Bradley Cooper y Lea de Seine en la alfombra roja de Maestro. La madre es modelo, el padre es actor y la niña ya debutó en el cine. Foto: Getty.
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Esta es la razón por la que Bradley Cooper tardó ocho meses en amar a su hija, según la química del cerebro
El actor está en competencia por el Oscar en la categoría de mejor película y mejor actor. Esta semana habló de la historia de su paternidad.
01 de marzo de 2024
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En la carrera por el Oscar casi todo vale y casi todo importa. Muchos de los aspirantes al premio más importante de la industria audiovisual estadounidense saben que la diferencia entre recibir el galardón o irse a la casa con las manos vacías está en mantenerse vigente en la mente de los jurados. Y esa vigencia se logra de diferentes maneras. Una de ellas es la de hablar de la propia vida, de las emociones y de la experiencia vital. A eso último ha acudido el actor y director Bradley Cooper, que el año anterior estrenó Maestro, la cinta inspirada en la biografía del director de orquesta Leonard Bernstein y que compite en las nominaciones de mejor película, mejor actriz -Carey Mulligan- y mejor actor -para Cooper-.
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En el podcast de su amigo Dax Shepard, el actor de Nace una estrella y ¿Qué pasó ayer? Abrió su memoria para contar acontecimientos relacionados con los primeros meses de convivencia con la hija que tuvo en 2017. Según su relato, en los primeros meses de la vida de su hija él vivió una suerte de shock emocional que le impidió saber a ciencia cierta si la amaba. “Los primeros ocho meses... La verdad es que ni siquiera sabía si quería a la niña”, dijo. Esto, que parece una confesión excéntrica, es en realidad una vivencia muy común en los padres primerizos.
Para entender esto hay que detenerse un momento a pensar en el funcionamiento del cerebro y su conexión con el mundo emocional de los humanos. Los pensamientos y los sentimientos nacen en el cerebro. Más precisamente en los impulsos electro-químicos que se dan en él. De alguna forma, cada sustancia cerebral es la responsable de los movimientos de la mente humana. Por ejemplo, el amor es el resultado directo de la oxitocina.
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Según una definición de manual, la oxitocina es una “hormona y un neurotransmisor que desempeña un papel importante en la regulación de las respuestas sociales y emocionales, incluidos los vínculos afectivos y el comportamiento maternal y paternal”. La oxitocina se produce por la reiteración de ciertos comportamientos que involucran la cercanía y la interacción estrecha con el destinatario del amor. En el caso de las madres, la oxitocina se produce en el amamantamiento. “La succión del pezón durante la lactancia estimula la liberación de oxitocina en la madre, lo que ayuda en la contracción del útero y la producción de leche, y también puede promover sentimientos de amor y apego hacia el bebé”, se lee en una investigación reciente.
En parte, esto explica el hecho que las madres tengan sentimientos de amor más pronto por los hijos que los padres. Es decir, es muy probable que Irina Shayk, la entonces pareja de Cooper y madre de su hija, no se haya demorado tanto en sentir amor por la bebé. Además, la limitada interacción del padre con el hijo en los primeros meses explica que los sentimientos amorosos entre ellos tarden más en surgir. Esa medida no es precisa. En el caso de Cooper fueron ocho meses, en el de otros padres puede ser más o menos tiempo.
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