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Tal vez no tiene coronavirus, sino el mal de los rumores

Desinformación y cierre de fábricas han retado a la tecnología con el nuevo brote. Aún no hay pandemia, sí una infodemia.

  • Un estudio de la revista Time, publicado el pasado 7 de febrero, dice que hay 23 veces más artículos en noticias impresas en inglés que cubrieron el coronavirus en su primer mes en comparación con el mismo periodo de tiempo para la epidemia de ébola en 2018. Foto: Shutterstock
    Un estudio de la revista Time, publicado el pasado 7 de febrero, dice que hay 23 veces más artículos en noticias impresas en inglés que cubrieron el coronavirus en su primer mes en comparación con el mismo periodo de tiempo para la epidemia de ébola en 2018. Foto: Shutterstock
03 de marzo de 2020
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EL COLOMBIANO está haciendo una cobertura completa con los artículos más relevantes sobre el coronavirus y para lectores de todas las edades. Encuentra lo que debes saber de la pandemia aquí.

La alerta llegó este lunes: la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que el mundo debe prepararse para una “eventual pandemia”. El director Tedros Adhanom Ghebreyesus explicó que hay que concentrarse en frenar los casos, al tiempo que hay que estar listos para la declaratoria.

Esto porque en el mundo la cifra de muertes ya iba en 2.618 y la de contagios era de 79.331, hasta ayer. Y no es una preocupación exclusiva de China, ya hay casos en 29 países.

Este organismo, en su boletín del 2 de febrero, ya había anunciado otra posible pandemia, una diferente a ese del brote del virus respiratorio: “una infodemia masiva”.

La OMS se refirió a “la abundancia de información (alguna rigurosa y otra no) que hace que para las personas sea difícil encontrar recursos fidedignos y una guía de confianza cuando la necesitan”. Hilos en Twitter, videos en Facebook, cadenas de WhatsApp y noticias de incontables medios en el mundo están a la orden del día. ¿Quién tiene la última palabra para creerle? ¿Hay forma de verificar completamente?

Es tan fácil contagiarse

La gripe aviar (2003) y la influenza AH1N1 (2009) fueron las que dieron las primeras pistas para entender por qué, cuando se trata de epidemias, la desinformación se contagia tan rápido como el virus. En esos años, Internet ya era una herramienta para responder preguntas.

El nuevo coronavirus, llamado oficialmente Covid-19, dio el paso final: es el primero que llega a una humanidad hiperconectada.

Lo que ha pasado con esta afección muestra que cuando se trata de una emergencia de salud pública a nivel global no hay fórmulas mágicas para evitar ese otro virus que llega con el exceso de datos e información.

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¿Reducir el ruido?

Un estudio de la revista Time, publicado el pasado 7 de febrero, dice que hay 23 veces más artículos en noticias impresas en inglés que cubrieron el coronavirus en su primer mes en comparación con el mismo periodo de tiempo para la epidemia de ébola de 2018, que es hasta ahora más mortal (la mortalidad del coronavirus es del 2 % y la del ébola de 50 %).

La cantidad es mayor sin contar los portales web y el contenido que se ha producido en otros idiomas.

Las redes sociales, como es usual frente a problemáticas de impacto global, se apuraron a dar anuncios para mitigar la desinformación. Twitter, por ejemplo, agregó una etiqueta que aparece cuando usuarios ponen en el buscador “coronavirus” y remite a recursos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Facebook e Instagram lo llevan a la OMS, mientras Pinterest se abstiene de mostrar contenido alguno e invita los lectores a asesorarse por un médico o buscar recomendaciones de instituciones de salud reconocidas internacionalmente.

También hubo una reunión entre representantes de Facebook, Amazon, Google, Twitter y YouTube, y la OMS el pasado 13 de febrero para acordar una solución conjunta de cómo reducir la propagación de noticias falsas. Las empresas no publicaron los acuerdos a los que llegaron, y Andy Pattinson, representante de la OMS, señaló en un comunicado que aunque el tono está cambiando, Twitter y YouTube siguen inundados de temas falsos.

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Ese sentimiento colectivo

La ola informativa, explica Willy Marroquín, psicólogo y desarrollador de software, independientemente de su veracidad, tiene un efecto en el cerebro que determina la forma en la que alguien asume una noticia y cómo actúa al respecto. “Cuantos más reportes haya, más alarma se va a generar”.

Las noticias verdaderas generan tristeza, alegría y confianza, mientras las falsas inspiran miedo, asco y sorpresa. Eso concluyó una investigación de la revista Science publicada en marzo de 2018, al analizar 126.000 historias compartidas por 3 millones de usuarios entre 2006 y 2017.

