los centros de salud.