Todos tienen un amigo que brinda en cada ronda, deja la copa vacía, sirve hasta el último trago de la botella y sigue en pie cuando ya todos se fueron a dormir. Pero también tenemos ese amigo que con dos cervezas está “prendo” y siempre saca como excusa que se “emborracha voleando un poncho”.
Si en una fiesta todos comen lo mismo y toman lo mismo, ¿por qué unas personas se emborrachan más rápido que otras?
María Alejandra Montoya, médica toxicóloga del Centro de Información y Estudio de Medicamentos y Tóxicos (Ciemto) de la Universidad de Antioquia, explica que la capacidad de resistencia al alcohol depende de varios factores.
“Lo primero es que realmente la forma como cada persona procesa el alcohol es diferente, por las características individuales a nivel del hígado. Ese es el órgano encargado de metabolizar el alcohol, y mientras más rápido sea ese proceso, menos se sienten los efectos”, dice la médica.
Otros factores como el sexo y la masa corporal también influyen. Las mujeres son más propensas a los efectos del alcohol que los hombres, mientras que el peso de la persona es directamente proporcional a la capacidad de aguante: entre más robusta sea, menos se emborracha.
La genética -y no sólo la individual, sino la de todo un grupo social- es otra circunstancia que determina qué tan fácil se embriaga una persona.
Por ejemplo, comenta la toxicóloga, “las personas de los países asiáticos toleran muy poco el alcohol, no hacen un buen metabolismo de esa sustancia y sienten muchos síntomas indeseables, como dolor de cabeza”.
Eso, por supuesto, no significa que todos los asiáticos sean intolerantes al alcohol, o que se mantengan sobrios hasta en las fiestas de Año Nuevo, pero el bajo consumo en esos países sí es una tendencia que confirman las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según el Reporte Global de Alcohol y Salud, en países del sur asiático como Malasia e Indonesia las personas mayores de 15 años consumen en promedio menos de 2 litros de alcohol al año.
En comparación, los países del Este de Europa -como Rusia, Lituania y Moldavia- consumen más de 15 litros de alcohol per cápita en ese mismo período de tiempo.
Y en Bielorrusia, un país de la antigua Unión Soviética que se ganó el título del más alcohólico del mundo, un hombre adulto se puede tomar hasta 27,5 litros de alcohol en un lapso de 365 días. De hecho, para que una bebida se considere licor en Bielorrusia, debe contener por lo menos 7 por ciento de alcohol.
Ese mismo estudio de la OMS concluyó que los colombianos mayores de 15 años consumen 6.2 litros de alcohol cada año -el promedio de los hombres está en 9.1 y el de las mujeres, en 3.5-.
Muy por encima están Chile (9.6), Argentina (9.3), Venezuela (8.9), Uruguay (7.6), Ecuador (7.2), México (7.2) y Panamá (8.0).
Entonces, ¿con cuánto alcohol me emborracho?
“En condiciones normales, un metabolismo común y corriente elimina el alcohol de una copa de aguardiente o de una cerveza en un plazo de una hora”, cuenta la toxicóloga.
Así, si usted se toma un traguito cada hora, al final de la noche podrá irse a dormir como si nada hubiera pasado.
Pero si no es un solo trago sino más de tres, también hay una forma de saber cuánto alcohol está corriendo por sus venas y cuáles serán los efectos adversos, según su sexo, peso y la cantidad de licor que haya ingerido. El cálculo no es exacto y puede variar si hay ingesta de alimentos o muchos líquidos, pero sí dan una idea general de lo que está pasando con el organismo.
Estos son los valores que calculó la Universidad de Oklahoma: