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Reseña de ‘Vessel of Hatred’: expansión de ‘Diablo IV’ que restituye la corona a la legendaria saga de videojuegos

‘Vessel of Hatred’ expande la saga ‘Diablo’ con la nueva clase de Encarnaespíritu, una región llamada Nahantu y un relato que sigue explorando el eterno conflicto entre fuerzas celestiales y demoníacas en el mundo de Santuario.

  • Diablo regresa con su emblemático estilo visual, creando un ambiente oscuro y cautivador que sumerge a los jugadores en el inquietante mundo de Santuario, repleto de desafíos y peligros enfrentando hordas de demonios. FOTO cortesía
    Diablo regresa con su emblemático estilo visual, creando un ambiente oscuro y cautivador que sumerge a los jugadores en el inquietante mundo de Santuario, repleto de desafíos y peligros enfrentando hordas de demonios. FOTO cortesía
  • La nueva clase Encarnaespíritu permite a los jugadores equipar uno de cuatro espíritus animales, desatando habilidades únicas y devastadoras en combate, y ofreciendo un estilo de juego táctico y versátil. FOTO cortesía
    La nueva clase Encarnaespíritu permite a los jugadores equipar uno de cuatro espíritus animales, desatando habilidades únicas y devastadoras en combate, y ofreciendo un estilo de juego táctico y versátil. FOTO cortesía
  • En Vessel of Hatred, los jugadores pueden elegir entre cuatro espíritus animales: Jaguar, Gorila, Águila y Ciempiés. Cada uno otorga habilidades únicas que permiten personalizar el estilo de combate, ofreciendo ventajas como velocidad, fuerza bruta, ataques precisos y veneno debilitante para enfrentar a los enemigos en la vasta región de Nahantu. FOTO cortesía
    En Vessel of Hatred, los jugadores pueden elegir entre cuatro espíritus animales: Jaguar, Gorila, Águila y Ciempiés. Cada uno otorga habilidades únicas que permiten personalizar el estilo de combate, ofreciendo ventajas como velocidad, fuerza bruta, ataques precisos y veneno debilitante para enfrentar a los enemigos en la vasta región de Nahantu. FOTO cortesía
  • Tras 24 años de ausencia desde su debut en Diablo II, los mercenarios regresan para apoyar a los jugadores en su lucha contra el mal, cada uno con habilidades únicas que enriquecen la dinámica del combate. FOTO cortesía
    Tras 24 años de ausencia desde su debut en Diablo II, los mercenarios regresan para apoyar a los jugadores en su lucha contra el mal, cada uno con habilidades únicas que enriquecen la dinámica del combate. FOTO cortesía
  • Nahantu, una región selvática y exuberante, se presenta como un entorno vibrante y lleno de misterios, donde la densa vegetación y antiguos secretos esperan ser descubiertos por los aventureros. FOTO cortesía
    Nahantu, una región selvática y exuberante, se presenta como un entorno vibrante y lleno de misterios, donde la densa vegetación y antiguos secretos esperan ser descubiertos por los aventureros. FOTO cortesía
14 de octubre de 2024
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En la espesura de Nahantu, una vasta y enigmática región selvática, donde la naturaleza es tanto refugio como amenaza, se esconde un poder antiguo. En este rincón olvidado de Santuario, los guerreros Encarnaespíritu han custodiado por siglos el equilibrio entre los reinos, invocando las fuerzas de los espíritus guardianes para enfrentarse a los horrores del inframundo.

Es aquí, en medio de la selva, que una nueva amenaza surge y la lucha entre el bien y el mal renace en una expansión del aclamado videojuego Diablo IV, que Blizzard lanzó el pasado 8 de octubre a nivel mundial en consolas PlayStation 4/5, Xbox series X/S y PC.

Diablo IV: Vessel of Hatred nos sitúa cincuenta años después de los eventos de Diablo III, cuando los ecos de la guerra entre Cielo e Infierno aún resuenan en las tierras de Santuario.

