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Homeschooling: tener el mundo como escuela

De esta modalidad educativa se ha vuelto a hablar en estos días de confinamiento. Especialistas aclaran qué es y sus implicaciones.

  • De homeschooling se ha vuelto a hablar en estos días de confinamiento. ILUSTRACIÓN SHUTTERSTOCK
    De homeschooling se ha vuelto a hablar en estos días de confinamiento. ILUSTRACIÓN SHUTTERSTOCK
31 de mayo de 2020
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Grados de escolarización son necesarios para obtener el título bachiller académico.

Cuando Susana Álvarez se ausentó del colegio por una patología alérgica tenía 12 años. En ires y venires entre la casa y el hospital se dieron cuenta de que Susana le “agarró gusto a la lectura” y al regresar a clases, “mientras en el colegio estaban hablando apenas de la novela policíaca, ella ya se había leído varios libros de Agatha Christie, Edgar Allan Poe y las historias de Sherlock Holmes”, dice Diego Luis, su papá, médico e ingeniero biomédico. Un adelanto que les generó un primer llamado.

Al hermano que seguía, Pablo, cuatro años menor que ella, hubo que sacarlo del colegio por hiperactividad y alto coeficiente. Sin muchos referentes, leyendo lo que había, y generando contactos con las pocas familias que lo hacían, comenzaron la educación en casa, o homeschooling (ver glosario) con él. “Lo particular es que tanto Susana como el hijo menor, Andrés, se antojaron, y arrancamos”.

Erwin Fabián García López, magíster en Educación y quien desde 2009 es coordinador de la investigación Acción sobre educaciones alternativas y educaciones sin escuela en la U. Nacional de Colombia, explica que en este proceso hay una trayectoria con matices y expresiones. “El homeschooling va desde reproducir los ritos de la escolaridad en la casa (con tablero incluido) hasta no repetir ninguno”.

Varios teóricos en los 70 cuestionaron la educación escolar y la obligatoriedad de la misma, uno de ellos fue John Caldwell Holt (ya fallecido), quien comenzó un movimiento sobre el tema en EE. UU. al defender las prominentes capacidades creativas e intelectuales de los niños y cómo la escolarización las disminuía y hasta las atrofiaba. De esa época hasta hoy han crecido sus estudiosos y seguidores, pero igual ha sumado detractores.

Tomar la decisión

Lo primero que aclara Ivonne Quiroga, fundadora de Homeschooling Antioquia, es que este tipo de formación es una resolución de familia, “algo que uno elige hacer porque es parte de su forma de pensar, de su cosmovisión y de cómo quiere educar a sus hijos”.

Detalla la especialista que hay que diferenciar los términos educación y escolarización. “El primero es un proceso de formación permanente e integral que tiene que ver con las áreas de desarrollo de los humanos. La escolarización, en cambio, es un camino para adquirir conocimientos académicos y experiencias en una institución educativa”.

Quienes practican el homeschooling buscan no delegar la educación a terceros, aclara. “Nosotros los padres la guiamos, basada en principios, valores, en conocer los talentos y gustos de nuestros hijos y acompañarlos a desarrollarlos”.

El pedagogo y economista Julián de Zubiría Samper ha debatido públicamente esta práctica. Argumenta que en los colegios existe la diversidad de personalidades, de razas, religiones, y que esa es la esencia del desarrollo. En una visita a EL COLOMBIANO en 2017 reafirmó que sí hay que repensar la escuela y lo que hoy se enseña, si bien en varias ponencias públicas ha insistido en que el homeschooling no es una buena solución.

El camino

Diego empezó con sus hijos como la mayoría lo hace, él mismo les daba clases de lo que dominaba, matemáticas y ciencias, y su esposa Mónica Molina, artista plástica, trabajaba otras actividades. “Esa dinámica fue cambiando y ellos nos fueron llevando al modelo clásico. Una educación basada en la palabra, en la conversación, así como la de los griegos. Fue la oportunidad de ir descubriendo intereses, gustos y habilidades de cada uno”.

Eso funcionó para la familia Álvarez Molina, explica Ana Paulina Maya, coordinadora nacional de la red colombiana de educación en familia (EnFamilia), pero a lo mejor no le sirve a otra. “Es un mar infinito de posibilidades que está entre dos extremos, uno más estructurado que es reproducir la escuela en casa, con el pénsum y demás, y otro de quienes consideran que en la vida se aprende de manera natural, no creen en currículos y evaluaciones, no manejan asignaturas y los hijos no están en determinado grado”.

Quienes practican homeschooling –añade– entienden la flexibilidad como una palabra clave, “explorar, conocer y aplicar, seguir lo que funciona y desechar lo que no”.

Diego Álvarez terminó enfocándose, por ejemplo, en unschooling (ver glosario), “fuimos más libres en los procesos de aprendizaje y acompañamos a los hijos en sus gustos. Hubo varios ejes importantes: la conversación, la palabra, deporte y artes”.

