No parecen tener mucho en común caracoles, arañas y escorpiones, anémonas y ranas, aparte de ser animales. Andan en distintos ambientes, pero sí comparten al menos dos características: liberan potentes toxinas, mortales muchas de ellas, y estas pueden ser, a la vez, poderosos analgésicos.
¿Aguijones y mordeduras que producen tanto dolor pueden calmarlo? Esa es la idea aproximada.
Desde hace décadas científicos buscan en los péptidos (compuesto de varios aminoácidos) y proteínas de esas sustancias algunos que puedan contrarrestar el dolor. Hasta ahora hay solo uno aprobado, es muy potente, de uso restringido por sus características, pero más podrían llegar algún día al dispensario.
La única droga aprobada de estos estudios es el ziconotide, un compuesto 1.000 veces más fuerte que la morfina, inspirado a partir de un componente del veneno del caracol cono (Conus magus). Otras toxinas que generan dolor sirven para identificar inhibidores en las neuronas a las que se dirigen.
El hallazgo en el caracol provino de historias que contaban de la muerte de pescadores filipinos picados cuando quedaban en las redes. Morían, pero sin dolor, por una contracción del diafragma que les impedía respirar, a diferencia de las picaduras de muchos insectos y serpientes cuyo veneno contiene acetilcolina que reacciona con los receptores del dolor.
Años después, en los 80, se aisló un péptido del caracol y se obtuvo una versión sintética, ziconotide, un potente analgésico con un problema: al no pasar la barrera del cerebro, se debe administrar directamente en la médula espinal mediante un implante y eso lo hace caro.
Y aunque hubo otra droga promisoria, fue autorizada solo para aplicar en dolor postquirúrgico y no para el dolor por el cáncer. Para aquel uso poco sirve.
No es el único animal en la mira. Hay varios más cuyas toxinas tienen compuestos que pueden bloquear el dolor. Algunos de los que se estudian son estos:
Milpiés: existen cerca de 3.000 especies venenosas, dice un artículo en The Scientist. El veneno de la Scolopendra subspinipes mutilans ha sido usado en China como analgésico durante miles de años, pero en general son poco estudiados por su veneno.
Uno de sus péptidos inhibe un mecanismo del dolor en mamíferos, incluidos los humanos, y sigue en estudio.
Arañas: con más de 40.000 especies, casi todas venenosas. Muchos de estos compuestos generan gran dolor, pero por ejemplo de la araña tarántula Pmaphobeteus nigricolor se aislaron toxinas que administradas a roedores actuaron como analgésicos. También se encontró un inhibidor del dolor en la araña africana Ceratogyrus darlingi.
Científicos ensamblaron una toxina, aislada de la tarántula verde de Perú, que hace las ratas insensibles al dolor.
Para la industria, la especificidad de esas toxinas son aliciente.
Pez globo: basta un miligramo de tetrodotoxina (TTX), del pez globo, una delicia japonesa, el fugu, para matar a una persona en solo 20 minutos, en caso de que en la preparación se le escape al chef.
Es el segundo animal más venenoso, se dice. Solo unos microgramos extraídos del Takifugu oblongus, suministrados a pacientes dos veces al día por cuatro días para tratar cáncer, redujo el dolor. Un compuesto promisorio todavía en ensayo, con la ventaja de que no cruza la barrera sangre-cerebro.
Escorpión: el aguijón de estos animales con un arsenal de toxinas es doloroso y puede afectar el corazón de la persona. Existe un mamífero, el ratón Onychomys torridus, que come al escorpión de Arizona Centruroides sculpturatus y no le pasa nada, no siente dolor: ha desarrollado aminoácidos que evitan que las toxinas actúen. Investigadores estudian los péptidos involucrados en la acción protectora del ratón.
En China aislaron varios péptidos analgésicos del veneno del escorpión Buthis martensii Karsch.
Anémona: de la caribeña Stichodactyla helianthus se aisló una toxina que puede actuar sobre enfermedades autoinmunes como el lupus y la psoriasis, actuando sobre el dolor al reducir la inflamación, aunque ese no es su objetivo central.
Así como estos hay otros animales venenosos en estudio, como ranas y serpientes, para extraer compuestos que alivien el dolor. Concreto, poco, pero hay apuestas esperanzadoras que algún día serán útiles.