El juego base es una batalla contra Lilith, la matriarca de los demonios. Este nuevo capítulo muestra cómo esta guerra dejó cicatrices profundas en el mundo y, aunque la oscuridad fue contenida, no ha sido destruida. Mefisto, el Señor del Odio, fue atrapado en una Piedra Esencial, pero su influencia sigue sembrando caos y desesperación.

En este punto, Neyrelle, una joven e inexperta aliada, carga con la inmensa responsabilidad de contener el poder demoníaco de Mefisto. Su viaje no solo representa una lucha contra fuerzas oscuras, sino también un profundo viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal. Neyrelle se enfrenta a la difícil tarea de dominar un poder que la supera, una carga que la empuja a sus límites y desafía su carácter.

Este arco narrativo evoca un poco la travesía de Frodo Bolsón en El Señor de los Anillos, donde el portador del Anillo Único también debe cargar con un poder abrumador. Al igual que Frodo, un indefenso hobbit enfrentándose a la monumental responsabilidad de destruir el mal, Neyrelle se encuentra ante la tarea de lidiar con la esencia de un demonio mayor. La joven debe resistir la influencia del odio y la desesperación que emanan de Mefisto.

Como explica Brent Gibson, director del juego: “Esta es una enorme responsabilidad para alguien tan joven e inexperta como Neyrelle, pero de alguna manera encontró la forma de resistir, desafiando al demonio mayor a cada paso del camino”. Sin embargo, la expansión revela que su lucha interna no ha terminado. La historia de Vessel of Hatred sigue sus pasos mientras busca una forma de desterrar a Mefisto al abismo para siempre, desafiada no solo por las fuerzas del infierno, sino también por sus propios límites y la creciente influencia del odio.

A lo largo de esta expansión, los jugadores tienen la oportunidad de explorar Nahantu, una nueva región llena de secretos y desafíos, completamente libre y abierta para la exploración, lo que marca un cambio notable respecto a la linealidad que caracterizaba a entregas anteriores como Diablo III.

La nueva clase Encarnaespíritu permite a los jugadores equipar uno de cuatro espíritus animales, desatando habilidades únicas y devastadoras en combate, y ofreciendo un estilo de juego táctico y versátil. FOTO cortesía
La nueva clase Encarnaespíritu permite a los jugadores equipar uno de cuatro espíritus animales, desatando habilidades únicas y devastadoras en combate, y ofreciendo un estilo de juego táctico y versátil. FOTO cortesía

Esta evolución, tal como señala la diseñadora narrativa asociada Eleni Rivera-Colon, refleja un enfoque más expansivo y libre, donde el jugador puede decidir cómo abordar los misterios y desafíos: “A lo largo de toda la campaña de Diablo IV, básicamente estás tratando de derrotar a Lilith. Así que te unes a gente como Neyrelle, que es un personaje joven e impaciente. Y luego tienes a Lorath, una especie de sabio caído en desgracia. Él fue un Horadrim, así que aporta una manera de pensar muy madura”.

Otro de los aspectos destacados de esta expansión es la introducción de una nueva clase llamada Encarnaespíritu, que ofrece una jugabilidad ágil y feroz, recordando al Monje de Diablo III con similitudes que los fans de la saga apreciarán. Mientras que el Monje era un luchador ágil y espiritual que empleaba técnicas de combate cuerpo a cuerpo y habilidades de sanación, los Encarnaespíritus llevan este concepto un paso más allá al permitir a los jugadores invocar el poder de guardianes animales para desatar habilidades devastadoras.

Por ejemplo, el Jaguar les otorga velocidad y agilidad en combate, permitiéndoles moverse rápidamente por el campo de batalla. Por otro lado, el Gorila proporciona una fuerza bruta y defensa inigualables, convirtiendo a los Encarnaespíritus en verdaderos titanes en situaciones críticas. El Águila facilita ataques precisos y letales, mientras que el Ciempiés introduce un aspecto estratégico al infectar a los enemigos con veneno debilitante.

