Está acostado después de un masaje. Le van a aplicar una mascarilla en la cara para ayudarle a mejorar el acné y para hidratarlo. Primero le hacen una exfoliación con azúcar y limón para eliminar las células muertas y luego le aplican una mezcla de aguacate con miel para dar más brillo a la piel y eliminar la inflamación y las manchas negras. En los ojos le ponen unas bolsas frías de té de manzanilla con dos rodajas de pepino para ayudarle con las ojeras. Mientras usted está ahí, relajado, en su piel están ocurriendo los procesos más indeseados para un dermatólogo profesional: está cambiando el ph, causando pequeñas heridas que podrían infectarse, quemando la piel y bloqueando los poros.
Porque no importa cuántas veces lo haya leído o escuchado, no importa quién se lo recomendó o a qué conocido que lo intentó sí le funcionó. La regla es clara: los alimentos, por muy naturales que parezcan, ¡no se deben aplicar en la piel del rostro!, y mucho menos siguiendo recetas en línea sin fundamento científico ni médico.
Para desmentir algunos de los mitos más populares, EL COLOMBIANO consultó con la dermatóloga de la Universidad CES, Camila Pérez Madrid, directora médica del Centro Dermatológico Doctora Skin.
No es su culpa
Seguramente usted ha leído o le han dicho que el limón tiene propiedades astringentes y antibacterianas, que la miel es un antibiótico natural utilizado incluso para sanar heridas y que el hielo o la crema dental desinflaman y secan el acné.
Son los mitos más difundidos sobre el cuidado facial: compartidos por celebridades, por expertos en salud y belleza, por influencers y por las abuelas o las tías en el hogar. Solo como ejemplo reciente, la actriz Carolina Cruz, hace un par de semanas, explicó en sus historias de Instagram que el bicarbonato mezclado con limón era efectivo para eliminar grasa y manchas oscuras.
Entonces no, no es su culpa. Sobre todo, porque muchas de estas propiedades son reales, sí existen, solo que no para este fin y mucho menos para la cara. No siempre lo natural es mejor y menos aún si no tiene tratamiento.
Más mal que bien
Haga de nuevo el ejercicio de imaginar: usted va a la tienda o “revueltería” y compra banano, aguacate y un par de limones; el señor que lo atiende, con las manos untadas de dinero, le empaca las frutas en una bolsa que usted luego pone en su cocina; después, con el mismo cuchillo con el que ayer cortó la carne hoy corta el aguacate y lo agrega en la licuadora en la que ayer licuó los aliños, la cebolla, el tomate y el pimentón. ¿Se imagina qué microorganismos puede haber en todo este proceso? ¿Lo considera un proceso seguro, higiénico?
Como recuerda la doctora Pérez Madrid, “muchos productos, aunque sean naturales, pueden generar dermatitis de contacto, irritación o lesiones, incluidas quemaduras. Además, pueden empeorar enfermedades preexistentes en la piel, como el acné y la rosácea”.
Entonces, además de que no sabe qué bacterias y organismos puede estar aplicando en la piel, tampoco sabe cómo su cuerpo reaccionará a ciertos ingredientes en cantidades al azar. “No es comparable la estabilidad y la selección adecuada de los componentes de un producto dermatológico con los ingredientes naturales con que normalmente se realizan las mascarillas caseras”, añade la experta.
Finalmente, en lugar de hidratar, de eliminar acné, de secar la grasa, terminará haciendo un daño mayor, como cambiando el pH de la piel que es ligeramente ácido y que, al aplicar cualquier producto sin conocerlo, puede desestabilizarlo y generar irritaciones, manchar, entre otros. Se puede prevenir de una forma simple: si quiere tener mejor salud cutánea, lávese la cara en las mañanas y en las noches, sin falta, y utilice siempre protección solar. Comience por ahí. Mientras tanto, estas son algunas recomendaciones de alimentos y productos que están en su casa que no se deben aplicar, menos en la cara.