El estereotipo que la mayoría de la gente tiene, explica el padre de familia, es que los hijos están encerrados en la casa, “y habrá quienes hayan optado por eso, pero en mi experiencia es el mundo como escuela, nosotros vivimos hackeando las oportunidades educativas y la infraestructura que tiene la ciudad. Medellín tiene una oferta extracurricular extraordinaria a la que muchos niños no acceden porque no tienen tiempo, tampoco los padres. Estuvimos yendo un año entero al Museo de la Universidad de Antioquia, cada ocho días, y allá aprendieron antropología, curaduría de arte y restauración de fotos antiguas”.

Implicaciones

La especialista Quiroga precisa que el tiempo es fundamental “y uno como padre tiene que ser hábil. Esta decisión implica dedicarles horas, querer compartir con ellos desde una conversación hasta llevarlos a clases de música, de robótica, al semillero de matemáticas, al taller en el planetario, al torneo deportivo, etcétera”.

Apuntan los especialistas que debe ser una decisión en la que tanto padre y madre estén de acuerdo y que se puedan dividir los roles. Además debe quedar claro que no son pedagogos, “somos facilitadores, guías y acompañantes”, precisa Quiroga. Si un padre o madre no son buenos en matemática pueden buscar un profesor particular. “Mi hijo aprendió sobre algoritmos con el cubo Rubik”.

Evaluaciones y críticas

Lo primero que aclara Maya es que la educación en casa en Colombia no está mencionada por la Ley ni para permitirla y reglamentarla ni para prohibirla o penalizarla. “No hay un currículo oficial que debamos seguir, no hay un proceso estándar para certificar los grados año a año ni un proceso obligatorio que te diga cómo hacer las certificaciones. Para entrar a la universidad se presenta un examen en el Icfes y se puede validar bachillerato (ver paréntesis)”.

García López reafirma el hecho aclarando que no hay ninguna norma que lo prohiba, “porque la Constitución colombiana dice que la educación es una responsabilidad compartida entre el estado, la sociedad y la familia, y esta puede ser protagonista, en ningún momento habla de la escolaridad obligatoria, sí de educación obligatoria”.

Sobre el tema económico, en la investigación que lleva realizando García López en la Universidad Nacional se dieron cuenta de que es rebatible la idea de que la educación en casa es solo para contextos familiares socioeconómicos privilegiados , “porque está creciendo en los sectores populares a través de las redes religiosas”.

Ahí ellos han identificado entornos que consideran problemáticos para esta forma de educación, de hecho: “Familias dogmáticas religiosas que escolarizan en sus hogares y comunidades para poder adoctrinar de forma más efectiva. Familias que consideran que el sentido de la vida es el éxito, sacan a sus hijos de colegios de élite académica para diseñar programas de aprendizaje aún más exigentes y dogmatismos políticos, grupos que obligan a sus hijos a hacer lo que ellos consideran tienen que hacer (irse a las montañas, ser veganos, no tener contacto con medios masivos de comunicación, etc.)”.

Otra crítica se da al asegurar que los niños quedan con vacíos, “puede que sí –dice Maya– si lo vamos a comparar con los contenidos de los colegios y eso al final no lo vemos como un problema porque si no aprendieron algo fue porque no les interesó. No a todos nos gusta lo mismo, hasta uno de adulto que estuvo en el colegio le toca redescubrir sus intereses porque nunca le permitieron explorarlos”.

Un reproche más se da en el tema de la socialización. La psicóloga clínica y psicoterapeuta Rosa Guevara cree que algunas familias (no todas) que practican homeschooling lo hacen porque sus hijos son rechazados o no logran adaptarse, “pero eso no significa que al hacer educación en casa estos niños y jóvenes no puedan socializar, integrarse y pertenecer, eso se puede hacer en el hogar, desde la realidad”.

Quiroga detalla que “los niños homeschooling tienen socialización de otra manera, con personas de todas las edades, en la cotidianidad, también con niños de su misma edad en las actividades en las que están. No encerrados. Salen, tienen amigos”.

Maya concluye que el homeschooling es bueno para todos los niños, pero no para todas las familias, “porque los papás tienen que hacer el esfuerzo de pensarlo, de desescolarizar la cabeza”.

García supone que después de esta pandemia va a haber un número importante de familias que va a querer seguir haciendo algo por su cuenta ya que ha quedado en evidencia lo que ofrecen en los colegios.

Sobre el homeschooling agrega que hay muchas personas que están en una exploración interesante de acompañamiento de sus hijos en el aprendizaje según el trabajo de campo que han realizado, pero que también hay problemáticas y riesgos. Por eso es muy importante analizar los pro y los contras, revisar si está dentro de sus posibilidades. No es una moda.

Sobre lo que viven los padres hoy, Quiroga habla desde su experiencia, “es la oportunidad de estar con nuestros hijos, de conocerlos, de saber qué les gusta, qué no; sus miedos, alegrías y dones. No importa si el niño no hace las siete multiplicaciones de hoy, el mundo no se va a acabar, ellos van a aprenderlas. Es importante fortalecer los vínculos afectivos, la conexión emocional, sentarnos en la mesa juntos, conversar, aprender de la vida y para la vida”.

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