En <i>Vessel of Hatred</i>, los jugadores pueden elegir entre cuatro espíritus animales: Jaguar, Gorila, Águila y Ciempiés. Cada uno otorga habilidades únicas que permiten personalizar el estilo de combate, ofreciendo ventajas como velocidad, fuerza bruta, ataques precisos y veneno debilitante para enfrentar a los enemigos en la vasta región de Nahantu. FOTO cortesía
En Vessel of Hatred, los jugadores pueden elegir entre cuatro espíritus animales: Jaguar, Gorila, Águila y Ciempiés. Cada uno otorga habilidades únicas que permiten personalizar el estilo de combate, ofreciendo ventajas como velocidad, fuerza bruta, ataques precisos y veneno debilitante para enfrentar a los enemigos en la vasta región de Nahantu. FOTO cortesía

Ese abanico de opciones tácticas y estilos de combate, junto con la posibilidad de personalizar y mejorar las habilidades, añade una capa de profundidad que no se había visto en clases anteriores de este juego, con el Bárbaro, Pícaro, Hechicero, Nigromante y Druida.

Creo que esta evolución en el diseño de clases en Diablo IV es un acierto notable. La conexión entre los Encarnaespíritus, la naturaleza y su relación directa con la nueva historia no solo enriquece el lore, sino que también ofrece a los jugadores nuevas estrategias para enfrentar hordas de enemigos.

La posibilidad de elegir un guardián según el estilo de juego preferido añade una dimensión táctica que me parece fascinante, permitiendo que cada jugador encuentre su propio estilo en las batallas, además de ser una clase que recuerda tanto al querido Monje.

El retorno de los Mercenarios también es un acierto que satisface a los jugadores más nostálgicos. Estos compañeros NPC, ausentes desde Diablo II (2000), ofrecen un apoyo invaluable durante los combates. Aunque no se pueden personalizar como sucedía en la segunda entrega de la franquicia, en esta ocasión cada uno tiene su propio árbol de habilidades, lo que permite que se integren de manera estratégica en el equipo. Desde el inicio de la aventura con Raheir, se pueden formar alianzas que enriquecen la experiencia de juego y la hacen más dinámica.

Tras 24 años de ausencia desde su debut en <i>Diablo II</i>, los mercenarios regresan para apoyar a los jugadores en su lucha contra el mal, cada uno con habilidades únicas que enriquecen la dinámica del combate. FOTO cortesía
Tras 24 años de ausencia desde su debut en Diablo II, los mercenarios regresan para apoyar a los jugadores en su lucha contra el mal, cada uno con habilidades únicas que enriquecen la dinámica del combate. FOTO cortesía

A lo largo de mi experiencia con la nueva campaña en la consola PlayStation 5 (por cortesía de Blizzard), mi regreso a Diablo IV fue una experiencia entretenida y dinámica que enseña lo necesario para disfrutar la aventura, incluso si no se ha completado la campaña base.

Desde la narrativa hasta el diseño del mundo abierto, cada elemento está cuidadosamente construido para ofrecer una sensación de descubrimiento y participación activa en la historia. Mis sesiones de juego se alargaban sin darme cuenta, impulsadas por un sistema de progresión y exploración que realmente deja con ganas de más.

En cuanto a la jugabilidad, Blizzard ha logrado un notable equilibrio entre accesibilidad y desafío. A diferencia de Diablo III, donde la dificultad se sentía más homogénea, en Diablo IV las diferencias entre los niveles de dificultad son más marcadas. A partir del segundo nivel, se nota un incremento en la complejidad que desafía incluso a jugadores experimentados, lo que es un retorno bienvenido al espíritu de reto de los primeros juegos. Este ajuste de dificultad, junto con el diseño del sistema Paragón y el rediseño de los objetos, asegura que los jugadores se mantengan enganchados en la progresión y personalización de sus personajes.

