Juan Santiago Uribe recuerda que a su padre, neurólogo, los pacientes le obsequiaban naranjas y gallinas como método de pago, cuando no tenían con qué costear sus consultas. Creció viendo cómo su padre llegaba con ellas a su casa y la forma en la que su familia le ayudaba a las personas, porque además de su padre, sus abuelos también eran médicos. Ahí empezó su vocación.
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La historia la recuerda desde una oficina en Phoenix, Arizona, en Estados Unidos, en donde se encuentra en este momento. Tiene 58 años, lentes y una bata blanca del Instituto Neurológico Barrow, de donde es vicepresidente del Departamento de Neurocirugía.
Además de su posición en Barrow, recientemente se posicionó como presidente de la Asociación Estadounidense de Cirujanos Neurológicos, desde donde lidera a 10.000 neurocirujanos estadounidenses que se especializan en el tratamiento de la cadera. Desde allí recuerda los inicios de su historia en Colombia.
El niño en la década de los 70 poco sabía de lo que le deparaba el futuro, que presidiría una de las asociaciones científicas y educativas más relevantes del mundo, fundada en 1931 para trabajar con especialistas en trastornos de columna vertebral, médula espinal, cerebro, sistema nervioso y nervios periféricos.
“Yo crecí en Medellín y estudié en el colegio San Ignacio, por el Estadio. En esa época a finales de los 80 mucha gente quería estudiar medicina y de 300 bachilleres, salimos por lo menos 20 médicos; también crecí con la satisfacción de ver que mi familia le ayudaba a las personas y eso fue entrando lentamente en mí. Así fue que decidí ser médico”, recuerda.
Estudió Medicina en la Universidad CES y se graduó en 1989. Luego, se especializó en Neurocirugía en la Universidad de Antioquia y en Cirugía de columna en la Universidad de Miami. Por aquella época su relación con Estados Unidos se iba haciendo cada vez más estrecha. Tenía claro que allá estaban “las grandes ligas de la medicina”.
Durante un año estudió inglés y se preparó para vivir allí; el reto más grande fue el de repetir su especialización para ser parte del sistema americano de investigación. “Eso fue un poco duro. El campo de la neurocirugía en este país es de competencias, tanto con los estudiantes de medicina americanos, que prácticamente están entrenados para pasar al sistema americano y también competir con otros cirujanos provenientes de otros países”.
Logró culminar su especialización en el país americano y comenzó a construir su camino allá, a ser un hombre inquieto y propositivo. El hito que lo llevó a posicionarse en el gremio, y le dio un reconocimiento importante, fue la creación de un tornillo para estabilizar el cuello –una idea que inició en el 2007– al permitir la articulación de la base del cráneo con la base cervical a partir de materiales compatibles con las estructuras del cuerpo como el titanio.
Un tornillo para estabilizar el cuello: el desarrollo que le dio reconocimiento
El tornillo es viable para personas con inestabilidad en la unión del cráneo y la columna cervical ya que permite su fijación. Este desarrollo funciona en pacientes diagnosticados con artritis reumatoidea en estado avanzado o en personas que tras una cirugía significativa en el cráneo, quedaron con inestabilidad.
Antes de esto no había una alternativa para este problema. “En aquellos años, lo primero que hice fue verificar si era una idea viable y empecé en estudiarlo en cadáveres para asegurarme si el tornillo sí podía entrar a esta región del cuerpo, conocida como el cóndilo occipital. Luego dispuse a estos cadáveres en máquinas de escanografía y rayos X y observé que los tornillos si estuvieran donde es y lo comparé con lo que se hacía antes que era poner tornillos pero en el hueso occipital, no en la parte base del cráneo”.
Ejecutó también test biomecánicos, publicó su investigación en varias revistas y adelantó ensayos clínicos con pacientes. Así fue que validó su técnica. “También había que describir el procedimiento para que otros médicos lo aprendieran, hice cursos y así los cirujanos empezaron a utilizarlo. Después, una compañía americana se interesó en la idea y se convirtió en un procedimiento exitoso”.
