Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
La moral revolucionaria desde los años 60 frente al narcotráfico es muy clara. Para la extrema izquierda, el narcotráfico, trátese de marihuana, cocaína o metanfetaminas, es una manera de debilitar a su enemigo, el imperialismo norteamericano y lograr recursos para sostener la revolución.
No es de extrañar que ante la disparada de la producción de cocaína en Colombia sean los grupos autodeclarados Farc o Eln los primeros que siguen usufructuándose y beneficiándose de los resultados económicos de la cadena ilegal de producción y tráfico de drogas, más cuando están protegidos o acogidos por el gobierno venezolano, también vinculado a este negocio.
Esto me lleva a concluir que lo que tenemos no son guerrillas ni paramilitares, en el sentido que les hemos dado en Colombia, sino grupos del crimen organizado transnacional, células con nombres de Farc y Eln, que en nada se diferencian a otros como el cartel del Golfo, Caparros, Pelusos y demás, que se apoderó de Venezuela y se está apoderando de Colombia.
La naturaleza del conflicto en el país ha cambiado, es más de tipo criminal que político, hay que entender que los políticos de la izquierda siguen cabalgando y alcanzando sus logros al lomo de los resultados de violencia homicida.