Para Marroquín, el efecto que tienen no es tanto por las mentiras, sino por la cantidad de voces que leen, escuchan y ven los usuarios a diario.

“Cuando se trata de emergencias que impactan la salud en el mundo, las redes deberían ponerse de acuerdo para que la información verificada se muestre en un solo canal, eso puede ayudar a reducir el ruido”, dice el especialista.

Facebook ya lo hace cuando hay eventos sísmicos. El algoritmo detecta que los usuarios reportan un temblor, verifican la información y confirman en la página de inicio.

A quién creerle

Juan Fernando Rico, colombiano estudiante que vive en China hace tres años, se sorprendió al encontrar que lo que decían sobre el coronavirus en la televisión y los portales de noticias en Shanghái, donde vive, eran exactamente iguales. En la redacción de los boletines que recibe por WeChat sucedía lo mismo. Esta es considerada una “superaplicación” en el país, porque permite tener la plataforma del banco, los mensajes y redes sociales en una sola. Los usuarios se suscriben a canales y reciben boletines informativos.

“El gobierno está mintiendo sobre las cifras que reporta de contagiados, deben ser muchos más”, le dijo uno de sus amigos locales. “Con la epidemia los chinos están empezando a dejar de comer entero, se preguntan si la información que da el gobierno es verídica”, comenta Rico.

Entonces, tener las redes inundadas de diferentes reportes puede derivar en emociones confusas, argumenta Marroquín, pero cerrar el debate hacia un único emisor de la información, como pasa en el gigante asiático, igual genera miedo e incertidumbre.

Ahí nace el debate sobre la veracidad y la credibilidad (ver Radiografía). En estos dos puntos hay que vacunarse contra la desinformación. ¿Cómo? La OMS es la fuente más indicada, por su trayectoria en el cubrimiento de problemas de salud globales y los profesionales que tiene trabajando para verificar los nuevos datos sobre el coronavirus. Ellos mismos advierten que es importante informarse, pero abstenerse de replicar rumores.

Los usuarios, ¿afectados?

Además de la proliferación de noticias falsas sobre el brote y los efectos que puede tener tanta información en el cerebro de los lectores, la industria tecnológica se ha encontrado con otro reto frente al brote.

Esto porque las fábricas de la mayoría de celulares, audífonos y cargadores que se consiguen en el mercado local están en China. Apple y Xiaomi, por ejemplo, anunciaron públicamente que el Covid-19 afectará sus resultados económicos en el primer trimestre de 2020.

Otras conocidas por los usuarios occidentales como Huawei y Samsung no han hecho anuncios oficiales. Esta última trasladó su producción a Vietnam en 2013 y cerró su última planta en China a finales del año pasado.

Las noticias de cómo se han afectado las compañías de tecnología se han ido conociendo en un efecto dominó. Uno de los primeros golpes sucedió con la cancelación del evento más importante de tecnología en telefonía móvil, el Mobile World Congress, que estaba previsto para hacerse del 24 al 27 de febrero en Barcelona. Se trata de un encuentro que reúne a los principales fabricantes, empresas de infraestructura, desarrolladores y expertos en el sector de telefonía en torno a lanzamientos.

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Periodistas y empresarios que asisten cada año dijeron en su momento que las pérdidas principales serían para los negocios y que los usuarios finales no se verían tan afectados.

Sin embargo, César Sánchez, consultor para las empresas en transformación digital, sostiene que si las cuarentenas se prolongan por más tiempo se sentiría escasez no tanto en celulares sino en memorias USB, módulos de memorias RAM, cables y componentes que llegan desde China.

“Como todavía las compañías tienen mercancía en bodega y en tránsito, es muy apresurado afirmar que vamos a entrar en una recesión de la industria tecnológica”, señala López.

Aunque un análisis de la consultora TrendForce sobre el impacto del Covid-19 en la industria global de la tecnología, publicado el pasado 14 de febrero, afirma que la producción mundial de teléfonos inteligentes en el primer trimestre de este año será un 10 % menor que lo esperado, estos no serán los únicos dispositivos afectados.

Un estudio de la consultora alemana Statista, publicado el 20 de febrero, muestra que la producción de relojes inteligentes será la más impactada, siguen los portátiles, los parlantes inteligentes, los teléfonos, las consolas de videojuegos y por último los televisores.

Así que el virus no es solo en el cuerpo. Ya se esparció en la tecnología .

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