El trabajo de Uribe ha estado enfocado en el tratamiento de la escoliosis, el traumatismo espinal, el disco torácico herniado y los tumores espinales, particularmente con cirugías de columna mínimamente invasivas. “Sus intereses de investigación incluyen estudios anatómicos, biomecánicos y clínicos sobre la aplicación de la cirugía de columna mínimamente invasiva en enfermedades degenerativas complejas, lesiones traumáticas y tumores”, precisa el Instituto Barrow.
Una apuesta a cirugías menos invasivas
El médico, además de todo lo anterior, actualmente trabaja en un procedimiento innovador. Se trata de una intervención quirúrgica con un acceso lateral a la columna para fusiones de escoliosis y problemas degenerativos, una técnica menos invasiva, diferente a una cirugía abierta.
“Con este procedimiento no es necesario movilizar muchos tejidos blandos para entrar hasta la columna, que es muy profunda y para llegar a ella es difícil. Con el acceso lateral se pueden obtener los mismos resultados que con las cirugías abiertas y son eficientes porque se pueden usar para fusionar y hacer que una vértebra se adhiera a otra”, explica Juan Santiago.
Este procedimiento requiere de tecnologías de vanguardia y admite que en esta época, la inteligencia artificial (IA) es uno de los campos más atractivos en el sector. “La IA facilita cirugías que requieren que un médico controle muchas variables, entonces esto entra a apoyarnos. Si uno cuenta con información, datos y lo combina con IA podrá predecir algunas cosas que pasarán en una cirugía”.
El profesional hace la metáfora de lo que significan estos avances para los médicos. “Es como si fueras a manejar desde el Parque Berrío hasta el Aeropuerto José María Córdova por la noche, con mucha niebla y sin poder ver, pero tuvieras un aparato que te dice que hay cierta cantidad de curvas, que allí se han accidentado tantas personas y te explica bien por dónde llegar. Así se siente la inteligencia artificial para nosotros”.
Uno de los retos que tiene Juan Santiago en su presidencia es el de proteger a los médicos y a los pacientes dentro del sistema de salud estadounidense. Que sea accesible para todos.
También, tiene otros retos. El tejido nervioso no se regenera como lo hacen otros tejidos del cuerpo como la piel.
“Eso hace que en la neurociencia haya una cantidad de problemas que no tienen solución. Uno de ellos es que todavía no hayamos sido capaces de solucionar la parálisis. Se hacen avances como los microchips y también en investigar la regeneración de la médula espinal. Los esfuerzos que se han hecho hasta ahora han sido con células madre pero los resultados no han sido tan buenos”, dice.
Para el médico los microchips, y en general la neurotecnología, son una posible solución a este tipo de diagnósticos. “Todavía hay algunos retos, como por ejemplo, si la comunicación de estos aparatos en algún punto se daña, ¿hay alguna manera de continuar? Pero sí creo que para empezar la parálisis se beneficiará de este tipo de tecnologías”.
Juan Santiago Uribe es un hombre que está al tanto de las investigaciones más novedosas. También mencionó una técnica experimental con estimulaciones del cerebro.
“Aquí estamos trabajando para el control de la diabetes. Que en vez de inyectar insulina, podamos estimular el cerebro profundo para que el cuerpo sea capaz de su producción. Todo eso estamos explorando”.
Más sobre el médico
Juan Santiago está casado con Catalina Botero, una mujer colombiana que conoce desde que vivía aquí en Medellín. Tienen dos hijos, un hombre y una mujer. Él quiere ser médico y continuar con el legado familiar. Su hija está estudiando derecho.
Sus dos grandes pasiones, además de la medicina, son los carros y el golf. “Me interesa el negocio de los carros, arreglarlos, o como decimos en Colombia ‘engallarlos’. Me llama la atención la ingeniería y cómo de una cantidad de metales se puede construir un automóvil. El golf también me apasiona, en Colombia jugaba y cuando llegué a Estados Unidos pensé que podría hacerlo más, pero por las ocupaciones no puedo tanto como me gustaría. Cada vez que puedo lo hago”.
La relación de él y su familia con Colombia es estrecha. Visitan el país constantemente y disfrutan de la comida colombiana. Ahora se encuentra en Phoenix, Arizona y está a cargo de 10.000 neurocirujanos.