Las redes sociales se han convertido en un altavoz de la ciudadanía. Según el estudio Digital Global Overview Report 2021, colombianos entre 16 y 64 años las usan en promedio 3 horas y 45 minutos al día. En estos espacios comparten noticias, videos, fotos, gifs y memes. También mentiras y verdades.
Por ejemplo, el 30 de abril circuló en redes sociales un video en el que se ven usuarios del Metro de Medellín evacuando la estación Parque Berrío por un supuesto incendio. Ante esto, la empresa aclaró que el incidente fue producto del gas lacrimógeno durante las manifestaciones y que no generó problemas para los usuarios. Así como este, en Whatsapp, por estos días, han circulado algunos videos violentos, de fechas anteriores o de otras ciudades, que le suman angustia a la crisis actual.
¿Cómo llega esta información fuera de contexto a usted? se debe a que la estructura de estas plataformas digitales se basa en algoritmos (normas de programación) que determinan qué tan relevantes son los contenidos para las personas, y quienes comparten información a través de ellas impactan las emociones para lograr esa viralización.
El miedo y la rabia, por ejemplo, son emociones que se viralizan muy fácil, porque vienen asociadas a conductas primitivas, lo explica el estudio Noticias falsas en Internet: la estrategia para combatir, publicado por la Universidad Palermo, Argentina.
“En Colombia por un lado está el tema del miedo, muy asociado a nuestra supervivencia humana, y por el otro la indignación”, confirma María José Castaño, experta en comunicación digital y reputación.
En parte ese juego con la emocionalidad le suma al fenómeno de compartir información sin dudar de ella, que se le conoce como sesgo de confirmación y se da, como explica Wilson López, psicólogo social e investigador científico, porque “es más cómodo, más eficiente, que trastocar la propia forma de ver el mundo”.
Lo que ocurre luego, al compartir un video, por ejemplo, sin tener claro el contexto, es que se desinforma y se crea una percepción errada sobre una situación o una persona. “En estos casos se generan las llamadas ‘burbujas’: percepciones de que hay una realidad, que necesariamente no es cierta. Eso tiene un impacto en la vida real porque la información que uno consume determina la toma de decisiones”, asegura la experta en comunicación e influencer.
El problema no es solo individual, con el alcance de las redes sociales rápidamente se masifica la información (en Colombia hay 35 millones de usuarios activos, dice el Digital Global Overview Report 2021), es por esto que una noticia falsa puede contribuir a la pérdida de confianza en las instituciones. En general, como lo explica Jonny Orejuela, Jefe del departamento de psicología de la Universidad Eafit, la persona que piensa que un contenido de redes le revela que ha sido engañada, puede sentir desconcierto, y rechazo, porque eso en lo que creía no cuadra con su realidad y es un impacto grande.
De allí salen casos históricos, como lo explica David Santos, profesor de política internacional: “Lo que vimos con el Brexit, ya que se dio información sesgada para que la gente saliera a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y más recientemente durante la presidencia de Donald Trump”. El candidato hizo acusaciones de fraude, rápidamente difundidas por redes, que no pudieron corroborarse.