Puede ocurrirle. Criar a un ser humano no siempre es un proceso lleno de magia y dicha, la responsabilidad y los cambios drásticos que acarrea pueden ser abrumadores.
De tal realidad surgen términos como el “burnout parental”, un concepto no clínico (de uso informal) que describe la situación que atraviesan algunos padres y madres que se encuentran tan agotados y bajo tanta presión enmarcada en el cuidado de los hijos, que se sienten al borde del colapso.
El concepto echa raíces en el “burnout” laboral, con el que se hace referencia al desgaste en el trabajo, caracterizado por el agotamiento físico y emocional, una sensación de pérdida del logro y de la identidad personal. “Ser padre o madre implica invertir energía, no solo en el propio cuidado y las tareas diarias, sino también en un otro vulnerable (infante o adolescente) que requiere de atención y acompañamiento”, explica la psicóloga infantil Alejandra Robayo. Así mismo, señala que desempeñar este rol suele llevar a confrontaciones con las propias heridas, con la propia historia, con las formas en que se fue disciplinado o acompañado en la infancia y que no se quieren repetir.
A propósito del tema, la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, publicó en mayo un informe que da cuenta de cómo han aumentado los niveles de agotamiento parental. La encuesta, que fue realizada entre enero y abril de 2021, no descubrió el fenómeno (que puede ser tan antiquísimo como la historia misma del ser humano), sino que midió cómo este se ha exacerbado en por la emergencia sanitaria. “‘Agotamiento parental’. Cuando escuché eso, pensé: ‘Eso es lo que siento”, cuenta en el comunicado oficial Kate Gawlik, profesora de Enfermería Clínica en la Facultad de Enfermería de la universidad, coautora del informe y madre de cuatro niños. “Es esta sensación abrumadora de tener que estar las 24 horas del día, los 7 días de la semana en tantos roles diferentes y tener que desempeñarse en esos ellos tan intensamente”.
Usted no es el único
Ser el mejor padre o la mejor madre, rendir bien en el trabajo, ser un buen compañero o compañera y mantener la casa limpia. Sentirse agotado parece inevitable. “Además, implica una dedicación muy alta frente a una persona a la que hay que cuidar, resolverle muchas necesidades y a la que además se está educando, todo eso cansa emocionalmente. Es normal. Lo que no es normal es que llegue a los extremos, que sea un estrés demasiado alto que afecte la vida cotidiana”, continúa Martha Cecilia Gutiérrez, psicóloga magíster en Educación y Desarrollo Humano, jefe de Posgrados de la Facultad de Psicología de la universidad CES.
Del estudio referenciado participaron padres y madres trabajadoras con hijos menores de 18 años, y aunque los resultados no pueden ser extrapolables más allá de sus límites geográficos y culturales, los hallazgos que ofrece son impactantes y reveladores: más de la mitad de los encuestados (el 66 %) afirmó sentirse agotado, siendo las mujeres, los que tienen mayor cantidad de niños en el hogar, los que sufren de ansiedad y los que tienen hijos con diagnóstico de déficit de atención, quienes muestran mayor propensión a la fatiga extrema. “Aún no hemos migrado a una sociedad más equitativa’’, explica Gutiérrez, “todavía las mujeres son las que llevan la mayor carga, son las que tienen que administrar el hogar y cuidar los niños”.
El informe señala que el “burnout parental” puede desencadenar depresión, ansiedad, alto consumo de alcohol, mayor probabilidad de estar irritable, de enojarse con los hijos y llevar a cabo prácticas de crianza punitiva que incluyan gritos, insultos o golpes.
Todo esto puede afectar a los menores de edad. Bebés, niños y adolescentes ven cómo sus padres y madres tramitan sus emociones y los toman como modelos. “El cómo se responde ante las necesidades del hijo o hija va creando en él o ella un patrón de actitud o respuesta esperada y, a largo plazo, una imagen de sí mismo y una forma de vincularse con los otros y el mundo”, constata Robayo.
Puede hacer algo
Si bien el burnout es un término que la literatura científica ha acuñado para hablar del estrés laboral, usarlo para un fenómeno familiar implicaría hacer más estudios y buscar acuerdos entre la comunidad científica. “Hay que evaluar si sí es apropiado llamarlo así, porque podríamos equiparar el ser papá o mamá con el trabajo y estaríamos equivocados”, continúa la psicóloga Gutiérrez.
A día de hoy es crucial encontrar respuestas en torno al tema, pues el mundo contemporáneo tiene exigencias mayores, las ciudades son más caóticas y menos amables para la vida comunitaria, “ahora tenemos muchos más motivos para estar estresados. Además hay mucha más conciencia de que la vida no debe ser solo trabajos y obligaciones”.
Por lo pronto, las especialistas tienen claras algunas recomendaciones para evitar caer en este fenómeno y, en caso de hacerlo, salir airoso.
La primera tiene que ver con comprometerse al menos una vez al día con técnicas que alivien el estrés, por ejemplo, practicar la atención plena o la meditación. “Tomarse un par de descansos de cinco a diez minutos al día para cuidarse a sí mismo. El autocuidado no es egoísta, es fundamental como cuidar de los demás”, señala en el comunicado Bernadette Melnyk, decana de la Facultad de Enfermería de la universidad y coautora del informe.
Es importante ser comprensivo con usted y no comprometerse demasiado, “hay que aprender a decir que ‘no’ y no sentirse culpable por ello”. Busque una red de apoyo, un amigo o familiar con el que pueda desahogarse, recuerde que no está solo y que muchos otros padres pueden estar sintiéndose igual que usted.
Si el agotamiento, la depresión o la ansiedad interfieren con su concentración, su juicio o su desempeño en cualquier ámbito de la vida, será necesario buscar la ayuda de un profesional. Acéptese humano, “reconozca que es válido no tener todas las respuestas, equivocarse, lo importante es que opte por reparar el error”, finaliza Robayo