Nahantu, una región selvática y exuberante, se presenta como un entorno vibrante y lleno de misterios, donde la densa vegetación y antiguos secretos esperan ser descubiertos por los aventureros. FOTO cortesía
Nahantu, una región selvática y exuberante, se presenta como un entorno vibrante y lleno de misterios, donde la densa vegetación y antiguos secretos esperan ser descubiertos por los aventureros. FOTO cortesía

John Paul Rhinemiller, director asociado de animación, menciona que uno de los momentos claves del juego base es que, “al finalizar Diablo IV, hubo una gran batalla entre Inarius con la Catedral de la Luz y Lilith con todos sus demonios”. Ahora, con el regreso de viejos aliados como Lorath y la búsqueda de Neyrelle, la narrativa se expande aún más, explorando las repercusiones de aquella batalla y los peligros que aún acechan a Santuario, sin contar con que la Catedral de la Luz inició una persecución contra los que ellos consideran herejes, algo que probablemente se explorará a mayor profundidad en una próxima expansión.

Sin mencionar spoilers de la historia en la nueva región de Nahantu, es fácil prever que vendrán más DLC para Diablo IV, pues con su estreno en junio de 2023 se convirtió en el lanzamiento más exitoso en la historia de Blizzard, superando todas las expectativas y reafirmando la importancia de la saga para la compañía y la industria en general.

Desde su fundación, Blizzard ha sido pionera en el género de los Action Role-Playing Games (ARPG, subgénero de los videojuegos de rol que combina elementos de acción en tiempo real con la progresión de personajes), con el éxito rotundo de Diablo II en el año 2000 y su expansión Lord of Destruction, que consolidó el modelo de juego que muchos otros títulos tratarían de emular en los años siguientes.

Aunque Diablo III tuvo un inicio más controvertido en 2012, con críticas sobre su enfoque más lineal, el juego logró redimirse con su expansión Reaper of Souls en 2014, volviendo a capturar el espíritu que hizo famosa a la franquicia. Diablo IV y su expansión Vessel of Hatred consolidan esta evolución, permitiendo a Blizzard reivindicarse una vez más como una de las compañías más influyentes en la historia de los videojuegos.

Vessel of Hatred es, sin duda, un capítulo imperdible para cualquier fan de la saga Diablo. Con una clase nueva, una región enorme por explorar libremente y una historia que sigue desarrollándose con fuerza —aunque su desenlace resulte algo anticlimático—, la expansión ofrece una experiencia rica en contenido y desafíos que bien vale la pena pagar su precio ($37.900 COP versión estándar, $56.900 Deluxe y $85.900 Ultimate Edition).

Aunque algunos aspectos, como la IA de los Mercenarios, podrían afinarse un poco más, se siente como un regreso a la esencia de esta franquicia; es un juego que se vuelve a sentir tan adictivo y cautivador como en sus mejores tiempos, a principios de siglo, cuando exploramos por primera vez las mazmorras y ciudades de Santuario, siempre bajo el asedio de enemigos como los demonios de la Legión Infernal, los horrores de los muelles de Tristram y las fuerzas del infierno que buscan corromper el mundo.

A lo largo de su historia, Santuario ha sido escenario de conflictos eternos entre los ejércitos del cielo y del infierno, con héroes dispuestos a enfrentarse a enemigos emblemáticos como Diablo, Baal, Lilith y Mefisto. Cada entrega de la saga ha profundizado en la narrativa de esta lucha, permitiendo a los jugadores convertirse en defensores de un mundo marcado por el sufrimiento y la oscuridad. Con Vessel of Hatred, el lore de la saga se enriquece aún más, desafiando a los jugadores a explorar nuevas narrativas y enfrentar los horrores que acechan en Nahantu.

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