Se descubrió que el Sol ha desencadenado una llamarada solar de clase X2.8, la más poderosa registrada desde septiembre de 2017. El suceso ocurrió el pasado 14 de diciembre.
Por lo tanto, la Agencia Espacial y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) y otras entidades observatorias están monitoreando de cerca la situación, evaluando posibles impactos en la Tierra.
Las llamaradas solares, que se ocasionan durante los periodos de alta actividad solar, son explosiones de energía extremadamente potentes en la atmósfera del Sol. Estas liberan una cantidad masiva de radiación electromagnética.
Estas explosiones suelen estar asociadas con las regiones activas del Sol, como las manchas solares, donde hay intensas concentraciones de campos magnéticos.
La región de manchas solares activas, identificada como AR 3514, ha elevado la preocupación sobre la posibilidad de que la Tierra se vea afectada por una tormenta geomagnética en los próximos días.
El impacto de las llamaradas solares en la Tierra se debe principalmente a la liberación de eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés).
Las CME son enormes cantidades de partículas cargadas y gases que son expulsados desde la corona solar a velocidades extremadamente altas. Estas eyecciones pueden tardar desde horas hasta varios días en alcanzar la Tierra.
El impacto de esta llamarada en la Tierra puede generar preocupaciones en términos de operaciones tecnológicas y afectar los sistemas de telecomunicaciones como los satélites o los GPS.
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Incluso, ya varios centros de aviación del Servicio Meteorológico Nacional de EE. UU. han informado interferencias y degradación en la calidad de la señal, señalando los efectos de esta erupción solar.
La llamarada de clase X, la categoría más intensa conocida, tiene el potencial de afectar las comunicaciones terrestres y aéreas, así como sistemas de navegación.
El magnetismo y el material solar expulsado (CME), están ahora en ruta hacia la Tierra. Se espera que esta onda de partículas impacte al planeta durante los días 15 y 16 de diciembre, según la NOAA. Esto podría desencadenar tormentas geomagnéticas, por ende, generar interferencias en las comunicaciones por radio.