Poco después de las once y media de la mañana, el chef Gabriel Jaime Gómez Quintero llega a la Plaza Minorista José María Villa a grabar un video para gabo_cocina, una cuenta en Instagram en la que tiene un poco más de trescientos treinta mil seguidores.
Siga leyendo: ¿Preparado para conocer la Kame House? Arabia Saudí inaugurará el primer parque temático de Dragon Ball
Gabo –como lo llama casi todo el mundo– va vestido de negro, tiene tatuajes en el brazo izquierdo y lleva una barba de pocas semanas. A su lado viene Valentina Giraldo, una estudiante de comunicación de la UPB que administra las redes sociales de los restaurantes de Gabo y es la productora de sus videos. Ella lleva una camisilla rosa, que combina con la gorra y el color del esmalte de uñas. Allí se encuentran con Meli Ospina, otra creadora de contenidos virtuales que, además, ejerce de guía en la Minorista. El plan de hoy es visitar algunos de los restaurantes típicos de esta plaza de mercado.
En las entrevistas que le han hecho, Gabo ha contado que su conexión con la gastronomía surgió gracias a las enseñanzas de su abuela y de su mamá. Ahora, en particular, recuerda la satisfacción que sentía siendo niño cuando regresaba de preguntarle a los vecinos si querían comprar la morcilla que su mamá preparaba. “Era muy bacano llegar a la casa a decirle a mi mamá que comprara tres o cuatro menudos cuando ella pensaba comprar uno o dos”. Todo esto ocurrió en Envigado, en los tiempos en los que los familiares y amigos de Gabriel lo llamaban Panelo. Desde entonces han pasado en su vida varias cosas, entre ellas el nacimiento de su hijo y la creación de su primer restaurante. Ambos hechos ocurrieron hace ocho, casi nueve años.
Por su parte, el vinculo de Valentina Giraldo con la creación de contenidos gastronómicos para las redes sociales inició en 2019, cuando se le ocurrió entrevistar a Gabriel para una tarea puesta en la universidad. “Yo vivo en Envigado y soy cliente fiel de los restaurantes de Gabriel, entonces pensé en él para esa tarea. Yo no lo conocía, nunca había interactuado con él, pero pensé que era el personaje ideal para hacer esa entrevista porque siempre me ha gustado mucho la gastronomía, comer y todo el cuento”, dice ella. Sin embargo, no fue hasta 2021 que hicieron un video inspirado en la gastronomía y las recetas locales. En ese primer proyecto el protagonista fue “Tribilín”, un vendedor del solteritas del parque de Envigado. A partir de ahí Gabo y Valentina han hecho más de cien videos, algunos de ellos muy exitosos entre los internautas del sur del Valle del Aburrá.
Le puede interesar: La obra de arte más grande de Medellín está en Manrique
Meli Ospina saluda de beso y abrazo a los dueños de los puestos de verduras, a las meseras de los restaurantes, a los coteros. Ella conduce a Gabo y a Valentina al primer local de comida, en este caso Choclos Amalia, un sitio de venta de pasteles y envueltos artesanales. Allí el grupo come panocha, algo parecido a las arepas pero hecho con las pepas del maíz. La vendedora les cuenta a Gabriel y compañía que están en el proceso de empacar en vacío los productos, para así aumentar su vida consumible. De ahí, luego de saludar y tomarse fotos con algunos visitantes, la comitiva llega a Mi casita, un restaurante en el que piden un plato de sancocho. Frente a la comida se revela la diferencia de apetitos entre Gabo y Valentina: él come dos o tres cucharadas de las preparaciones mientras ella sí los termina por completo.
La siguiente parada es el restaurante Antojitos doña Gladys, un sitio atendido por mujeres en el que Gabo pide una porción de sudao de copete. Ahí, mientras les sirven la comida, bebe unos tragos de aguardiente. Después de dar cuenta de la carne, el grupo da unos pasos hasta El Colorado, el restaurante de Javier Colorado, y allí continúan la maratón pantagruélica con un plato de sancocho de espinazo. Hasta este punto cada uno de los platos no supera los veinte mil pesos de costo. Sin mucha plata y harto apetito en la minorista, los comensales se dan un banquete de delicias colombianas.
Rumbo a la última parada –La esquina de la ricura, un local de comida de mar– Gabo habla de la filosofía de sus proyectos. “Parce, uno en este mundo de los restaurantes encuentra muchos creadores de contenidos que cobran por hacer promoción de restaurantes y ni siquiera prueban la comida. Nosotros somos diferentes”, dice. Esa diferencia radica en que cuando él y Valentina visitan un local de comidas, pagan por sus consumos y solo lo incluyen en sus videos si quedaron satisfechos con su propuesta culinaria. “En algunos sitios no nos dejan pagar, entonces dejamos la plata de propina”, cuenta el empresario.